
La mujer y el monstruo se estrenó el 5 de marzo de 1954. Hoy se considera a este título como parte de los clásicos de terror de la Universal (y como tal se comercializó en la colección de DVDs que vio la luz hace unos años), a pesar de haber sido rodado dos décadas más tarde que los títulos más emblemáticos, el Dracula de Bela Lugosi o el Frankenstein de Boris Karloff. El director fue Jack Arnold, director clásico de fantasía de los años 50, responsable de películas como El increíble hombre menguante o Tarántula, que acabó su carrera en televisión. La mujer y el monstruo fue una de las primeras películas en rodarse con la técnida de 3-D.
Ben Chapman no era un actor. Él fue quien dio vida a la Criatura de la Laguna Negra en las escenas rodadas en superficie. Para las (impresionantes para la época) tomas bajo el agua se contó con Ricou Browning, un nadador profesional que tuvo que aguantar la respiración hasta cuatro minutos para que se pudiera cumplir el deseo de que no se vieran las burbujas de oxígeno bajo el agua. A Chapman le pagaban 300 dólares a la semana por enfundarse el traje del monstruo. No tuvo nunca una carrera en el mundo del cine, apenas un par de pequeños papeles. Pero siempre será la Criatura de la Laguna Negra. La gente le recordaba por ello. Le pedía autógrafos, se hacía fotos con él y acudía a convenciones con cierta regularidad.
No deja de ser curioso que Hollywood esté preparando para este mismo año un remake de La mujer y el monstruo. Breck Eisner (Sahara) será su director. La criatura la encarnará Brian Steele, un tipo con mucha experiencia bajo el maquillaje de monstruos de cine. No en vano ha participado en las dos películas de Hellboy (la segunda llegará este mismo año a las pantallas) y Underworld o en La joven del agua. No es que un remake de este tipo me inspire mucha confianza, pero sólo por el cariño que le tengo a la película original es más que probable que la vea.
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