viernes, febrero 11, 2011

'Enredados'... y encantados

Disney siempre será Disney. Y eso significa ser la mayor y mejor marca de la animación de toda la vida. Cierto es que Disney ha estado perdida unos años, devorada por la genialidad de Pixar (y a pesar de que compartan marca desde el principio, primero como distribuidora de los filmes de John Lasseter y compañía y después como la misma empresa), angustiada por la competencia de otros estudios (por mucho que sólo ocasionalmente ofrezcan éstas productos que puedan rivalizar con ella), y quizá algo inadaptada a los nuevos tiempos. Pues eso se acabó. Y se acabó como se tenía que acabar, con una vuelta a los orígenes pero entendiendo los nuevos tiempos. Tiana y el sapo marcó el camino, pero Enredados (Rapunzel) es la película que marca el inicio de una nueva era para Disney, una en la que vuelve a maravillar a niños y adultos, una en la que los cuentos de hadas vuelven a ser su base temática y la excelencia en la animación su marca de fábrica. Una en la que se puede esperar cada película con el ánimo de que iguale o supere a la anterior. Enredados consigue todo eso porque es una delicia. Como las de toda la vida.

No podía ser más que con un cuento clásico reconvertido a lo que espera un público de hoy en día. Rapunzel es una historia que hicieron popular los hermanos Grimm (aunque el filme animado casi se limita a usar la premisa inicial del relato clásico y el nombre de su nueva heroína), como Blancanieves, La Cenicienta, La bella durmiente o El príncipe rana. Nótese que todos ellos son clásicos Disney... y el último de ellos la historia en que se basó, muy libremente, Tiana y el sapo. Es decir, que la compañía de Mickey Mouse ha entendido el mensaje. Que para competir con otros estudios no se espera de la marca Disney títulos como El planeta del tesoro, Lillo y Stitch o Zafarrancho en el rancho. Se esperan cuentos de hadas, se esperan heroínas como protagonistas, se esperan historias de amor y magia, se esperan bandas sonoras como las clásicas de Alan Menken para La Bella y la Bestia, Aladdin o La Sirenita (y Enredados, no podía ser de otra forma, tiene música de Menken). Disney tiene un modelo que nadie más sabe llevar adelante. No es casualidad que Dreamworks empezara su andadura con Shrek, una parodia de aquello que Disney maneja como nadie.

Hechas estas precisiones, Enredados cuenta con dos claros referentes. El primero es, precisamente, La Sirenita. Y no es un referente baldío, pues fue el filme que inauguró la última época dorada de Disney, la que llegó a la cima con la nominación al Oscar a la mejor película para La Bella y la Bestia y con la multimillonaria recaudación de El rey león. Rapunzel, como Ariel, es una jovencita apriosionada en un mundo cerrado (por mucho que el de la sirena sea la inmensidad de los océanos) y ansiosa de conocer qué hace fuera de él. La joven de larga cabellera, tal y como se nos cuenta en un formidable prólogo (que tiene un parecido momentáneo y absolutamente sorprendente con el de... Megamind), es una princesa raptada cuando es sólo un bebé por una bruja que se hace pasar por su madre para aprovecharse del poder que encierra el pelo de la niña, el secreto de la eterna juventud. Por ello, la encierra en una torre confiando en que nadie la encuentre nunca. Pero quien da con ella es un apuesto y joven ladrón, un granuja irónico que llega a su torre huyendo de los guardias de palacio y que accederá a llevar a Rapunzel a donde ella quiere ir para cumplir un sueño a cambio del objeto que había robado.

El segundo referente, uno que sin duda poca gente citará al hablar de Rapunzel es Simbad. La leyenda de los siete mares. Se trata de unas de las películas más entretenidas producidas por Dreamworks a pesar de que no sea en absoluto de las más famosas, y es la que marcó una línea que hasta Enredados nadie ha sabido entender: una historia y unos personajes clásicos vistos con un sentido de la aventura tan clásico (valga la redundancia) como inigualable. Eso es Enredados. Y en eso triunfa sobre todo durante la primera mitad de la película, una auténtica montaña rusa de acción, aventura y música en la que nada sobra, nada falta y casi todo maravilla (aunque algunos números musicales casi parezcan sobrar, al menos para el público adulto). Y en ese concepto de montaña rusa, encaja un guión cuidado hasta el más mínimo detalle y que establece las relaciones entre los distintos personajes de forma casi perfecta y con un sentido del humor formidable y muy variado (¡incluso aparece un mimo!). Como decía, nada sobra, nada falta y todo evoluciona a los mejores lugares posibles, de la montaña rusa aventurera a la montaña rusa emocional.

En cuanto a la animación, Disney siempre será Disney. La excelencia tiene que ser su baremo. Y eso parecía perdido. Quizá era por la ausencia de escenarios mágicos en tantas de sus últimas películas, pero lo cierto es que Enredados recupera un poderío visual que parecía perdido. Una magia en la imagen llevada al extremo de movimientos de cámara tan hermosos como imposibles, producto del inmenso avance de las técnicas de animación y algo con lo que el propio Walt Disney no llegaría siquiera a soñar, pero también una magia procedente de la imaginación de siempre (atención a la preciosa y preciosista escena de los farolillos, capaz de dejar boquiabierto a cualquier espectador, de la edad que sea). Es animación por ordenador, pero casi da la sensación de ser animación tradicional. Porque uno ve el agua y cree estar en el mundo de La Sirenita, ve el castillo y piensa en La bella durmiente, ve la magia de la melena de Rapunzel y es imposible no pensar en la transformación final de La Bella y la Bestia. La magia de Disney ha vuelto, y lo ha hecho con fuerza.

Enredados no está al nivel de los grandes títulos de Disney (de los grandes de verdad, que ya son unos cuantos), pero sí al de bastantes dé los títulos clásicos que todos tenemos en la cabeza. Es, sin duda, un paso adelante pero en la misma dirección con respecto a Tiana y el sapo. Es una hermosa película de aventuras, una fascinante historia de amor (qué mejor forma de celebrar San Valentín, que no se diga que ya no quedan románticos...), un magnífico retrato de personajes al estilo Disney. Aunque es un personaje más que interesante por momentos, quizá la mala no entre en el panteón en el que están la bruja de Blancanives, Scar de El rey León, Maléfica de La Bella Durmiente o tantos otros. Ese es el único pero que se me ocurre ponerle a esta deliciosa película, que irá eliminando escena a escena las reservas que puedan tener los adultos que la vean acompañando a sus niños gracias a su sentido del humor, con su historia bien construida y con sus personajes fuertes y creíbles. Los niños están ya convencidos y encantados desde el principio. Y dicen que los niños nunca mienten.

5 comentarios:

María dijo...

Tengo muchas ganas de verla. Nunca falto a mi cita con Disney.
Muchos besos!!

Estela dijo...

Que ilusión ver que hablas de Disney!
Para mi Disney es sonónimo de magia, nunca me pierdo una peli suya y son de las pocas a las que vamos toda mi familia junta a verlas.
Aún no he visto de la que hablas aquí, pero estoy de acuerdo contigo, ultimamente me estaban decepcionando bastante en sus cuentos, aunque Tiana y el Sapo me encantó, es una versión libre del clásico mito del príncipe rana, y el hecho de que la prota fuera de color me parece todo un avance en la sociedad.
Me ha encantado tu crítica de hoy y me muero de ganas por verla!
Un besito

Juan Rodríguez Millán dijo...

María, es que Disney es genial, siempre lo ha sido y seguramente siempre lo será. Con sus altibajos, pero genial. Seguro que la disfrutas.

Estela, ¡claro que sí, me encanta Disney desde siempre, je, je...! Espero que la veas pronto y que me cuentes qué tal, ¿vale...?

Estela dijo...

Ya la he visto! Me ha encantado! Tienes razón, recupera mucho el espiritu de Disney que hacía tiempo que no se veía en sus pelis.
Ideal!
Un besito

Juan Rodríguez Millán dijo...

Estela, ¡me alegro mucho de que te haya gustado! Es que es justo eso, es una película Disney que se podría haber hecho hace diez o quince años, por eso me gustó tanto...