El cine de animación vive un periodo de cierto estancamiento. Las mismas historias, los mismos protagonistas, los mismos chistes... Las mismas películas, en definitiva. Desde que Disney alcanzó la plenitud de su última época dorada (La Bella y la Bestia sobre todo y también El Rey León serán siempre mis favoritas) han salido películas más que interesantes en este género que todavía algunos siguen pensando que es sólo para niños, pero la amplia mayoría de los títulos tenían cierto tufo infantiloide (que no infantil, no confundir; ojalá se hiciera hoy en día el cine infantil que vimos en los años 80) que acababa con todos los buenos deseos que destilaban sus aparentemente entretenidas propuestas.
Y en esto apareció Pixar, un estudio dedicado a hacer cine de animación por ordenador que, en alianza con Disney, se lanzaba al mundo del largometraje. Acababa de nacer Toy Story. Un pequeño gran clásico del género. Después llegaron otras películas por encima de la media como la propia secuela de Toy Story, Monstruos S.A. o Buscando a Nemo. Y algo más tarde, cuando todos los estudios habían decidido cerrar sus estudios de animación tradicional y lanzarse al mundo del ordenador, llegaron Los Increíbles, dirigida por un tal Brad Bird. Anotad el nombre.
Y digo que lo anotéis porque es lo malo del cine de animación. La gente no se queda con los responsables de las películas. Y eso es posible que le haya pasado hasta ahora a Brad Bird. Nadie le recuerda como el director del episodio Perro de familia en los Cuentos Asombrosos que produjo Spielberg para televisión. Casi nadie le recuerda como el director de una de las mejores películas de animación de la última década (me atrevería incluso a decir que la mejor si no fuera por la deficiente calidad de la animación en algunos momentos; ya se sabe que hace falta dinero para hacer una película), El gigante de hierro. Y la gente empezó a quedarse con su nombre después de ese fabuloso entretenimiento que es Los Increíbles.
Llegamos al presente. Tras la pequeña decepción de la previsible y rutinaria Cars, lo mejor que se puede decir de Ratatouille es que Pixar mantiene su gran nivel habitual. El tercer largometraje de Bird, segundo para Pixar/Disney, es una película fresca, entretenida, divertida y humana. Una de esas por las que da gusto pagar la entrada, y más teniendo en cuenta lo que ofrece la maquinaria hollywoodiense para pasar este verano. Ante todo, evita el principal problema del cine reciente de animación y no se trata de una película infantiloide, no trata al espectador como si fuera un estúpido que sólo puede reírse de bromas escatológicas. Que no se trata del típico producto de dibujos animados se puede intuir ya por la duración, cercana a las dos horas y alejada de los rutinarios 90 minutos en los que los directores de animación suelen despachar sus historias prefabricadas.
Visualmente, es una auténtica maravilla. Y no estoy hablando sólo de dinero, de presupuesto y de años empleados en hacer una película, no (aunque se me va a quedar para siempre grabado ese plano giratorio de todo París...). Eso ya lo tienen todos los productos de animación. Hablo de genialidad, hablo de encuadres maravillosos, de coreografías tan sutiles como perfectas, de movimientos de cámara pensados para seguir a los personajes y también a la historia, de unos personajes, ratas y humanos por igual, creíbles y muy bien definidos. Y si a eso le sumas un guión cuidado (que cae en algún tópico de la animación, de acuerdo, pero con categoría), el resultado no puede ser otro que la mejor película de animación de este año y de unos cuantos más. Entretenidísima.
De Ratouille, además, me han gustado aspectos ajenos a la película. Un breve corte explicativo de manos de sus creadores sirve para enlazar esta película con los mejores éxitos de Pixar. Unos títulos de crédito divertidos (que, por cierto, terminé de ver totalmente solo en el cine; allá el personal, ellos se pierden un cuidadao trabajo con el que finalizar una muy buena película). Y el obligado corto que nos ha acostumbrado Pixar a ver antes del largo. Ese Abducido que precede a Ratatouille es tan divertido como la película. Así sí se hace cine de animación, así sí...
Por cierto, ratatouille es el nombre de un plato hecho a base de vegetales procedente de Francia, como se explica perfectamente (maravilloso flashback con uno de los mejores personajes secundarios de la película) durante las dos horas y diversión que ofrece este título...
3 comentarios:
ratatui! tengo ganas de verla. Siempre me han gustado las pelis de disney-pixar. Seguro seguro, que esta semana voy! muuuak!
ya lo habia comentado el DR.JONES y si tu encima le das la razon...como para perdersela no? por cierto ya vi PSICOSIS de hitchcock ( o como se escriba) y pronto daran por CITY TV la adaptacion de esta peli ( PSYCO, con Julianne Moore y Viggo Mortensen) por Gus Van Sant. Ya decidiré cual me gusta más. y tambien he visto el planeta de los simios ( original) y la ventana indiscreta...gracias por las recomendaciones. saludos
Mara, cuando la veas espero que comentes qué te ha parecido, aunque si te han gustado las anteriores seguro que ésta también.
Niko, me alegro que te sirvieran las recomendaciones y poco a poco vayas viendo el cine clásico más imprescindible. Y también espero tu opinión de Ratatouille, claro...
Publicar un comentario