viernes, febrero 27, 2015

'Samba', emoción complaciente

Después del exitazo de Intocable era inevitable tener curiosidad por ver cómo sería la siguiente película de Eric Toledano y Olivier Nakache. Partiendo de la base de que cualquier comparación entre ambas es tan injusta como absurda, de Samba se puede decir que es un buen filme. Sus directores saben encontrar el lado más divertido de los problemas sociales más acuciantes, en este caso la inmigración ilegal, y conjugar eso con una historia tan humana como la de Samba Cissé, un senegalés que lleva diez años viviendo en Francia y que empieza a tener problemas de papeles precisamente a causa su carácter afable, es algo digno de elogio. Sin embargo, en el otro lado de la moneda, también hay cierta complacencia en la película, al quedarse en la superficie del problema con demasiada frecuencia y por la forma en que resuelve algunos de sus propios planteamientos. No es perfecta, pero tiene virtudes. ¿Que Intocable era mejor? Puede ser. Pero Samba es apreciable, por lo que lo mejor es olvidarse de cualquier comparación y seguir disfrutando del cine de Toledano y Nakache.

Y es que en la obra de estos directores lo que destacan son los personajes y las relaciones que se crean entre ellos. Eso es lo que les hace emocionar y divertir con la misma facilidad. Eso y que tienen buena mano para los actores. Omar Sy es un espléndido intérprete que, para quien sólo le conozca por Intocable, aquí se muestra como un tipo versátil y creíble, emocionante desde su timidez, incluso por encima de su fortaleza física, que también le ayuda a construir el personaje. Y tiene eso tan difícil de encontrar: carisma. Charlotte Gainbourg, lejos de los dramas de Lars von Trier, encuentra una complejidad diferente, en un personaje bien construido, Alice, una asistente social a quien la actriz insufla muchísima vida con aparente facilidad, algo destacable precisamente por la variedad emocional que presenta. Y a su alrededor se crea una pequeña constelación de secundarios que cumple con su propósito con cierta brillantez. En otras palabras, Toledano y Nakache escriben francamente bien a la hora de extraer pedazos de realidad que conmueven.

Sucede lo mismo con el tema principal de la película, aunque no siempre, porque ahí la profundidad es mucho menor y el acierto mucho más irregular. Impacta mucho más cualquier estado en la relación entre Samba y Alice, desde la discusión a gritos que mantienen en la asociación de ayuda (probablemente la mejor secuencia de la película, y no sólo por la intensidad, sino porque es la mejor descripción de ambos en general y en ese momento en concreto) a los pequeños momentos íntimos que van construyendo su relación entre la comedia y el realismo, que la forma en que no tener papeles va afectando a la vida de Samba. Eso es también interesante, pero va perdiendo relevancia en el tramo final de la película, empujado por las necesidades emocionales de los personajes. Toledano y Nakache, además, prefieren que el impacto en el espectador lo generen sus protagonistas, no sus situaciones, y eso es algo que también se va viendo con más facilidad según se avanza hacia la resolución de la historia.

Samba se mueve entre el drama y la comedia simpática y realista, mezclando escenas espléndidas (espectacular su homenaje al mítico anuncio de Coca-Cola), casi auténticos caramelos para los actores, con alguna que otra escena que no encaja del todo en el filme, y un final más que debatible, producto de la trama más endeble de la película. Toledano y Nakache mantienen un espíritu vitalista, optimista, y su cine es obviamente una fuente de buenas vibraciones, incluso a pesar de las apreciables muestras de drama que hay en los escenarios que escogen para mover a sus personajes (y de la trampa emocional que lanzan para continuar la ambigua resolución de la película, a todas luces innecesaria y que, además, apenas pueden mantener viva unos segundos). Y aunque sobra alguna escena, Samba mantiene el interés durante sus dos horas. No es poca cosa, por mucho que en la comparación con Intocable salga perdiendo, y hace que se siga esperanza con interés la siguiente película de sus directores. Se lo han ganado.

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