
Se me hace raro decir que el Joker ha muerto cuando ni siquiera he visto la película en la que aparecerá el personaje. Pero es muy propio del mundo cómic la muerte del villano. Y es muy propio de la vida real la muerte de un actor joven, con un futuro prometedor, en circunstancias extrañas. No seré yo quien diga que Heath Ledger se ha suicidado a base de pastillas. No voy a caer en ese sensacionalismo tan sencillo para el periodismo de hoy en día porque no tengo ni la más remota idea de lo que rondaba la cabeza de Heath Ledger antes de echarse a dormir para siempre. Pero el caso es que ha muerto. Y, como se dice por ahí, lo único que no tiene solución es la muerte.
Cuando oí que Christopher Nolan había escogido a Heath Ledger para encarnar al Joker en The Dark Knight no le había visto en ninguna película. La elección me sorprendió, me pareció bastante insólita y a priori muy alejada del concepto del personaje, pero no podía juzgar al actor. Eso sí, confiaba en Nolan. Lo que hizo en Batman begins fue espectacular y tenía carta blanca, al menos por parte de este fan absoluto del universo de Batman, para encarar la secuela como quisiera. Todavía no hemos podido ver a Ledger y ya se nos ha muerto. Qué injusto.

Rápidamente han surgido recuerdos de otros casos. Hay quien se acordó de James Dean. Hay quien pensó en River Phoenix. Desde que me enteré de su muerte, y precisamente pensando en su imagen como el Joker, no me quito de la cabeza a Brandon Lee, que murió durante el rodaje de El Cuervo. Lee y Ledger nos dejarán para el recuerdo su cara pintada de blanco dando vida a un personaje del mundo del cómic. Qué irónico es el mundo del cine de vez en cuando...
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