Hay películas desgarradoras por lo que cuentan y hay películas desgarradoras por cómo lo cuentan. Rebelde es una de las primeras y también, al mismo tiempo, una de las segundas. Mérito doble, por tanto, para un título que merece encendidos elogios por su sencillez, su naturalidad y su verdad. Porque cuenta una historia que acontece en un lugar indeterminado, que le sucede a una chiquilla de doce años, que utiliza su durísimo drama personal para escenificar el drama de los niños soldado y erigirse así en la película definitiva sobre este tema. Es imposible no sufrir y sonreír al tiempo que lo hace la actriz protagonista, una Rachel Rwanza que llena la pantalla, que encoge el corazón del espectador y que lleva el peso de la película con una soltura inverosímil, que es imposible no relacionar con lo que hacía Quvenzhané Wallis en Bestias del sur salvaje. De hecho, de alguna manera y aunque temáticamente está alejadas, son películas que guardan cierto parentesco. Tan modestas como convincentes y sinceras, y con un toque de fantasía (su título en inglés es War Witch, Bruja de la guerra, da pistas en ese sentido) que elevan el resultado final.
Rebelde sigue la historia de Komona, una chiquilla de doce años que vive en una pobre aldea en un país indeterminado del África subsahariana, aunque está rodada en la República Democrática del Congo y el idioma africano que se escucha (en una película rodada mayoritariamente en francés) es el lingala, que se habla en el mencionado país, además de en la República del Congo, Angola y la República Centroafricana. De repente, su vida da un vuelco radical y acaba convertida en una niña soldado, tiene un arma automática en las manos y está combatiendo junto a los rebeldes contra un enemigo que lo es sin motivo. No importa la nacionalidad, no importa el gobierno contra el que se han levantado ni las causas por las que luchan. Importa la historia personal de Komona. Y ahí el triunfo es incontestable, porque la historia emociona en todo momento. Hay lugar para la sonrisa porque, a pesar del inmenso drama que relata, sigue siendo una chiquilla, incluso aunque la película contenga una enternecedora historia de amor.
Lo que hace que Rebelde sea mucho más que una película llamada a conmover únicamente por su historia, que ya sería bastante, es que a un realismo atroz une una imaginación desbordante. El misticismo africano lo usa Kim Nguyen, guionista y director del filme, para darle un contenido inusual a la historia y para dejar algunos planos fascinantes y hermosos, que dan una dimensión especial al viaje de Komona. Si bien algunos personajes secundarios quedan algo desdibujados o no consiguen suficiente tiempo en pantalla (la película dura unos ajustados y agradecidos 90 minutos), Rebelde encuentra un apoyo perfecto para la protagonista en un chico albino al que llaman Mago, que forma parte del grupo de niños soldado que acompaña a los rebeldes y que desde el principio siente una afinidad especial por Komona. Su relación, junto con las ensoñaciones de la chiquilla, da al filme un aura diferente, especial y hermosa, elevando el resultado final. La historia impacta por sí sola, pero Nguyen hace algo más que documentarla. Le da cuerpo, alma y vida. Y eso, en cine, es capital.
Si los premios son la gloria en el mundo del cine (no es así, pero es verdad que ganar algo pone un título en el escaparate), a Rebelde se le cruzó en el camino el huracán de Amor para cerrarle las puertas, ya que logró la nominación en la categoría de película de habla no inglesa representando a Canadá. Pero quedaron dos premios que no pueden considerarse sólo como de consolación: la joven Rachel Rwanza, verdaderamente impresionante en su papel, ganó el premio a la mejor actriz en el Festival de Berlín y repitió en el de Tribeca, donde Rebelde también fue proclamada como la mejor película. Aunque sólo sea por esas menciones, la película ya llama la atención. Pero se merece una oportunidad por sí sola. Es cine puro, sincero y desgarrador. Con el limitado alcance que por desgracia tendrá por ser lo que es, pero más que recomendable.
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