En esto del cine hay una tendencia a mezclar la opinión personal sobre autores y actores con la valoración de su trabajo. Al majo no se le puede criticar, al arisco sí aunque sea muy bueno en lo que hace. Y quizá hay algo de eso en el juicio que Carmina o revienta está recibiendo desde que irrumpió con fuerza en la primera línea de actualidad desde la pasada semana. Ha cosechado notables parabienes de entre lo más granado de la crítica española por la enorme valentía que supone un proyecto como éste, también por la cómica afabilidad de su autor, Paco León, por la sencillez de su protagonista, Carmina Barrios, o por la luz que desprende su principal secundaria, María León. La película, de sólo 70 minutos, dista mucho de ser una cinta inolvidable, aunque tiene sus momentos. La aventura empresarial y profesional que supone, en cambio, es un punto de inflexión, o tendría que serlo, en la inmovilista industria cinematográfica española. Ahí el aplauso tendría que ser sincero y unánime.
Empecemos por ahí. Paco León, al que el común de los espectadores recuerda por su personaje en la serie de televisión Aída, decide escribir y dirigir su primera película de la forma más rocambolesca posible. Es un falso documental. Es un trabajo familiar, en el que el apellido León se lee numerosas veces en los títulos de crédito. Es una comedia soez y de apariencia realista, sacada de la España más profunda. Es una glorificación de todo eso, sin ningún orden preestablecido. Y es, además, la primera película que se estrena de forma simultánea en cines, DVD, Internet y televisión. Hay que ser muy valiente o muy insensato para hacer algo así. Para mí, valiente. Y la valentía se merece el éxito. Por eso, las primeras noticias sobre su buena acogida entre el público internauta son fantásticas. Paco León ha abierto camino y ha demostrado que nos mienten con el precio de las entradas y con el pétreo mercado cinematográfico con el que nos hacen tragar.
Paco León merece, por su arrojo, todo lo bueno que le suceda a esta película. No obstante, las pertinentes felictaciones tampoco deben ser un trampolín injustificado para valorar los éxitos de su trabajo. Carmina o revienta dista de ser redonda, quizá también por su rareza intrínseca. Su estructura está más cerca de lo deslabazado que de lo experimental. Su guión puede ser visto más como un descuido continuado que como una genialidad. Hay escenas que rozan lo brillante y otras que uno no sabe muy bien cómo encajar en todo el cuadro. Es cierto que hay algo en ese frikismo rural, campechano y soez (aunque eso último cansa en la comedia contemporánea por facilón) que desprende el personaje de Carmina Barrios que engancha durante toda la película, pero también que en algunas ocasiones se tiene la sensación de que la anécdota ha devorado parte de la historia que necesitaría el filme para sostenerse. Muchos de los 70 minutos de la película son un caminar hacia no se sabe muy bien dónde. Y eso no siempre funciona, al menos no como para componer una película.
El sketch sí funciona, desde el primero hasta el último (el que cierra los títulos de crédito y que acertadamente había sido adelantado en una de las mejores escenas de la película), siempre que se acepten las claves del humor de Paco León y el retrato de sus personajes. Si se entra en el juego, Carmina o revienta no decepciona. Pero si el espectador no lo consigue, seguramente asistirá a la proyección con asombro e incredulidad. Ese es el principal hándicap de esta historia, arriesgada en muchos términos pero también acomodada en otros. Y es que, aunque sorprenda la estructura de la película, más por inusual que por novedosa, no lo hace tanto en el humor que contiene. O, mejor dicho, en el tipo de humor que abandera. Precisamente algunas de las escenas que se salen de lo previsto (el accidente de coche, la primera aparición del cobrador del frac) están entre los mejores momentos de la película.
Carmina o revienta es uno de esos títulos que, por uno u otro motivo, merece la pena conocer. Aunque sólo sea para criticarlo o alabarlo con conocimiento de causa. Una vez visto, si algo queda de verdad es la presencia de María León. Este papel y el de la bonita pero blanda La voz dormida hacen de ella una presencia estimulante y agradecida en el cine español más reciente, aunque cabría esperar de ella en el futuro que amplíe sus registros y demuestre que su estrella puede brillar con más fuerza y en otros géneros. Difundir, en todo caso, proyectos empresariales y cinematográficos como éste casi parece una obligación de todos los que venimos años defendiendo que otro cine es posible. Otra forma de ver cine. Otra forma de comercializar cine. Paco León y Carmina o revienta quedarán para siempre como un modelo para que encuentre su camino el cine español, sea mejor o peor, pues esa es una consideración que discurre paralela pero no cruzada con la forma de explotación.
3 comentarios:
He leído que ha recaudado 30.000 euros en cines.
Está muy bien llegar a más gente y tal, pero francamente, si yo tuviera un cine jamás se me ocurriría hacerme con una copia de una peli que está en internet y en dvd. Y menos con las características que comentas, o sea, una peli sin estrellas, sin escenas que merezca la pena ver en pantalla grande y que apenas dura una hora y pico.
Vale una entrada más de 1000 pesetas...
Yo espero verla este fin de semana, la verdad es que tengo mucha curiosidad y después de leer tu crítica aun más.
Es verdad que es una propuesta valiente y novedosa, veremos si tiene continuidad. Aunque en parte quizás la valentía de Paco León se resuma en que él era consciente de que las películas documentales apenas tienem repercusión comercial en este país. Paco con este experimento ha llamado mucho la atención y muchas personas que nunca la verían, sólo por el hecho del revuelo causado y la promoción gratuita, pues se han ido corriendo a descargarla de internet o alquilarla en dvd para verla.
Pero bueno, a ver si de una vez los distribuidores se ponen las pilas, que es un escándalo lo caro que es el cine.
Un abrazo
Doctora, yo a priori pensaría como tú con respecto a los cines, pero al final es una cuestión de gustos. A mí me gusta la liturgia de ir al cine, pero evidentemente el dinero que pago por estar en una sala no compensa de la misma forma que tener un DVD y verla tranquilamente en mi salón. A mí lo que me gustaría es que se cambiara el modelo de negocio y, quizá, esto es un primer paso.
José Vicente, eso es verdad, muchos la han (hemos) visto por lo que supone de novedad. Pero llamar la atención de vez en cuando sobre cómo está la industria es muy positivo, espero que haya conseguido mover el árbol con suficiente fuerza como para que más gente se plantee otro modelo de explotación diferente. Ya me dirás cuando la veas...
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