Desde hace ya algunos años, se ha impuesto un cine coral sobre problemas reales. Es un cine que, al margen de la opinión que pueda tener cada espectador después de verlo, se vende con la vitola de gran cine. Suelen destacar sus repartos, formados por grandes actores y/o grandes estrellas. Se suelen destacar, sobre todo de forma previa, sus guiones, pensandos para entrelazar a los personajes más dispares para llegar a un gran pico dramático hacia el final de la cinta. Madres e hijas forma parte de esta corriente que alcanzó su cumbre en 2004, cuando Crash logró los Oscars a mejor película y mejor director. Y para mí es un cine engañoso. Porque encierra virtudes, pero también defectos. Y poca gente se detiene en los defectos, mientras que las virtudes se ensalzan, lo que me deja siempre la sensación de estar viendo un cine, además de engañoso, sobrevalorado y relativamente fácil de hacer.
Madres e hijas está dirigida por Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez (detalle totalmente superfluo a la hora de evaluar su cine, pero que también se indica siempre para ahondar en esa vitola previa de gran cine). Dicen los que conocen su obra como guionista y director (tanto de cine como de televisión), que la película sigue muchas de las constantes de sus anteriores trabajos. Me encuentro en su filmografía con una película para televisión que se titula Fathers and sons, con lo que esa idea se refuerza en mi mente. Y descubro que entre los productores ejecutivos de esta película está Alejandro González Iñárritu, director que se hizo famoso con historias que forman parte de este tipo de cine al que me refería al principio, de historias cruzadas, reparto coral y dramas personales (Amores perros, 21 gramos, Babel). Y releo los dos párrafos anteriores y compruebo que en realidad todavía no he dicho nada sobre la película de Rodrigo García.
La sensación que me deja es, nuevamente, que es un cine fácil de hacer, un cine que esconde tras las emociones los valores cinematográficos que le faltan. Y lo mejor que puedo decir de ella es que tiene un reparto impresionante. A su cabeza, una maravillosa Annette Bening. Su papel está lleno de matices, repleto de luces, y cargado de momentos memorables. Supera con creces el retrato de su personaje que aparece en el guión (que más que bien evolucionado me parece algo confuso en ocasiones), lo engrandece, lo lleva a lo más alto. No importa el estado emocional de la escena, la actriz lo borda. Ella es el núcleo, el corazón y el alma de Madres e hijas. Con ella en pantalla, la película funciona. Sin ella, la cosa decae algunos puntos, a pesar de que Naomi Watts también aporta mucho al filme. Es Watts una actriz que me resulta muy peculiar. A veces da la impresión de que pasa por las películas y a veces se las come. Aquí une escenas de las dos categorías, pero la sensación con la que uno termina es de grandeza, paralela al crecimiento piscológico de su personaje según pasan los minutos de película. Ese sí es el gran acierdo del guión.
Y es que para muchos el guión es perfecto, pero para mí tiene agujeros. Los tiene precisamente en la dirección en la que apunta el título. La película va sobre madres e hijas, dice ese título, pero no termina de ser cierto. Más correctamente, habría que decir que va sobre mujeres, aunque quiera arrastrar al espectador a las relaciones entre madres e hijas, algo que nunca termina de hacer completamente porque se deja llevar por otros muchos asuntos. Y por el camino se quedan los retratos masculinos, algo pisoteados (quizá ahí se salve el personaje de Samuel L. Jackson a pesar que su actuación está por debajo de sus compañeras de reparto) en la pretensión de crear un universo femenino singular. Si en algo se nota es en la nula credibilidad emocional de quien actúa como marido de Kerry Washington (la actriz menos sólida de la película, que simplemente cumple con el papel). Todo lo contrario desprenden dos actrices más desconocidas y jóvenes, de las que ojalá se hubiera visto más en la película, Brittany Robertson (la vecina ciega de Watts) y Tatyana Ali (la hija de Jackson).
Llega el final de la película y es cierto que queda una historia hermosa y emotiva. Es cierto que hemos visto grandes actuaciones, sobre todo, insisto, la de Annette Bening. Y es también cierto que algunas escenas dejan el corazón en un puño y la lágrima a punto de brotar. Pero falta algo. Quizá la sensación de ver algo nuevo, que no se tiene en toda la película. Quizá un ritmo cinematográfico más constante, porque no todas las historias interesan de la misma manera durante todo su desarrollo. Quizá una mayor definición de los personajes masculinos, no para quitarle sentido al título de la película, sino para potenciarlo. Pero falta, sí, falta algo en Madres e hijas, que no tiene nada que ver con la percepción en femenino o en masculino que tenga el espectador y sí mucho en lo que significa y transmite todo este tipo de cine.
2 comentarios:
Vaya, Juan: Esta vez no estoy para nada de acuerdo. Creo que Manuela ya habló de esta peli y recuerdo que tu comentario iba en la línea de lo que expresas ahora, y que no pretendo enfrentar ni rebatir porque sencíllamente tenemos dos puntos de vista, y también creo, en este caso que la película responde a su objetivo, que no va más allá de mostrar unas realidades, desde la óptica de lo emocional. Puede que no aporte nada nuevo ni cinematográfico pero lo que muestra es genial, porque resulta preciso, en las palabras , los gestos y...en mostrar lo que lleva consigo la maternidad. A mí me sorprendió que fuera una peli de un hombre, y este tipo demuestra un conocimiento profundo de la psique femenina, y consigue sacar de esas actrices una interpretación espectacular.
besitos
Jo, ya sabía yo que en esta no íbamos a coincidir, je, je, je... Sí revisé esa entrada de Manuela antes de ponerme a escribir y vi que comentaste que la película te había encantado. Es lo que dices, tenemos puntos de vista que esta vez no se encuentra, es una de esas cosas que hacen maravilloso el cine, ¿verdad? Yo vi todo lo que dices, pero sólo en las interpretaciones (y eso seguro que también es mérito de su director). No sé, lo demás me parece cojo...
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