Corazón rebelde es Jeff Bridges. Algo más, muy poco, hay en este melodrama con música de country de fondo, pero la verdad es que, si no fuera por la maravillosa actuación de Bridges, este filme no pasaría de tener una emisión en la sobremesa de cualquier canal de televisión. La historia es tópica, el guión falla en diversos momentos y los secundarios aparecen y desaparecen de una forma un tanto artificial. Pero todo eso se olvida cuando él aparece en pantalla. Cuando habla. Cuando canta. Cuando fascina con la mirada, con los gestos. No es fácil que un actor se apodere de una película con tanta facilidad como lo hace él aquí, ni siquiera aunque el foco de la misma esté siempre sobre él. A veces, cuando la película es buena, eso convierte la actuación en superlativa. La de Jeff Bridges lo es aunque el filme no esté a su altura. Quizá por eso, y aunque le haya reportado un Oscar, en unos años muchos habrán olvidado hasta el título. A Jeff Bridges no, eso es imposible.
Bridges interpreta a Bad Blake, un cantante de country que pasa por una mala época, personal, profesional, económica e incluso de salud, debido a las altas cantidades de alcohol y nocotina que introduce en su cuerpo cada día. Es un hombre cansado de la vida pero que sigue caminando por ella. Tiene que recorrer Estados Unidos en su furgoneta para cantar en los sistios más insospechados, desde pequeños clubes hasta boleras. Y en esto que le cambia la vida cuando se cruzan dos personas en su devenir. Por un lado, una periodista mucho más joven que él (Maggie Gyllenhaal), sobrina de uno de sus ocasionales músicos. Se acabará enamorando de ella, y ella de él, claro, aunque la historia no será siempre feliz. Por otro lado, un exitoso cantante (Colin Farrell) al que Blake le enseñó a moverse en el negocio y para el que ahora tendría que actuar para conseguir algo de dinero. Nada nuevo en el horizonte, una historia mil veces vista y que, como tantas otras veces en el cine norteamericano, juega con géneros musicales autóctonos.
El principal problema de Corazón rebelde reside en el guión, escrito por el también director de la película, el debutante tras la cámara Scott Cooper. Le falta ritmo, le falta tensión y no escoge demasiado bien qué aspectos de la vida de Bad Blake podrían haberle dado más fuerza dramática al conjunto. Escamotear con media escena la faceta de la rehabilitación del alcoholismo del protagonista es una lástima. Obviar demasiado al personaje de Maggie Gyllenhaal durante largos tramos de la película, también. Y si el filme no se hunde en el aburrimiento y la rutina es, precisamente, por la magnética presencia de Bridges, quien además interpreta las canciones de su protagonista (con un deja vu incluído, un homenaje seguramente no buscado al Nota, el personaje de Bridges en El gran Lebowski, al verle entrar con su sombrero tejano en una bolera). El Oscar es merecido, muy merecido, porque, como decía, el actor es la película, con todo lo bueno (para él) y lo malo (para el resto del filme) que eso supone.
Tal es el influjo de Jeff Bridges, que todos los demás personajes quedan difuminados, incluso el de Gyllenhaal, brillante por momentos y oscurecida en otros, y a pesar de que la actriz también fue nominada a la estatuilla dorada. O el de Robert Duvall, al que siempre da gusto recuperar para el cine. Quizá lo mejor que quede en el horizonte (además de las pegadizas canciones de country que, guste o no el género, acaban por hacer que el espectador se mueva) sea el final de la película, a pesar de que eso incide en la falta de definición de la misma. Uno no sabe si es un grito para la redención de las almas perdidas, una tragedia de alguien a quien no se puede recuperar o, simplemente, el seguimiento de las andanzas de un personaje pintoresco cuya vida está llena de altibajos. Si hay que decantarse por una de estas tres opciones, me quedo con la última. Y es una pena, porque su aceptación implica rebajar mucho las miras de la película. Con el magnífico trabajo de Jeff Bridges, se podría haber montado un circo mucho más interesante a su alrededor, pero, exceptuándole a él, se queda un biopic musical más.
5 comentarios:
Ya te dije que me había encantado jeff Bridges porque borda el personaje, se come la pantalla y todo gira en torno a su historia. Si es cierto que quizás algunos de los secundarios están poco aprovechados o quedan diluidos por la presencia del protagonista y la historia principal. No me parece un guión fallido o con cabos sueltos porque creo que refleja perfectamente el mundo que describe.
Un besote
yo estoy con Jo, me gustó mucho, me conmovió la historia y bailé a ritmo de country cosa casi milagrosa porque odio el country... estoy contigo que sin el bueno de Bridges quién sabe qué sería de esta peli, pero eso pasa con tantas otras... un abrazo
Este finde la Alicia de Burton!!!! Lo tengo dificil para escaparme al cine y estoy deseando verla, uyyyy
Bridges siempre fascina, a mi me lleva fascinando des de hace años...increíble! Hay que recordar también el gran papel que hizo en American Heart!
saludos!
Bli
Jo, yo sí veo que el guión decae por esos detalles que te comento, a mí me dejó la sensación de que no han sabido contar una parte esencial del personaje. Pero Jeff Bridges está tan inmenso... De Alicia ya habrás leído que he salido decepcionado...
Manuela, tienes toda la razón, eso pasa con muchas películas, actores y personajes. Por eso me parece tan importante destacar este papel de Jeff Bridges. Yo no lo odio, pero tampoco es que el country esté entre mis géneros favoritos. Y aquí engancha, ya lo creo que engancha...
Blimunda, yo creo que le descubrí viendo Starman de niño... y creo que nunca me ha dejado indiferente. Es un gran actor, que al final ha encontrado el reconocimiento que merece.
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