En el Valle de Elah es una de esas películas que se presentan como una crítica progresista pero que en realidad no saben lo que quieren. No saben cuál es realmente su mensaje porque no se atreve a dar el paso de mostrarse abiertamente en contra del conservadurismo que se propone critcar. Intentan moralizar en lugar de plantear debates y por ello generan rechazo (en la taquilla norteamericana, como todas las películas sobre Irak, y entre el público de a pie, como se demuestra escuchando a la gente cuando sale del cine en España). Mezclan grandes momentos con otros que uno no sabe muy bien cómo clasificar. Les sobra metraje, porque con pequeños detalles intentan desviar la atención del espectador para que no se dé cuenta de la sibilina manipulación de la que está siendo objeto. Y se pierden y nos pierden al mismo tiempo y con la misma facilidad.
¿Es En el Valle de Elah una mala película? Yo no diría eso, puesto que tiene algunos alicientes y algunos muy buenos momentos. ¿Es una buena película? Tampoco sería capaz de decirlo, porque no me llega ni el mensaje ni la forma en que me lanzan ese mensaje. El filme cuenta la historia de un policía militar ya retirado (Tommy Lee Jones) que se lanza a la búsqueda de su hijo, también militar, desaparecido poco después de regresar de Irak. En esa tarea encontrará la ayuda de una agente de policía despreciada por muchos sus compañeros (Charlize Theron). El muchacho, como era de suponer (aunque no se nos dice casi hasta la media hora de película, y es en esa primera parte donde sobra más metraje), aparece muerto y la búsqueda del hijo se convierte en la de sus asesinos.
Lo mejor de esta película, sin duda, son los actores. Tommy Lee Jones siempre ha sido un actor brillante y lo demuestra una vez más. Su creación de un rudo, avejentado y entristecido militar retirado es formidable en toda la película. No flaquea, conmueve siempre aunque el guión no lo haga, solo o acompañdo por otros actores en escena, con la palabra y con la mirada, sobre todo con la mirada. Charlize Theron, actriz a la que sólo parece apreciarse cuando aparece en pantalla afeada, vuelve a dar muestras de que es fantástica en su trabajo. Pocas miradas como la de esta mujer son tan fuertes en pantalla. Pocas aguantan un cara a cara constante tan intenso y tan cambiante con un actor del calibre de Tommy Lee Jones (brillante también su enfrentamiento final con Jason Patric). Si la tiranía de la belleza y la juventud de Hollywood se lo permite, envejecerá delante de la pantalla y crecerá como actriz más todavía.
Susan Sarandon tiene un brevísimo personaje (cabría más hablar de apariciones que de personaje por su escaso tiempo en pantalla; una pena, talento desaprovechado) y eso le vale para dejarnos uno de los cara a cara más brillantes de los últimos años, sin compartir espacio físico ni plano, con Tommy Lee Jones. Soberbia la conversación telefónica en la que él le dice a ella que su hijo está muerto, sencillamente soberbia y conmovedora. Y junto a estos tres magníficos actores, un elenco de secundarios del que sobresalen un par de nombres que bordan sus papeles, actores como Jason Patric (¿quién iba a decir que que el protagonista de Speed 2 podría hacer un buen papel?) o Josh Brolin (actor a seguir, brillante en American Gangster, aquí demasiado breve pero intenso en un papel bastante similar).
En el Valle de Elah es la segunda película como director de Paul Haggis. Su nombre comenzó a sonar, a pesar de llevar muchísimos años en el negocio, como guionista de esa maravilla que es Million Dollar Baby. Después de se colocó detrás de la cámara para dirigir Crash, la sorpresa en los Oscar de hace dos años, una película que nunca me ha terminado de llegar ni conmover y que me pareció sumamente fácil y nada arriesgada de realizar. Tan poco arriesgada como En el Valle de Elah. Sí, el tema que trata es controvertido (los efectos de la guerra de Irak en los soldados que allí van destinados), pero el enfoque es tremendamente superficial (como le pasaba a Crash aunque en su día se hablara de ella como una película valiente y comprometida).
Sobra decir que busca ser una crítica a la intervención norteamericana en Irak (no deja de resultar curioso que haya ni un solo cineasta norteamericano que quiera dar una visión más favorable o que no se haya atrevido a rodar ese punto de vista, que, por otra parte, tiene muchos adeptos en Norteamérica). Pero parte de la confusión, se desarrolla en una confusión aún mayor y al final uno no sabe qué quiere contar realmente la película. La culpa de eso también hay que buscarla en la amalgama que suponen las tres personalidades que se ofrecen del hijo militar muerto, que apenas llega a aparecer en la película, que son imposibles de fundir en un mismo personaje. No es creíble que el buen soldado que tiene su padre en la mente, el soldado más o menos sensible que se ve en Irak y el macarra que se presenta en Estados Unidos sean la misma persona. No es creíble en asboluto. Y ahí flaquea la película, casi tanto como en la previsible resolución de la intriga policial.
Por el camino queda una metáfora tan obvia que da título a la película (el Valle de Elah es el lugar donde David se enfrentó a Goliath, se supone que es una acusación al Gobierno de Estados Unidos de mandar a unos jóvenes a una guerra con sólo unas piedras para derrotar a un enemigo invencible) y que ofrece un par de escenas formidables. Pero eso puede que sea sólo por el talento de un reparto formidable. Paul Haggis sigue sin hacer una película verdaderamente apreciable como director, a pesar de que la crítica le suele dar todo su fervor. Le sigo prefieriendo como guionista de ese genio que es Clint Eastwood. En conjunto, En el Valle de Elah se queda como una decepcionante película con un reparto impresionante.
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