Espléndida, sencillamente espléndida. Capitán América. El primer vengador es, por dejarlo claro desde el principio, la mejor película de superhéroes de este 2011. Es una magnífica pieza de aventuras de época, situada en la Segunda Guerra Mundial. Tiene un protagonista carismático (y aquí hay sorpresa, pues en Chris Evans residían muchas de las dudas que despertaba este filme), un villano magnífico, unos personajes secundarios bien desarrollados y muy bien interpretados, un diseño de producción espectacular, un ritmo alto, un más que agradecido (y asombroso por venir de donde viene, del propio Hollywood) sentido de la autoparodia, un magnífico clímax y un estilo adecuado a lo que tiene que ser una gran película de cómic. Lo tiene todo. Y es, al mismo nivel del primer Iron Man, la mejor película que ha deparado este Universo Marvel de cine que desembocará el próximo año en la esperadísima Los Vengadores. Capitán América es una gozada en la que es difícil, francamente difícil, encontrar algún pero.
Cuando se anunció que Joe Johnston iba a dirigir Capitán América, saltaron las alarmas. Con sólo ocho títulos en más de 20 años de carrera como director, venía de firmar su peor película y uno de los peores inventos en años del cine americano, El hombre lobo, un desbarajuste en toda regla que, insisto, hacía temer lo peor. Pero había un precedente positivo al que agarrarse: Rocketeer. Tan denostada a veces como desconocida en general, aquella era una buena adaptación de cómic, sencilla y amena, entretenida. Y con el enemigo nazi de fondo. Puede parecer una tontería, pero sin esa película en su filmografía es posible que Capitán América hubiera sido diferente. Que el papel protagonista recayera en Chris Evans tampoco disparó las buenas expectativas. Había creado un un aceptable Johnny Storm, la Antorcha Humana, en las malas películas de Los 4 Fantásticos, pero el tono burlón de aquel está en las antípodas de lo que debía ser Steve Rogers, el Capitán América. Para sorpresa de muchos, son precisamente Johnston y Evans quienes se convierten en la base de una espléndida película.
Johnston acierta en todo lo que aparentemente depende de él. En el tono de la película, en los encuadres y en los movimientos de cámara, en el montaje, en la dirección de actores. Todo es lo que tiene que ser en un filme así. Todo encaja y funciona con una precisión admirable a lo largo de los 124 minutos de metraje, nada chirría, absolutamente nada, todo es tan clásico como debe de ser y tan moderno como lo requiere alguna que otra escena. Hay acción contemporánea, pero que aparece fluida y natural viéndose en el frente de la Segunda Guerra Mundial. Y Evans demuestra desde el primer momento que afronta un papel totalmente diferente al de la Antorcha Humana y hace suyo al Capitán América en todo el filme, desde las primeras escenas en las que se muestra como un enclenque Steve Rogers hasta las finales en las que el heroísmo del Capitán América se apodera de la pantalla con una sencillez envidiable. Y eso parece fácil sobre el papel, pero si adaptar un cómic ofrece a veces tan pobres resultados, o al menos tan previsibles o cuadriculados, será que no es tan sencillo como parece.
Si Johnston y Evans son la base, el envoltorio es de lujo. En todo. El diseño de producción es envidiable, tanto en las escenas del Nueva York de los años 40 como en las escenas de guerra, mezcla casi perfecta del toque clásico de la Segunda Guerra Mundial con las pinceladas futuristas que requiere una película de este tipo. El equilibrio en ese sentido es magnífico, nada desentona. Es un enorme acierto haber convertido Capitán América en una película de época, era lo necesario para contar el origen del héroe y el resultado no podría ser mejor, aderezado por la formidable música de un Alan Silvestri que disfruta y hace disfrutar. Y, por supuesto, es magnífico el encaje de esta película en el Universo Marvel cinematográfico, con claras referencias a las películas de Iron Man y Thor, y el siempre formidable cameo del creador de este mundo en el cómic, el gran Stan Lee, un cameo tan divertido como siempre. Hablando del Universo Marvel, si en todas las películas anteriores era imprescindible aguantar hasta el final de los títulos de crédito para ver la última escena de la película, en ésta es quizá todavía más importante, pues es la última antes de Los Vengadores, de Joss Whedon.
Qué decir del formidable reparto de la película. Tommy Lee Jones, Hugo Weaving, Stanley Tucci, Toby Jones... Todos contribuyen a elevar un peldaño el nivel de la cinta, porque todos ellos, en consonancia con Chris Evans, se creen sus papeles. Da igual que se presten al cliché, como el Coronel Chester Phillips de Tommy Lee Jones. O que ofrezcan grandes posibilidades de histrionismo, como el de Craneo Rojo (formidable diseño y maquillaje) de Hugo Weaving. Todo funciona, todo está controlado, todo aparece en su justa medida. Incluso la bien calibrada, aunque inevitable, historia de amor, que se inicia de forma inocente y casi desapercibida y que finaliza con emotividad. Hayley Atwell también encaja en esa cada vez más habitual figura de chica dulce y mujer dura que tiene que aparecer en el cine de acción contemporáneo. Para los fans del cómic, hay muchísimos detalles en los que fijarse, pero la inclusión de Dum Dum Dugan con el rostro de Neal McDonough es, seguramente, uno de los más interesantes, sin olvidar la presencia de Bucky Barnes como compañero de fatigas de Steve Rogers.
El nombre del personaje que da título a la película intimida, eso no se puede negar, y llevará a muchos a esperar el filme como si fuera un producto patriotero y propagandístico. Quienes esperen ver eso, se van a llevar una sorpresa tan grande como grata. No sólo no es un panfleto, sino que la película sabe reírse de sí misma y de la propia sociedad estadounidense, de su patriotismo desmedido, sin ridiculizar nada y sin tomarse más en serio de lo que debe. Capitán América encaja justo donde debe, todo lo que aparece en pantalla obedece a una necesidad argumental o visual, sin que la una entorpezca a la otra en ningún momento, ni siquiera con algún que otro plano forzado para la conversión de la película en 3D. Todo funciona, muchísimas cosas brillan, convirtiéndose en un gran homenaje al serial de los años 30 y a quienes trataron de rescatar su espíritu en las últimas décadas (y no sólo no es descabellado sino que se antoja obligatorio acordarse de las películas de Indiana Jones de Steven Spielberg y George Lucas, por ese tono de aventura desenfadada y prodigiosamente entretenida y por los nazis como enemigos del héroe).
Si tienes formidables piezas de acción, un respeto evidente por el original del cómic, un guión competente y actores profesionales, lo normal es que salga un producto tan entretenido como lo es Capitán América. Termina la proyección y la verdad es que no se me ocurre nada que me sobre, nada que me falte, ningún personaje que visualice con la cara de otro actor. Nada. Todo es genial, todo me ha hecho disfrutar como un niño pequeño, desde el misterioso prólogo hasta el emocionante final, desde las escenas de personajes (nada desdeñables) a las de acción (formidablemente bien ejecutadas), desde el toque musical al dramático. Una auténtica gozada, un modelo a seguir para futuras adaptaciones de cómic que se muevan en parámetros similares a los del Capitán América del cómic. ¿Quién dice que no se puede hacer buenas películas de superhéroes por caminos diferentes a los oscuros y prodigiosos designios de Christopher Nolan? Capitán América enseña el camino para otros héroes, porque no sólo de Batman y su oscuridad vive el cine de cómic. Y así da gusto.