jueves, diciembre 31, 2009

2009: un año de cine

Ha sido este 2009 que se acaba un año curioso. Entre lo mejor que ha llegado a España está buena parte de lo que Hollywood ya juzgó el año pasado, cosas de las distribuciones tardías. La fantasía y la ciencia ficción han ofrecido mucho y bueno. Y algunos de los nombres más clásicos que han llegado este año han sido para mí decepciones, aunque para casi todo el mundo no. Un año curioso. Un año de cine. Otro más. Uno muy bueno.

· La película del año: El desafío: Frost contra Nixon
Será por el tema, a medio camino entre la política y el periodismo. Será por sus interpretaciones, sobre todo la de sus dos colosales protagonistas, Frank Langella y Michael Sheen, que viven un prodigioso duelo en pantalla. Será porque aunque está ubicada unas décadas atrás me parece una película de lo más actual. Será porque Ron Howard, a pesar de ser mortalmente aburrido cuando quiere, encierra algo de la genialidad que en los años 80 ya nos dejó ver en su fantasía. Será por los pequeños detalles, por la sutileza de un guión maravilloso. Será por la formidable manera de adaptar una obra de teatro a la gran pantalla. Será por todo eso y por mucho más, pero El desafío: Frost contra Nixon me parece la mejor película del año. Por mucho que la Academia de Hollywood no se lo quisiera reconocer.

· Lo más destacado
Empieza a parecer imposible que Clint Eastwood no se cuele todos los años en este apartado. Gran Torino es de lo mejor que ha hecho en los últimos años, y eso es mucho decir. Si encima cumple su promesa y ésta es la última vez que aparecerá delante de la pantalla, esta película sólo puede crecer con el paso de los años. Una conmovedora historia humana, magníficamente dirigida, muy bien interpretada, prodigiosamente escrita. Un puñetazo en el estómago, otro más de Eastwood, que nos explica lo cerca de nuestras casas que tenemos la tragedia, lo importante de tener objetivos claros en la vida, la soledad en la que puede vivir el hombre y la influencia que tienen los demás sobre nuestras existencias.

Las dos grandes perdedoras de los Oscar son para mí, paradojas de la vida, dos de las grandes películas del año. El emotivo relato de El curioso caso de Benjamín Button es el mejor síntoma de madurez de un director, David Fincher, que corría peligro de encasillarse en un género, el thriller que ya ha revolucionado dos veces (Seven y Zodiac), y que sale de ahí con brillantez. La duda es un prodigio de diálogos y de actores. Es una película intachable. A ver si va a ser por eso que no a todo el mundo le ha gustado tanto.

Pixar también se cuela en este apartado con facilidad. Up cuenta con los primeros quince minutos más hermosos y de categoría que ha tenido nunca una película de animación. Luego baja, pero poco. Es una aventura tan emotiva como divertida. Es magia. Revolutionary Road tiene magia, pero de otro espectro. Es dura como ella sola. Pero cómo engancha (he leído que el libro engancha aún más). Y La sombra del poder es uno de esos relatos de corte clásico, de intrigas políticas y manejos periodísticos, que tanto gusta ver en cualquier época. Ahora se hacen poco y por eso se disfrutan más. Y si el protagonista es Russell Crowe la cosa mejora una barbaridad.

· Sorpresas positivas
La fantasía y la ciencia ficción prácticamente copan las grandes sorpresas de 2009. Y dos títulos destacan por encima de los demás: District 9 y Moon. Ambas comparten un presupuesto escaso y una imaginación por encima de lo normal. Ambas trascienden la historia de ciencia ficción para contarnos una hermosa historia, de integración y discriminación en el primer caso y de exploración de la esencia del ser humano en la segunda. Ambas son imprescindibles, a pesar de que por ser lo que son no han llegado a diversos sectores de público. Yo me veo en la obligación de pedir una oportunidad para ambas. Y con la mente abierta, que es como mejor se disfruta el cine.

Dos de las superproducciones del verano tenían muchas papeletas para ser fiascos. Por un lado, G.I. Joe lo tenía todo para ser una hermana menor de la infumable Transformers. Pero resulta que, contra todo pronóstico, el infame responsable de La momia y sus secuelas monta un espectáculo muy entretenido. Y Star Trek vivió en el alambre desde que su responsable, J.J. Abrams confesó que no tenía ni idea sobre este universo y que pretendía acercarlo a Star Wars. Tiembla el fan. Y resulta que Star Trek es, para mí, la película del verano, un sincero, entretenido y maravilloso espectáculo para todos los sentidos que hace soñar con más secuelas, un digno homenaje a una saga más desconocida de lo que parece pero al mismo tiempo imprescindible.

Sorpresa, lo que se dice sorpresa, es Celda 211. Da gusto ver, por fin, un thriller fuerte, valiente, bien escrito, magníficamente interpretado y mejor rodado. Y que sea español, un cine que sigue sin atraerme en su conjunto pero que de vez en cuando deja joyas como ésta. El personaje de Luis Tosar, Malamadre, ya forma parte del imaginario colectivo del cine moderno de nuestro país. Déjame entrar es una sorpresa, para mí no tan positiva como para quienes cree que está entre las mejores películas del año, pero es sorpresa al fin y al cabo.

Infectados tiene pinta de bodrio y es interesante. No es La niebla aunque lo intenta, pero es interesante. Los mundos de Coraline se aprovecha de tener a un narrador genial y mágico como Neil Gaiman para ofrecer un cuento precioso, pero algo más adulto de lo que mucha gente cree. Señales del futuro tiene agujeros tremendos (y a Nicolas Cage), pero Alex Proyas suele ofrecer espectáculos entretenidos. Éste, aunque no lo viera casi nadie, lo es. Y en el cine más serio, sorprende El lector. Parece la clásica película densa, aburrida y pretenciosa y en realidad es una preciosa historia de amor y de dignidad humana. ¿O es de desamor e indignidad humana?

· Me gustaron... como esperaba
Es difícil que Alejandro Amenábar me decepcione. Ágora no me parece su mejor película, pero siempre le encuentro puntos de interés. Rueda demasiado bien como para no hacerlo. Sí, el guión tiene lagunas, pero llega a los clímax, los dos que tiene, con un vigor impresionante. Sí, algunos personajes llegan a ser inexplicables, pero el concepto de cine espectáculo de este director español llena bien los huecos. A mí siempre me gusta que un director español ruede películas sin ponerse límites. Sin llorar por la piratería y sin mendigar por la subvención. Y si lo hace bien, por muchos errores que tenga, mi simpatía la tiene ganada. Ágora la tiene.

El regreso de Sam Raimi al terror demoníaco fue lo que se esperaba. Y si se ve Arrástrame al infierno con esos ojos, se disfruta mucho. No es Posesión infernal, pero se disfruta. Adaptar Watchmen tenía mil y un peligros. Zack Snyder sortea algunos y cae en otros, pero hace un trabajo decente. A veces notable. Merece la pena, aún sabiendo que el montaje extendido en DVD será sin duda mejor. Valkiria no revoluciona el cine ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Pero, y a pesar de las ganas que demasiada gente le tiene a Tom Cruise, Bryan Singer es un director apañado que hace películas sensatas, coherentes y entretenidas. Enemigos públicos no es lo mejor de Michael Mann, pero sí un notable regreso tras la aburrida Corrupción en Miami Y, sí, Avatar me gustó como esperaba. Para lo bueno y para lo malo. Los detalles, en la próxima entrada.

· Enormes decepciones
Decepciona aquello en lo que se ponen muchas expectativas, aquello que piensas que puede contener calidad suficiente como para que ofrezca una gran película. O al menos una entretenida. Mi nombre es Harvey Milk fue la mayor de todas. Una biografía de un tipo interesante, una película que ahonda en la historia más humana y política, un actor protagonista de lujo secundado por magníficos intérpretes, y un director de cierto prestigio. Carta ganadora, ¿no? No. Mi nombre es Harvey Milk es aburrida y pretenciosa. Irreal en muchas escenas. Pero Sean Penn es un monstruo, ese sí que no decepciona.

Para mí, decepción, para otros título imprescindible. Slumdog millonaire fue sin duda una decepción. Sin duda. Película simpatiquilla y poco más. Ni encuentro la genialidad, ni veo nada del otro mundo en el guión (con un final que me resulta torpe e inverosímil), ni en los actores, ni en la música, ni en la puesta en escena de Danny Boyle. ¿Soy el único que considera absolutamente incoherente con el tono y el objetivo de la película ese montaje musical bollywoodiano final? Vals con Bashir consiguió mucha fama, pero a mí me dejó algo frío. Y Cuestión de honor, sin tener una miras tan elevadas como las dos anteriores, prometía mucho más en su trailer y en sus nombres.

El cine de acción contó con dos grandes fiascos este año. Se esperaba bastante de Lobezno. Debía ser la película que relanzara la franquicia de los X-Men y en taquilla parece que lo ha conseguido. Pero el resultado fue muy pobre. ¿Se puede hacer una película de un tipo con garras de metal irrompible sin que aparezca en pantalla una sola gota de sangre? Por lo visto sí. Terminator Salvation fue otro fiasco. No es tan mala, no, pero sigue mostrando el declive de la saga... y quizá su fin. Pensaban hacer una nueva trilogía y no sé siquiera si estarán contentos con este rutinario producto de McG en el que lo mejor es lo que ya le habían dado inventado.

· Pérdidas de tiempo
Lo que para mí han sido pérdidas de tiempo, para otros son peliculones. Bienvenidos al maravilloso mundo del cine. Pero es que a mí ni Quentin Tarantino ni Woody Allen me dicen gran cosa. De Malditos bastardos sólo veo rescatable su homenaje al cine. De Si la cosa funciona alguna que otra frase ingeniosa. Pero poco más en ambos casos. Y el caso es que los fans de ambos realizadores han salido encantados de sus últimos trabajos, han visto una nueva genialidad gamberra en el caso del primero y un regreso a sus gloriosos orígenes en el caso del segundo. Me alegro por ellos y de que disfruten en el cine. Pero lo que es un servidor no guarda grato recuerdo de ninguna de las dos películas.

Tampoco me convencieron las adaptaciones de dos de los fenómenos editoriales del momento. Ni los Ángeles y demonios de Dan Brown ni el Harry Potter de turno (El misterio del príncipe) de J.K. Eowling. La primera puede que sea mejor que El código Da Vinci, pero me sigue pareciendo un relato mal hilvanado e interpretado con la pereza que da saber que la va a ver todo el mundo. El niño no tan niño mago no me ha capturado en ninguna de sus películas. Ésta la tengo entre las peores porque salí con la sensación de que nada me contaron a la espera de llegar al final (alargando un libro en dos películas).

El cómic mal adaptado clavó otra pica en Hollywood con Los sustitutos. El videojuego cutremente trasladado a la gran pantalla añadió también la suya con Street Fighter: La leyenda. Guy Ritchie no me captó para nada con la rutinaria Rock’n’rolla (ojalá mejore con su Sherlock Holmes). Lo de rodar cine con videocámara encuentra un nuevo y mal ejemplo en Paranormal activity (si por algo ha tardado dos años en llegar a España...). El cine épico se quedó frío en la Resistencia de Edward Zwick a pesar de tener algunos aciertos. En el cine infantil, Monstruos contra alienígenas se me quedó en un intento fallido de homenajear al cine de terror de los años 50. En la comedia absurda, te puedes reír un poco pero poco más con Nueva York para principiantes. Y Algo pasa en Hollywood no es la sátira que podría haber sido sobre el mundo de Hollywood, entre otras cosas porque Robert de Niro sigue languideciendo.

· La peor película del año: Transformers. La venganza de los caídos / Jennifer’s body
Este año van a ser dos. Y, curiosidades de la vida, comparten actriz protagonista. Y es que no es fácil decidirse sobre cuál de estos dos despropósitos es más despropósito. En condiciones normales me quedaría con Jennifer’s body porque es un filme que no hay por donde cogerlo. Ni teniéndole cariño a alguno de sus responsables, lo que no es mi caso. Pero como éste ha sido un fracaso en taquilla, lleva ya penitencia encima, y por eso mi mirada se va también a Transformers. La venganza de los caídos. Qué mala es. Qué subproducto multimillonario de pretendida ciencia ficción. Qué confusión tan pobre reina en cada plano, en cada frase, en cada actor. Es mala, de verdad. Y lo digo, aquí sí, sintiendo un gran cariño por la franquicia con la que crecí en los 80. Será por eso que me gustó tan poco esta adaptación.

· Ningún interés por verlas
Millenium y su secuela, estrenadas con rapidez, hechas casi en serie, no me llaman la atención. Por lo menos no hasta leer las novelas. Si es que las leo. Lo mismo me sucede con Luna Nueva. Crepúsculo, a simple vista, no es lo mío. Ni estúpidas adaptaciones de animación como Dragonball: Evolution, cuya serie matriz ni siquiera he visto. O el enésimo vehículo para las muecas de Jim Carrey, Cuento de Navidad. O la comedia con la que al parecer todo el mundo se ha reído, Resacón en Las Vegas. O ese despropósito llamado Anticristo del que tan mal me han hablado. O la secuela del Che. El argentino me aburrió y Guerrilla será indudablemente más de lo mismo.

Hay cine español destacado que tampoco está entre mis planes (aunque lo mismo caigo en alguna...). Almodóvar no es lo mío, llevo años constatándolo, y encima Los abrazos rotos cosechó disparidad de opiniones entre sus fieles. Mentiras y gordas es la típica comedia que no me atrae. Menos aún desde que su mejor baza para ser famosa fue la participación de la ministra de Cultura en su guión. REC 2... Si es que no me gustó REC, me pasé la película pensando “imbécil, tira la cámara y sal corriendo”. Y Spanish Movie... pues vete a saber. Lo mismo hasta me río. Pero la verdad es que lo dudo. Aunque hay que reconocer que en un país en el que nos molestamos por todo, tiene cierta valentía hacer una película paródica de todo.

· Lo que me queda por ver
Y sin tiempo para verlo todo, se quedan unas pocas películas de 2009 en el tintero, películas que quiero y voy a ver en algún momento pero que todavía no han tenido su oportunidad. Sobre todo se han quedado todavía en el tintero 2012, por aquello de ver a Roland Emmerich destruyendo el mundo por enésima vez (y sin demasiadas esperanzas de ver mucho más que lo que ya ofrecía el trailer) y Planet 51, que para eso es la película más cara de la Historia del cine español y una de las mejor vendidas (y, casualidades de la vida, tampoco tengo demasiadas esperanzas puestas más allá de un simple y pasajero entretenimiento).

Falta por ver The visitor y la, dicen, excepcional interpretación de Richard Jenkins. Falta El imaginario del Doctor Parnassus, por ser una película del irregular Terry Gilliam (a veces fascinante, a veces insoportable) y por ser el último trabajo del fallecido Heath Ledger, después de su brutal Joker en El Caballero Oscuro. Falta Donde viven los monstruos, la última paranoia de Spike Jonze. Falta Ninja Assassin, con pocas ganas pero porque V de Vendetta me gustó. Y falta La clase, por ver si en esa película, parece que hoy ya algo olvidada, hay tanto por rascar como decían algunos en su momentos.

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