Durante los últimos años, Clint Eastwood se ha dedicado a encogernos el estómago. Desde Mystic River, no ha hecho más que provocarnos angustia, nos ha enseñado dolor, tragedias. Así era Million Dollar Baby. Así era su díptico sobre la Segunda Guerra Mundial, Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima, sobre todo en su sobrecogedora segunda mitad. Así era El intercambio. E, indudablemente, así era esa obra maestra llamada Gran Torino. Películas duras pero, al mismo tiempo, tremendamente humanas, historias de esas que merece la pena contar. Y ahora Clint Eastwood estrena Invictus para trasladarse al otro extremo de las emociones humanos. Aquí de lo que se trata es de ofrecer una historia inspiradora. Y la belleza con la que el viejo Clint logra ese tono está más allá de todos los elogios que yo le pueda dedicar aquí. No sólo ha trazado el mejor retrato cinematográfico de la Sudáfrica del apartheid sino que, probablemente sin quererlo, ha dirigido la mejor película deportiva en muchos años, quiza de siempre.
Cuando alguien intenta hacer una película definitiva sobre un tema, suele perderse en detalles, en explicaciones, en tramas paralelas. Y por el camino, se corre el riesgo de perder al espectador. Clint Eastwood sólo necesita un minuto, el primer minuto de Invictus, para explicarnos qué fue el apartheid. Esa visión del primer minuto, una escena tan sencilla como inigualable, es limpia y nada desgarradora, pero incita a pensar y a rebuscar en los libros de historia. Y más después de ver las poco más de dos horas de esta película, que detalle a detalle, personaje a personaje y diálogo a diálogo va creciendo en intensidad, en emoción, en trascendencia y en grandeza. Nada nuevo en el cine de Clint Eastwood, al que me sigo asomando con el miedo de que no sea capaz de alcanzar la magnificencia de sus últimos trabajos y siempre me hace salir de la sala con lágrimas en los ojos, con el alma enriquecida y con el temor a que este hombre se muera algún día y no nos dé más películas.
Sudáfrica, la integración, la reconciliación y las emociones humanas más trascendentes se extienden durante la primera hora y media de la película. El fresco de Clint Eastwood comienza con la liberación de Nelson Mandela en 1990 y llega hasta 1995. De la forma más natural posible, la evolución de Sudáfrica, la reconciliación entre blancos y negros, está ahí, en la pantalla. Primero unos por un lado y otros por el otro, caras largas. Después se van mezclando, van hablando, se van conociendo. Y ahí es el momento del deporte. Porque antes se van introduciendo pinceladas de rugby pero son, como se dice en la película, una estratagema política, un medio para que blancos y negros sean capaces de apoyar a la selección de su país, un símbolo de la minoría opresora del apartheid, en el Mundial de rugby que acogió Sudáfrica en 1995. Es política, sí. Y algo más. Porque quizá todo es política, como me gusta creer y esta película no hace sino demostrarlo.
Si Sudáfrica ocupa la primera hora y media, ¿qué queda para los 45 minutos finales? El deporte como metáfora de la vida. El factor humano y el factor inspirador de la política, del deporte, del cine y de la vida en general. No suele tener mucha suerte el deporte en el cine. Quizá porque se tiende a dar más importancia a ese deporte que a la propia historia que motiva la película, porque no se consigue transmitir la emoción que ese deporte en particular tiene para sus protagonistas. Aquí se consigue una sensación mayor. Clint Eastwood consigue mostrar lo que supone el rugby, el mundial y la selección para los que juegan, sí. Pero también lo que significa para un país, para la Historia. Creo que, hasta la fecha, sólo Hoosiers me había hecho emocionarme tanto en un partido cinematográfico.
No es fácil dilucidar si Nelson Mandela, con el rostro de Morgan Freeman, es el protagonista de esta hermosísima historia o sólo el hilo conductor. Es difícil concluir si es él quien nos está llevando a pensar, sentir y soñar con el resto de los protagonistas de la película o si son esos otros los que nos provocan esas emociones. Esa es la grandeza del guión de Invictus (probablemente también del libro de John Carlin del que tan bien me han hablado) y de la forma de rodar de Clint Eastwood. Lo fácil hubiera sido darle todo el peso de la película a ese actorazo que es Morgan Freeman. Darle la libertad para devorar todo lo que aparece en la pantalla. Y no es así. Freeman y su personaje entran en las escenas casi pidiendo permiso, enriqueciendo todo lo que se mueve a su alrededor, creando un conjunto homogéneo, un poco de esa magia que llamamos cine y que pocos dominan como Clint Eastwood. Matt Damon también encaja ahí. Y el resto de actores, anónimos para la mayoría, pero que de la mano de este portensoso director forman un reparto sólido, convincente y, sobre todo, real.
Decía que Clint lleva años encogiendo nuestros estómagos. Ahora llega un poquito más lejos. Ahora nos envalentona el alma. No sé si hará falta ser un aficionado al deporte para entender el complejo collage de sensaciones que Eastwood ofrece en el climax de la película. Probablemente baste con llevar una mirada limpia de prejuicios (decía alguien a la salida del pase que si esta película hablara de fútbol y fuera española recibiría severas críticas, y me temo que tenía razón). Quizá sólo sea necesario entender lo que para cada uno de los personajes significa todo lo que está pasando en la pantalla y que, lo creamos o no, sucedió en la vida real. De sensaciones sabemos todos, ahí no hay excusa. Quizá sea mejor ver la película sin saber qué ocurrió en ese Mundial de rugby que se celebró en Sudáfrica en 1995, porque así las emociones se multiplicarán. Pero en el fondo da igual. En el fondo lo que importa es el factor humano, título en España de la novela en que se basa la película y subtítulo aquí del film de Eastwood.
"Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma". Soy un espectador que ha salido de la sala conmovido, soy un tipo feliz de que, otro año más, Clint Eastwood nos haya regalado más de dos horas de Cine. Con mayúsculas. Qué grande.
Invictus se estrena el próximo 29 de enero.
11 comentarios:
Me muero de ganas de verla..Eastwood hace tiempo que me encanta, (aunque con el intercambio lo pasé FATAL con mayúsculas), y Gran Torino es una de mis preferidas..y además en ésta sale Freeman que es y será siempre de lo mejor.
Gran revisión..como siempre;)
Besitos!
Gran artículo.
Yo también me muero por verla.
Llevaré kleenex, que soy de lágrima floja.
Simone, muchas gracias. Pues estoy deseando que me cuentes qué te ha parecido... Y no me extraña que lo pasaras fatal con El intercambio, a mí me pasó lo mismo... y sin ser padre.
Raquel, muchas gracias. Te digo lo mismo, que estoy deseando que me cuentes qué tal. Igual a ti no te hace llorar, porque las emociones que toca te son un poco más ajenas que a mí, pero espero que te guste.
Todavía no la he visto, pero en cuanto lo hago te digo lo que me ha parecido; y digo "todavía" porque ya me ha llegado una discreta copia...
Por cierto, hablando de películas deportivas, he oído hablar muy bien (entre otros a Garci, aunque sé que no es santo de tu devoción) de una película inglesa que se llama "The damned United", que cuenta la historia real de un entrenador inglés que entrenó, si no me falla la memoria, al Leeds United. No sé si sigue en cartelera, porque no ha tenido mucha publicidad, pero hay quien la ha calificado de "mejor película de fútbol de la historia" y la ha incluido entre las mejores de 2009. Tampoco la he visto, pero en cuanto pueda lo hago...
El Mandela que muestra Invictus es un hombre solo pero un hombre muy fuerte a pesar de esa soledad, y que cree fuertemente en lo que hace y sabe cómo hacerlo... qué difícil me parece mantener una postura como la suya, defendiendo al equipo de rugby de los blancos que antes les masacraron, a pesar del escepticismo de su asistente personal, a pesar de la mirada de reproche de su hija y la incomprensión de su gente... yo la vi de la mejor manera posible, porque como no sé nada de fútbol y mucho menos de rugby y soy una perfecta ignorante en muchos trozos que han marcado la historia, no sabía quién ganaría esa Copa del mundo... así que para mí la emoción duró hasta el último minuto...
C.C.Buxter, pues estoy deseando saber qué te ha parecido, sobre todo porque tú ya has pasado por el libro, algo que yo todavía tengo en tareas pendientes. Y sí oí hablar de 'The damned United' cuando se estaba rodando, pero se me había olvidado por completo. Gracias por recordármela, la veré sin duda.
Manuela, pues me das envidia, porque creo que sin saber el desenlace ni cómo se llega hasta él la película gana en emoción. Lo más impresionante de 'Invictus' es justo eso, que no es sólo una película, que esto sucedió en realidad. Pone los pelos de punta...
Quizá no sea la mejor película de Eastwood... pero me ha encantado. Freeman está inmenso como Mandela y la historia resulta hasta emocionante. Incluso Matt Damon realiza un papel más que creíble...
Acabo de verla y, mmmm... mi opinión es un poco más moderada.
Como bien dices, ya he leído el libro, y eso puede ser tanta una ventaja como una contrariedad. Por una parte, puedo comprender mejor la situación política de Sudáfrica, pero por otra se echan en falta cosas. Como es obvio, en dos horas no puedes contar lo que en 350 págs, pero creo que se podría haber ahondado un poco más en lo crítico de la situación en aquella época, en la que había un riesgo muy grande de caer en la guerra civil.
Por lo que es la película en sí, me he alegrado de que Eastwood utilizase la historia de los guardaespaldas, ya que es un microsmos de lo que era la sociedad sudafricana en aquel momento. Morgan Freeman está muy bien, como casi siempre, y lo mismo cabe decir de Matt Damon.
Sin embargo, para ser sincero, la parte de la final se me ha hecho muy larga. Se supone que tiene que ser el gran momento de la película, pero a mí se me ha hecho bastante pesada, salvo los momentos finales, claro.
Por último, dos curiosidades. La escena del avión que sobrevuela el estadio es real; obviamente, tenían autorización para hacerlo, pero sin embargo, nadie esperaba que fuese a pasar tan cerca (de otra manera no se vería el lema que llevaba escrito). Es más, el avión volvió a pasar otra vez. Y en segundo lugar, la película no hace ninguna referencia a que, en la semifinal contra Francia, hubo una gran polémica, ya que a los franceses les invalidaron un tanto (no sé el nombre técnico) al final del partido, que hubiese supuesto su victoria. ¿Villarato en el rugby? :-)
Buxter: supongo que te refieres a un ensayo (TRY), que son 5 puntos y da derecho al tiro libre (Conversión, que son 2 puntos). También están el DROP (tiro a palos durante el juego) y el PENALTY o GOLPE DE CASTIGO (tiro a palos pero sin opción a defensa), que valen 3 puntos. Pero como Sudáfrica ganó de 4, supongo que le anularon un ensayo.
En el pasado mundial (2007), que ganó Sudáfrica en París, a Inglaterra le pasó lo mismo: le invalidaron un ensayo porque los árbitros consideraron que el delantero pisó fuera antes de dejar el balón. No obstante, la victoria fue más que merecida para Sudáfrica que, pese a jugar una final algo sosa, estuvo mucho mejor que la ultradefensiva Inglaterra de Wilkinson. Y lo primero que hizo la selección de Sudáfrica al volver de Francia con la copa del mundo de 2007 fue... ir a homenajear a Mandela.
Y, a modo de recuerdo, en dicho mundial, también ayudaron a Francia en cuartos contra los All-Blacks, ya que le concedieron un ensayo cuando se había producido un claro AVANT (prohibido pase hacia delante). Ay, lo que tiene jugar en casa...
Reverendo, es que pensar en la película de Clint Eastwood es mucho pensar, per ésta es más que digna. Bastante más. Y me pasó lo mismo que a ti. Incluso Matt Damon está bien. Incluso.
C.C.Buxter, a mí no me se hizo nada pesada la parte final, igual es por la emoción de desconocer los pormenores de la final. Ya te diré qué tal aguanta un segundo visionado. A mí lo de los guardaespaldas también me gustó mucho, y estoy convencido de que se quedaron cosas en el tintero, claro. Leeré el libro, tengo ganas de hacerlo.
Y en cuanto al debate deportivo (¡me encanta!), ya sabía que en la semifinal hubo polémica arbitral (¿gana algo algún organizador sin ayudita...?) y me hubiera gustado mucho que apareciera en la película, hubiera sido un signo de valentía, pero... también es verdad que le hubiera restado algo de épica, ¿no...? Gracias, Reverendo, por la aportación documental. Así da gusto, chicos...
Reverendo Pohr, supongo que sería un ensayo, entonces. De lo que se trata es de que, como se ve en la película, durante el partido hubo una lluvia muy fuerte, y parece ser que eso afectó a la cal que delimita las distintas zonas del campo, que estaba totalmente embarrado. Según parece, al final del partido, un jugador francés creyó anotar un ensayo, pero los árbitros opinaron que realmente no había llegado a traspasar la línea delimitadora. Los segundos restantes se decidieron en una melé (creo), en la que los sudafricanos lograron resistir la embestida francesa, impidiendo que traspasasen la línea y ganando el partido. Todavía hoy el jugador francés cree que consiguió anotar el ensayo, pero lo cierto es que perdieron el partido.
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