domingo, octubre 23, 2011

Soberbia 'Criadas y señoras'

Soberbia. Criadas y señoras es soberbia. Sé que es bastante posible que lejos del mercado americano haya mucha gente que no termine de asumir la historia que cuenta, la vida de las criadas negras y de las mujeres ricas blancas para las que trabajan en un pequeño pueblo de Mississippidurante los años 60. Sé que tiene algunos defectos, que tienen más que ver con el clasicismo que asume desde el principio que con cualquier otra cosa. Pero para mí una película que cuenta con un gran guión y un sobresaliente grupo de protagonistas sólo puede ser soberbia. Porque emociona, conmueve, divierte, hace pensar y deja una satisfacción inconmensurable cuando uno sale del cine. Porque es prodigioso el nivel interpretativo que dan todas las protagonistas de la película, no sólo las más populares Emma Stone o Bryce Dallas Howard, sino también Viola Davis, Octavia Spencer o Jessica Chastain. Sí, se ven venir ciertos giros argumentales. Sí, el final sólo podía ser el que es. Pero qué bien sienta ver de vez en cuando una película con semejante factura, con tan buen diseño de producción, con un esquema clásico y, como decía, sobre todo con un grupo actoral imposible de igualar.

El drama racial vende mucho en Hollywood. Quizá no tanto en Europa, menos en España, donde la dimensión de aquel problema no se llegó a vivir cuando se estaba produciendo, ya que en los años 60 la igualdad entre blancos y negros era la menor de nuestras preocupaciones locales. Y es un tema muy trillado en el cine. Sin embargo, no todas las películas que lo han tratado consiguen introducir el tema de una forma tan elegante e involucradora como lo hace Criadas y señoras. Eso es otro de los aspectos que hace de ésta una película soberbia. Porque es una historia doble, con dos narraciones paralelas. Por un lado, la que ofrece la voz en off de Aibileen (Viola Davis), una mujer negra que trabaja en la mansión de una adinerada familia de Mississippi. Por otro, el de Skeeter, una joven blanca que regresa a casa con la ilusión de convertirse en una escritora. Ambas vidas, desde polos opuestos, tienen sabores amargos, y ambas mujeres van creciendo según se precipitan el acontecimiento que narra la película, que no es otro que la gestación de un libro que recoja el punto de vista del servicio, de las mujeres negras que trabajan para familias adineradas, en plena lucha por los derechos civiles del colectivo afroamericano.

Tate Taylor dirige y escribe la adaptación de la novela de Kathryn Stockett. Al parecer, ambos son amigos de la infancia. Para ella fue su primera obra literaria. Para él, la segunda cinematográfica después de la desconocida Pretty Ugly People. Pero en la pantalla no se vislumbra semejante bisoñez. Ni tampoco que un hombre blanco rueda una historia de mujeres blancas y negras. Hay maestría, hay saber hacer, una historia formidablemente bien construida. Hay talento, mucho talento. Y, sobre todo, un acierto incuestionable a la hora de conformar lo mejor de la película: su reparto. Viola Davis confirma la poderosa presencia que mostró en La duda (aunque entonces quedara eclipsada como secundaria por tres actuaciones prodigiosas). Emma Stone confirma su inmensa categoría como actriz, y esta vez en registros totalmente alejados de la comedia que la dio a conocer, Rumores y mentiras. La para mí desconocida Octavia Spencer es tan poderosa como Davis pero desde una personalidad completamente distinta. Bryce Dallas Howard (La joven del agua) evidencia que es mucho más que una presencia bonita o simplemente la hija de Ron Howard, que es como llegó al mundo del cine. Jessica Chastain (El árbol de la vida) encandila con una sencillez admirable.

Y podría seguir porque todo el reparto está inmenso. Aunque aquí se podría encontrar la primera pega a la película: el nulo peso que tienen los personajes masculinos en la historia. Cierto es que estamos ante un filme de mujeres, pero a veces parece que la mirada de los escasos hombres de la historia se hace desaparecer a conveniencia. Algún contrapunto más habría sido beneficioso para redondear la obra, sobre todo en lo que se refiere a la relación entre Skeeter y Stuart, ese esquivo joven al que le presentan con el fin de que inicie su búsqueda de marido (fascinante subtrama, por cierto, la de la personalidad y vida social de Skeeter, que también ahonda de manera realista en cómo eran los años 60 para ciertas costumbres que hoy ya están socialmente aceptadas; ojo, por cierto, al enorme gag sobre el tabaco una de las primeras escenas de la película). Puestos a buscar otra pega, es evidente que en la película hay un espíritu inspirador, un ánimo de conquista social, que sólo puede derivar la historia hacia un punto muy concreto, lo que hace que algunos giros se vean venir con demasiada facilidad. ¿Pero quién dice que el cine vive de las sorpresas? No es así y Criadas y señoras es una muestra evidente.

Porque todo aquí funciona. Funcionan los grandes momentos (se pone la carne de gallina cuando Skeeter descubre por qué le ha pedido Henry, el camarero, que se vaya cuanto antes a casa de Aibileen), el duelo interpretativo crece a dimensiones formidables (inolvidables las conversaciones llenas de complicidad entre Emma Stone y Viola Davis, o las trufadas de dobles intenciones entre la primera y Bruce Dallas Howard), funciona en la parte más dramática (impresionante silencio que lo dice todo cuando Tate Taylor completa con maestría y desde otro punto de vista la escena que abre la película) y funciona en la comedia (brutal la escena en la que se descubre el gran secreto Minni y Hilli, los personajes de Octavia Spencer y Bryce Dallas Howard; o la magnífica aparición secundaria de una Sissy Spacek a la que se echa de menos en el cine), funciona la ambientación y funciona el montaje. Funciona todo. Por eso es una película soberbia. Pero si por algo tiene que destacar es por el inolvidable duelo interpretativo de dos actrices que nada tienen que ver, Viola Davis y Emma Stone, que obligan a quitarse el sombrero y a salir del cine con una sonrisa en los labios. Dicen que será la sorpresa en los Oscars, porque nadie contaba con ella antes de estrenarse. Yo sólo puedo añadir una cosa: bravo.

3 comentarios:

Meg dijo...

Quiero verla, pero quiero que me de tiempo antes a terminar el libro, a ver si puede ser... Por lo que leo, me va a encantar!!!

Jo Grass dijo...

Juan, ya te dije cuando vi tus fotos de la premiere que quería ver la peli y leer el libro. Ahora, leyendo más tus sabias apreciaciones todavia tengo más ganas. Lo que me falta es tiempo, arggg.
Es cierto que los dramas raciales han sido un tema recurrente en Hollywood y supongo que en Europa, que también los ha habido y los hay, se ha tratado de otra manera porque las desigualdades e injusticias sociales por razones de cultura o de piel están más que nunca a la orden del día.
Brillante, como siempre, Juan. Qué ganas de ver la peli!
Besos

Juan Rodríguez Millán dijo...

La pequeña Meg, pues yo a ver si me hago con el libro, que me han hablado muy bien de él...

Jo, muchas gracias por lo de sabio, más quisiera, je, je, je... Seguro, seguro, seguro que esta la ves, y espero que te guste...