miércoles, febrero 11, 2009

'Mi nombre es Harvey Milk': Sean Penn por encima de todo

No es fácil evaluar una película como Mi nombre es Harvey Milk. Con una temática comprometida, una historia que es necesario contar (y extrapolar a otros hechos de la historia más reciente, y no sólo de Estados Unidos) y un actor impresionante encabezando el reparto, es fácil caer en la tentación de pensar que estamos ante una película de esas que perduran en el tiempo. Pero a mí se me queda coja por muchos sitios. Si este filme permanecerá en la memoria es casi exclusivamente por Sean Penn y por el espléndido reparto que tiene. Lo demás, y a pesar del reconocimiento que ha obtenido esta película en las nominaciones a los Oscar, queda muy por debajo de las posibilidades que ofrecía el material y, por desgracia, se queda en un biopic más.

Mi nombre es Harvey Milk narra la historia del primer político norteamericano que hizo pública su condición homosexual antes de ser elegido. Una historia sin duda fascinante, por todos los matices políticos y sociales que tiene. Existe un documental titulado The times of Harvey Milk que, según dicen (no lo he podido ver), es ujna auténtica joya. La adaptación cinematográfica de este hecho real lleva muchos años, pasando por las manos de directores muy diferentes entre sí. El propio Van Sant pudo hacerla hace más de quince años (con Robin Williams como protagonista) y después estuvieron cerca de dirigirla Oliver Stone (¿cómo hubiera sido esta película en manos de un polemista como Stone?) y Bryan Singer.

Sean Penn por encima de todo, decía. Y es verdad. Es un actor inmenso y lo demuestra película tras película. Aquí crea un personaje formidable. La limitación de dar vida a un personaje real es para Penn una oportunidad de ir evolucionando un personaje. En cada escena se ven cambios, poco tiene que ver el Harvey Milk inicial que no sabe qué hacer con su vida con el que acaba ocupando un puesto político de relevancia, en sus gestos, en sus palabras y hasta en sus miradas. Está sencillamente fantástico. Y el resto del reparto no se queda atrás. Desde un formidable Josh Brolin (otra vez demostrando una capacidad camaleónica envidiable; ¿cómo es posible que este mismo actor sea el que viene de dar vida a George Bush?), hasta un muy creíble James Franco, pasando por Diego Luna o Emile Hirsch. Todos formidables, convincentes y convirtiéndose en el pilar fundamental de la película.

Pero el resto falla. Van Sant no termina de darle un aire propio a la película. Las elipsis son confusas y en algunas cosas inexplicables, el director no acaba de decidir si le interesa un Harvey Milk narrador (al que introduce en algunos momentos) o simplemente protagonista de la historia, no termina de saber si quiere contar una odisea personal (la de Milk, con su pareja, con su carrera, con su vida) o la de un colectivo (el de homosexuales y la lucha por el reconocimiento de sus derechos), si quiere una historia cinematográfica o una casi documental. Y, así, se mueve entre un tono de cine independiente y de gran producción hollywoodiense sin concretar demasiado. Y con tanto interés en mostrar cómo es la comunidad gay de San Francisco, queda la sensación de que no forma parte del mundo real. En el lado positivo, además del reparto, hay que colocar la interesantísima banda sonora de Danny Elfman, que demuestra que se mueve bien en la realidad, alejado de los mundos fantásticos que ya ha conquistado de la mano de Tim Burton.

Mi nombre es Harvey Milk es una de esas películas necesarias, pero que no llegarán a todo el público que podría haber alcanzado de la mano de otro director. Una película fundamentalmente de actores y, en especial, de su protagonista, de un Sean Penn magnífico como casi siempre. Pero una película que, probablemente, se olvidará con rapidez, sobre todo si no es la ganadora en la noche de los Oscars. Quedará más como lección de historia moderna que como película. Y sigo dándole vueltas a los títulos de las películas en España. ¿Por qué Milk se traduce aquí como Mi nombre es Harvey Milk? Algún día habría que investigar quiénes deciden estos cambios y en base a qué criterios...

2 comentarios:

Doctora dijo...

Sean Penn es uno de los pocos actores que conozco que pueden interpretar a un político homosexual y a un asesino despiadado y resultar creible en los dos papeles.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora, eso es lo que le hace grande, su gran cantidad de registros. Me alegro de que coincidamos...