No importa cuántas veces vea Taxi driver, siempre me parecerá una película extraordinaria, sorprendente, magnética. Siempre se encuentra algo nuevo. Siempre produce un escalofrío ver a Travis Bickle (un impresionante Robert de Niro) hablando delante de su espejo con la pistola en la mano. Siempre se ve la maestría de Scorsese en la dirección y de Paul Shcrader en el guión. Siempre se ve un aspecto del Nueva York de los años 70 en el que no había reparado antes. Siempre estremece la maravillosa música de ese genio que era Bernard Herrmann, en lo que fue su último trabajo para el cine, ya que murió al día siguiente de finalizar la grabación. Siempre hay algo que coloca ésta entre las mejores películas de todos los tiempos, que la convierte en un clásico inmortal.
Taxi driver es un impresionante relato sobre la soledad, pero también un descenso redentor a los infiernos. Es la historia de un hombre enfermo, de un auténtico psicópata que descarga toda su ira en menos de dos horas de película, pero que tiene unos objetivos muy claros y, en el fondo, no tan perversos como puede parecer en un principio. Es el antihéroe por excelencia. De Niro borda el papel. No soy capaz de imaginarme a otro en la piel de Travis, por mucho que se llegara a negociar con Dustin Hoffman o con Al Pacino para hacer la película. El gran De Niro estuvo un mes trabajando de taxista doce horas al día, igual que su personaje. Tenía que sentir lo mismo que Travis, entenderlo para plasmar en la pantalla todas esas sensaciones. Y lo consigue, ya lo creo que lo consigue. No hay más que ver su último plano en la película, tremendamente inquietante, para ver la sintonía entre el actor y el personaje.
De Niro y Scorsese llegaron prácticamente juntos al proyecto. Ambos venían de hacer Malas calles y querían hacer Taxi Driver. No todo el mundo sabe que el propio Scorsese se reservó un pequeño papel en la película. Acostumbrados a verle con su imagen actual, es difícil reconocerle con su pelo totalmente negro y con una abundante perilla, pero es el hombre que se sienta en el taxi de Travis y le dice que va a matar a su mujer, cuya sombra se ve en la ventana de la casa de otro hombre. Entre los dos mejoraron el impresionante guión de Schrader, que usó algunos aspectos de su propia vida, escrito en apenas cinco días. El "¿Me estás hablando a mí?" delante del espejo no figuraba en el guión, fue una gloriosa improvisación de De Niro.
La película fue nominada a cuatro Oscar, los de mejor película, mejor actor (De Niro lo perdió ante el Peter Finch de Network), mejor banda sonora (ganó Jerry Goldsmith con esa joya que es La profecía) y mejor actriz secundaria (una Jodie Foster espectacular a sus 14 años, que no pudo rodar las escenas más explícitas sexualmente hablando que había en el guión por ser menor de edad y su hermana mayor, de una talla muy similar, actuó como doble; el premio se lo llevó Beatrice Straight por Network). Ese fue el principio del ninguneo de la Academia a Scorsese, que duró hasta el año pasado, cuando logró la estatuilla por Infiltrados. Aquel fue el año en el que triunfó Rocky.
Cuando triunfa una película tan violenta como ésta, suelen sucederse las críticas por lo explícito de lo que se ve en pantalla. Hay quien cree que filmes así fomentan el uso de la violencia. Y, desde mi punto de vista, se equivocan. Es un estudio sobre la violencia, además de sobre la soledad, es un análisis de la sociedad estadounidense de mitad de los años 70. La violencia forma parte de la vida e ignorarla no va a conseguir que desaparezca. Quien quiera utilizar un modelo para descargar su ira y su odio lo va a encontrar, con o sin Taxi driver. Y si no defendemos este cine, lo único que conseguimos es perder para siempre el trabajo de varios genios que coincidieron en un mismo proyecto. Taxi driver es historia del cine, séptimo arte con mayúsculas, una delicatessen para la vista y para el cerebro, una de esas películas que hacen pensar y disfrutar.
Acaba de salir una muy buena edición de dos discos en DVD. Escuchar a Scorsese hablar sobre los planos innovadores que incluyó (como el travelling a un pasillo vacío mientras Travis habla por teléfono), De Niro o Schrader hablar de la película es un lujo. Y me quedo con una anécdota que revela cuan realista es este filme. Un día entró un hombre en el despacho de Schrader y le preguntó quién le había hablado sobre él para escribir ese guión. ¿Os imagináis lo que puede ser tener delante a alguien parecido a Travis Bickle pidiéndote explicaciones...? Tiemblo sólo de pensarlo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario