miércoles, diciembre 28, 2011

'Drive', excesiva modernidad

Drive es una película difícil. Difícil de evaluar, difícil de ver en algún momento. En apariencia, todo está en orden. Algunas cosas son notables, algunas incluso sobresalientes. Bebe de numerosas fuentes apreciables, y eso se nota. Pero una segunda lectura revela huecos, errores y estridencias en forma de una violencia exagerada y manifiesta. Es una película moderna, y su modernidad lo impregna todo, a ratos para bien y a ratos para mal. Todo es a cámara lenta, todo es espectacular, todo es violento, todo es contundente, todo es como el cine de hoy en día lo esperaría. Y ese todo rodea una estructura clásica, que parece un western más que otra cosa a pesar de que el cine moderno no entienda ya de cowboys y si de personajes perdidos en grandes ciudades. Daive ha sido recibida en muchos sitios con entusiasmo, en festivales y medios de comunicación, y yo no termino de sentir ese entusiasmo por esta película. La veo mucho más moderna de lo que requiere y mucho más vacía de lo que parece. Si es eso es bueno o no tan malo es algo que tendrá que decidir cada espectador, pero a mí no me termina de convencer.

Pasada la primera escena (que parece, en realidad, un cortometraje con el protagonista al margen de la historia principal; y un buen cortometraje, por cierto, es una escena con gancho y con ritmo), Drive se convierte en dos cosas. Por un lado, es un western. Puro y duro. Por mucho que la película acontezca en esta época y con la gran ciudad (Los Ángeles) como telón de fondo. Pero es un western. Es Raíces profundas. Es Por un puñado de dólares (y eso lo delata el escasísimo diálogo del protagonista, en la línea del famoso Hombre sin Nombre de Clint Eastwood). Es, incluso, El jinete pálido, por recorrer tres épocas y tres tipos diferentes de western. Pero de todos ellos tiene algo. En realidad, lo que sucede en Drive es que se ven muchísimas influencias. Porque además de lo ya mencionado, tiene el toque urbano que Michael Mann puso, por ejemplo, en Collateral. Y es, desde su título hasta la coartada que utiliza, un homenaje a las grandes películas de coches de la historia del cine, en especial Bullit (y tiene, además del arranque del filme, otra gran persecución para corroborarlo).

Por el otro lado, es una historia de amor. Sí, una historia de amor. Bien camuflada con un envoltorio de thriller y acción, pero es una historia de amor. Ryan Gosling (estoico, quizá demasiado en alguna escena que pasa a ser difícil de creer por esa imagen exageradamente silenciosa) interpreta a un hombre callado, metódico, profesional. Conduce para ganarse la vida, a uno y otro lado de la ley. Un buen día conoce a su vecina Irene (una muy interesante Carey Mulligan) y a su hijo, Benicio. Y comienza a relacionarse con ellos. Hasta que aparece el marido y padre del chico (Oscar Isaac se está convirtiendo en un secundario muy apreciable), recién salido de la cárcel y con la necesidad de hacer un trabajo para pagar una deuda que contrajo precisamente en prisión. Es innegable que el motor de la historia y de su resolución es la relación entre Irene y el conductor. Pero el director, el alemán Nicolas Winding Refn, quiere esconderlo. Por eso se lanza, sobre todo en la segunda mitad del filme, a mostrar en pantalla una violencia salvaje, mucho más desagradable que la media y por momentos terriblemente inadecuada. No es que sean demasiadas escenas así, es que rebasan los límites de lo asumible. Es como Pulp Fiction pero en serio. Y para eso el adjetivo me viene a la cabeza es atroz.

Drive es una película contada en muchos momentos a cámara lenta, y con cuantiosas escenas de conversación (plagadas de silencios, por paradójico que pueda resultar). Con ese planteamiento, tiene mucho mérito que el filme tenga un ritmo espléndido durante sus 100 minutos de duración. A ese ritmo sin duda contribuye el contraste entre las interpretaciones, que acaban encajando perfectamente entre sí. Desde las desaforadas a cargo de Albert Brooks o Ron Perlman a las pausadas de Goslin y Mulligan, entre los que hay una química envidiable gracias a gestos, miradas y sonrisas que comparten (es decir, que la base está en su trabajo y no necesariamente en el guión). Y juntos, bien guiados por el realizador, ofrecen escenas maravillosas, como la hermosa pausa del ascensor (por la cual es imposibible no ver Drive como una historia de amor) aunque la sensación quede después rota por el desagradable salvajismo de su resolución. La acción, salvo esos toques casi de sadismo, está bien llevada, y eso contribuye a acelerar cuando la película lo necesita. Ese es el gran acierto de Drive, colocar todos esos ingredientes en la coctelera y hacer que, por momentos, parezca una gran película. Pero, en el fondo, está más hueca de lo que parece con semejante envoltorio.

Es una película que ha entusiasmado a crítica y público, a tenor de lo que se dice de ella en Internet. Para mi gusto, es demasiado moderna, incluso demasiado intrascendente y no del todo bien resuelta en algunos detalles. Quiere romper muchos moldes y a veces no parece lo que necesitaba la película. Quiere tenerlo todo controlado, y eso desemboca en un final extraño y poco creíble. Quiere contener demasiado el perfil del protagonista y eso lleva a que algunas escenas no parezcan naturales. Sin embargo, es innegable que Nicolas Winding Refn sabe llevar, en términos generales, la película, a partir de un armazón argumental muy clásico y un revestimiento excesivamente moderno. Drive tiene cosas muy interesantes, y entre ellas destaca su reparto, pero también tiene otras desacertadas e incluso sumamente desagradables. La balanza puede inclinarse a favor del filme, pero tampoco me parece la reinvención de un género o un título cercano a la perfección. Es una bonita historia de amor, rodada con acierto y con grandes aciertos de cásting e interpretación. Pero su elevado grado de brutalidad invalida algunas de las sensaciones que busca e incluso deja en algunas partes de su metraje.

2 comentarios:

Sonix dijo...

Pues no sé, mira que estoy viendo que a casi todo el mundo le parece rompedora y una genialidad (bueno, hasta ahora que he leído tu crítica), y a mí, la verdad, me pareció una peli muy aburrida. Será que no soporto demasiado a Ryan Gosling y que Drive me parece un remix de clichés que ni siquiera me resultó interesante ni entretenida. No sé.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Sonix, a mí me gustaron algunas cosas, pero en general estoy más cerca de tu opinión que de la que estoy leyendo por ahí... Hay quien piensa que es la mejor película del año, y yo la verdad es que no lo veo...