jueves, abril 19, 2012

'Al borde del abismo' y 'Contraband', muestras de thriller rutinario

La premisa de Al borde del abismo hace albergar esperanzas de ver un thriller original, pero al final esas expectativas se derrumban cual castillo de naipes y dejan al espectador con la más que seria posiblidad de hacer chistes sobre el título de la película y su resultado final. La película presenta a un tipo subido a una cornisa que amenaza con tirarse. La intriga por conocer sus motivos, qué pretende conseguir llamando la atención de tanta gente y por qué interactúa con el resto de personajes de la película apunta elementos de interés. Pero se caen por su propio peso en una trama que roza el absurdo en algunos momentos y que está tan cogida con alfileres que es fácilmente desmontable en demasiados tramos de la película. Quizá es la penitencia que se paga por tener director (Asger Leth) y guionista (Pablo F. Fenjves) debutantes en la gran pantalla, pero parece un peaje excesivo.

El reparto también hacía pensar en algo interesante, pero su trabajo es como el resultado de la película, rutinario. A Sam Worthington tanto le da subirse a una cornisa que pelear contra el Kraken en Furia de titanes, pero da cierta pena ver a Ed Harris, casi siempre enorme durante tantos años, con un personaje tan plano y previsible, o a Jamie Bell como simple comparsa. Lo que sí resulta chocante es el personaje de Elizabeth Banks. Dando vida a una negociadora que acaba de perder a un suicida, es el mayor atisbo de profundidad psicológica que se encuentra en Al borde del abismo, aunque casi parece por casualidad. Al final queda la sensación de que su presencia en la película, por mucho que su interpretación sea la más solvente de todo el reparto, no es más que la triste cobertura de la cuota femenina.

Al borde del abismo tenía el argumento, el escenario y en muchos casos los actores adecuados para ser un thriller al menos intersante. Y aunque en algunos instantes da el pego, en cuanto queda meridianamente clara la trama todo pierde interés a marchas forzadas. Sus intentos de rodear a la historia principal de otros elementos más trascendentes (como la crítica a la prensa sensacionalista) sí que son un fracaso. Sin llegar al desastre absoluto precisamente porque en cierta medida traza unas interesantes relaciones personales que sostienen la trama durante algunos minutos, lo cierto es que es una película decepcionante. Sirve para pasar el rato y muy poquito más, porque cuando llega el final tanto da que el protagonista hubiera saltado antes o que el robo del siglo fuera verdad. ¿O era mentira? Insisto, da lo mismo.
Contraband tiene una factura más cuidada, pero tampoco llega a compensar las casi dos horas de visionado. Comienza su historia cinematográfica con una curiosa paradoja. El filme es un remake de un título islandés, Reykjavic-Rotterdam, protagonizado por Baltasar Kormákur, director de la película norteamericana. Sin conocer el original es imposible comparar, pero Contraband se pierde en lo rutinario, en lo ya visto, en la sencillez más pobre de la trama y de los personajes. En realidad, es una de esas películas que se están convirtiendo en el modo casi único de afrontar el thriller en Hollywood. Tienes un grupo de protagonistas que están al otro lado de la ley, que son ladrones o, en este caso, contrabandistas profesionales, pero la historia quiere forzar al espectador a que le caigan irremediablemente bien. Son buenos, son graciosos, quieren mucho a sus familias y se merecen el final feliz. Muy visto.

Lo que más sorprende en Contraband es un tipo de violencia muy concreto, y es el que sufre la mujer. Kate Beckinsale, muy lejos de los habituales papeles de heroína en los que tan cómoda se siente, se mete aquí con cierta destreza en la piel de una madre de familia casada con un ex traficante, que lo ha dejado y que ahora vive de las rentas y de un trabajo honrado. Ella es su punto débil, es el medio por el que se le puede chantajear, dándole así la película un papel muy secundario y algo anticuado. Lo curioso es que en esta película las amenazas son más reales y violentas que en la mayoría de las ocasiones. Ni bueno ni malo, ni mejora ni empeora la película, es simplemente un detalle chocante y que desmarca Contraband de la rutina más absoluta en la que caen sus escenas de acción, sus momentos de coleguego o, ya mencionado, su previsible final.

Mark Wahlberg está desaprovechando por desgracia el prestigio que le dio su brillante papel secundario en Infiltrados, la película que le dio el Oscar a Martin Scorsese, y se fotocopia de película en película sin que se note demasiado la diferencia entre una y otra, con excepciones sin tirar cohetes como The fighter. Lo que él hace es interpretar al protagonista y nada más. Ni matices ni historia. El resto del reparto hace lo propio. Los malos son muy malos, los buenos son muy buenos. Y no procede decir quién es cada uno, aunque todo se ve venir con cierta facilidad, por no destrozar esas pocas sorpresas que puede plantear al guión. Kormákur rueda con cierta eficacia pero sin deslumbrar. Y así se construye un thriller más con el que adornar la cartelera previa a la temporada de verano.

3 comentarios:

Gallo dijo...

ZZZZZ

Nada con Sam Worthington... nada

Juan Rodríguez Millán dijo...

Gallo, a priori Ed Harris compensaba para mí ese posible sopor por Sam Worthington, pero, vaya, que no...

Juan Rodríguez Millán dijo...

Gallo, a priori Ed Harris compensaba para mí ese posible sopor por Sam Worthington, pero, vaya, que no...