An education es una película sencilla y modesta, pero a la vez sincera y hermosa, que atrapa al mismo tiempo a la mente y al corazón. Es una historia que no hace falta haber vivido en primera persona para meterse de lleno en ella. Porque ese es el gran mérito del filme, que te lleva a soñar los sueños de Jenny, la joven protagonista. Que vives con ella sus ilusiones y sus decepciones, sus pensamientos y sus sentimientos. Ves París con sus ojos, ves la excitación de una subasta de arte a través de ella, sonríes con su ilusión y lloras el dolor de su corazón como si fuera el tuyo. Y, como decía, no hace falta ser una joven británica de 17 años, hija de una familia conservadora y estricta, para vivir esta película como algo propio. Esa es la magia del cine, la magia que tiene esta hermosa An education.
Y es una magia que seguramente no sería la misma sin Carey Mulligan. Quizá el encanto provenga de que es una actriz prácticamente desconocida. O quizá no, quizá sea cosa del talento. Yo me inclino más por la segunda opción y por las ganas de volver a verla en la pantalla. Lo cierto es que su interpretación es magnífica, realista y perfecta, llena de matices, llena de vida. Cada sonrisa, cada mirada, cada lágrima encaja a la perfección en lo que demanda el personaje y el tono de la película. Es fascinante. Y es una pena que Sandra Bullock le haya quitado el Oscar. Una auténtica pena. Carey Mulligan tiene otra virtud, y es que su mirada, su cuerpo y sus gestos encajan perfectamente en el personaje a pesar de que Jenny tiene 17 años y la actriz está a punto de cumplir 25. Pese a la diferencia de edad, la verosimilitud de su personaje está fuera de toda discusión. Ella es la película.
Fuera de ella es donde se puede encontrar algún pero al filme. Está basada en la historia autobiográfica de la periodista británica Lynn Barber (concretamente, en el tránsito de joven a adulta, en el amor que siente por un hombre mayor que ella que le descubre el mundo de placer y diversión que su padre le tiene vetado para que se centre en sus estudios), pero el guión está escrito por Nick Hornby, autor entre otras de Alta fidelidad. Siempre que un hombre escribe un guión desde los ojos de una mujer se suscita cierto debate sobre su capacidad para llevar a cabo esa empresa. Aquí no hay discusión en que ha conseguido un gran realismo con la joven protagonista (contribuye sin duda a ello la labor de la directora, la danesa Lone Scherfig, que fue parte del movimiento Dogma por el que tan poco aprecio sentí en su momento), pero curiosamente donde no alcanza el máximo de las posibilidades de la historia es al dar voz a alguno de los personajes masculinos.
En ese sentido, y sin pretender que haya fallos generalizados en la caracterización de los hombres de la película, hay algún momento hacia el final que parece confuso, sobre todo en el caso del protagonista, David, muy bien interpretado por Peter Sarsgaard (como parte de un muy sólido reparto, en el que aparece brevemente Emma Thompson y en el que destacan Alfred Molina, el Doctor Octopus de Spider-Man 2, y Rosamund Pike, némisis de 007 en El mundo nunca es suficiente) pero del que quedan algo perdidas en la oscuridad sus verdaderas pretensiones. Quizá le falten a la película cinco minutos que ofrecieran alguna explicación más. Esos cinco minutos no hubieran supuesto, ni mucho menos, un lastre, ya que An education cuenta con otra gran virtud, la capacidad de síntesis. En poco más de hora y media, queda condensada con maestría, como en los clásicos, una historia que abarca un gran espacio de tiempo y, sobre todo, un amplio y hermoso abanico de sensaciones y personajes.
No es frecuente encontrar una película que controle tan bien las emociones del espectador. Que sepa cuándo hacerte reír y cuándo llorar, cuándo provocarte ilusión y cuándo decepción. Que juegue con acierto todas sus cartas interpretativas y técnicas. Que te llegue al corazón. An education lo consigue. Sus pequeños fallos son, por ello, perfectamente disculpables. Es una hermosa delicia que tuvo su minuto de gloria en los Oscars (tres nominaciones: película, guión adaptado y actriz; ningún premio) y que tendrá su recuerdo en los espectadores, tanto en los que hayan vivido algo parecido como en los que lo hayan soñado. Y ese premio vale mucho más.
6 comentarios:
Estoy de acuerdo que esta película y la transmisión de las emociones puede que no hubiera sido posible sin la maravillosa Carey Mulligan, la ambientación cuidada también ayuda lo suyo, pero es una película contenida tanto que su mensaje moralizador no molesta, llega suave.
Hola, a mi me parecio una excelente película, valla tambien Carey Mulligan hace que todo sea excelente.
Un saludo y me hice seguidor.
A mí me enacantó. Ya se lo dije a Manuela cuando habló de ella. Estoy contigo en que esa chica está desbordante de generosidad en matices de interpretación. Consigue hacerse con el personaje haciendo que todos sus gestos y miradas resulten orgánicos.
Soy fan absoluta de Nick Jornby. He leido casi toda su obra y conozco sus guiones. A mí no me pareció que cojearan las voces de los personajes masculinos, ni que hiciera falta explicaciones sobre la conducta de él.
Creo que hay que cerrar la historia con ella, porque es su historia y su punto de vista, en fin, así es como la entendí.
besos
Satrian, a mí no me pareció que tuviera un mensaje moralizador tan claro. O si lo tiene, lo veo cambiante. Daría para mucho ese debate...
Reflexión pensativa, muchas gracias y bienvenido. Yo también la disfruté muchísimo.
Jo, pues yo creo que algo más de explicación no hubiera venido mal, creo que hubiera enriquecido aún más el personaje de Jenny saber si fue un sueño roto al final o imposible desde el principio. Algo, poco, he leído de Hornby, pero me apunto su nombre para el futuro.
A mí me gustó la película; no sé si puede decirse que desprenda moralina, pero sí que es poco creíble que un padre dominante y conservador acepte de buen grado que su hija de diecisiete años tontee con un hombre mucho mayor que ella. Además, al final lo muestran como un hombre no tan malo, que confía ciegamente en lo que diga su hija.
Carey Mulligan está fantática; lo sorprendete es que tenga veinticinco años, porque borda el papel de adolescente inquieta y predispueta a dejarse fascinar. Yo creo que no hacen falta demasiadas explicaciones en cuanto al personaje de David, tal y como lo demuestra la escena en la que Jenny se encuentra con su esposa e hijo. De no ser por las cartas, hubiese sido por otro motivo, pero está claro que David no tenía una voluntad real de casare con ella (le pide matrimonio porque desconfía de su amigo, que coquetea con ella).
Yo también te recomiendo a Hornby, que aunque trata temas serios, lo hace con un singular sentido del humor. Eso sí, creo que tendría que empezar con "Fiebre en las gradas", libro en el que detalla su amor por el fútbol y más concretamente por el Arsenal.
C.C.Buxter, lo del padre que mencionas, aunque no lo dijera también explícitamente, lo comparto y lo englobo en la misma sensación que me dejó la resolución de David. Lei 'Fiebre en las gradas' hace ya algunos años, y la verdad es que me gustó bastante. Algún día le retomaré como autor...
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