Porque habrá quien piense que sólo era un tipo que se dedicaba a hacer efectos especiales. Pero no es verdad. Stan Winston valía mucho más que eso. De su mente salieron algunos de las criaturas que marcaron el cine de fentasía de los años 80 en adelante. Sin Stan Winston, Terminator no habría tenido el aspecto que ha pasado a la historia. Ni los Aliens. Ni los dinosaurios de Parque Jurásico. Ni el Depredador. Ni el Pingüino de Batman vuelve. Ni Eduardo Manostijeras. Ni los robots de Inteligencia artifical. Ni tantos seres y criaturas que forman parte de la Historia del cine. De nuestros sueños.
En su juventud, quiso ser actor. Pero no consiguió tener éxito en la faceta interpretativa. Así que entró a trabajar en el departamento de maquillaje de los estudios Disney, gracias a que había estudiado pintura y escultura en la Universidad de Virginia. Ganó cuatro Oscar, dos por su revolucionario trabajo en Terminator 2, antes por Aliens y después por Parque Jurásico. Llevaba años luchando contra el cáncer, pero aún así no dejó de trabajar. Iron Man es su testamento cinematográfico y estaba enfrascado ya en la producción de la nueva película de Terminator, Salvation: The future begins.
Stan Winston dedicó su vida a hacer realidad sus sueños para que los demás pudiéramos tener los nuestros. Eso es muy valioso. Descanse en paz.
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