
Ganadora de la noche: El discurso del rey. Sí, pero no. Ganó, porque se llevó los premios a mejor película, mejor director, mejor actor y mejor guión original. Pero ganó poco. Porque comparte con Origen el hecho de haberse llevado cuatro premios, aunque los de la película de Christopher Nolan sean todos de carácter ténico. Para mí, Origen sigue siendo la mejor película de 2010. Es la más completa, la más original, la más rompedora y la que seguramente se recordará más de aquí a que pasen unos años. Pero como la Academia no había incluído a Nolan en el quinteto de nominados a mejor director, era imposible que saliera como ganadora de la noche. Como la, para mí, segunda mejor película de 2010: Toy story 3. Hollywood todavía no se atreve a valorar como se merece el cine de dibujos animados. La migaja de darle una categoría propia me sigue pareciendo un absurdo, una justificación como cualquier otra para no reconocer que la animación es una técnica tan válida como la acción real para hacer una gran película.
Lo que también queda claro después de estos Oscars es que David Fincher va a tardar lo suyo en encontrar el reconocimiento en forma de premios (y basta que escriba esto para que su próxima película se lleve diez estatuillas...). Se le ignoró con sus revoluciones del cine policiaco (Seven y Zodiac) y aunque sí se le nominó por El curioso caso de Benjamin Button y ahora por La red social, los premios fueron para otros. La espectacular película sobre el origen de Facebook merecía mejor suerte, pero que se llevara el premio al mejor guión es un buen reconocimiento. Que lograra también el de la mejor banda sonora me dejó un poco frío. Muy adecuada en la película, sí, perolo que Hans Zimmer hace por Origen o lo que Alexandre Desplat consigue en El discurso del rey está muy por encima del carácter innovador de la música de La red social. Puestos a ser originales, podían haberle dado el premio a Daft Punk por su formidable trabajo para Tron Legacy. Eso sí hubiera sido rupturista.
Los actores ganadores, irreprochables. Especial alegría me produjeron los premios a Natalie Portman y a Christian Bale. Para mí, dos de las interpretaciones más prodigiosas no del año sino de muchos años. Colin Firth está igualmente fantástico y si acaso alguno me deja un sabor un tanto agridulce es el de Melissa Leo. No porque no me guste su impresionante trabajo, sino porque tengo una especial debilidad por su compañera de reparto y de nominación, Amy Adams, a la que creó que perjudicó el guión y quizá el montaje de The Fighter. Y no sólo irreprochable sino además una gran noticia me pareció que Valor de ley se fuera de vacío, convirtiéndose en una de las grandes perdedoras de la historia de la historia de estos premios. Hollywood no apostó por la originalidad, pero al menos no premió la descarada fotocopia de los sobrevaloradísimos hermanos Coen. Algo es algo. En cualquier caso, tampoco hay que tomarse los premios tan en serio. Alicia en el País de las Maravillas es una película muy, muy limitada. Probablemente lo peor que haya hecho Tim Burton. Y se llevó dos premios (dirección artística y vestuario).
Eso en cuanto a los ganadores. En cuanto a la gala, creo que fue de lo peor de los últimos tiempos. Sosa y aburrida. Sin más gracia que la que destiló Anne Hathaway en el número musical en el que recordó al último gran presentador de los Oscar, Hugh Jackman. El caso es que Hathaway y James Franco se vieron superados por completo en los primeros quince minutos por la sobriedad de Tom Hanks (el primero en presentar premios) y un desatado Kirk Douglas. Y si a eso le sumamos la aparición posterior de Billy Crystal (al que el Kodak Theatre recibió con una ovación, quizá la mayor de la noche junto a la que recibieron los ninguneados ganadores de los premios honoríficos, Francis Ford Coppola y Eli Wallach, entregados en otra gala y que aquí vinieron sólo a saludar desde el escenario), la cosa pinta mal para los presentadores de este año. Crystal se ganó al auditorio en poco más de un minuto, hizo su papel y lo hizo con gracia. Fue Billy Crystal en los Oscars una vez más. Cada vez parece más imprescindible para que esta gala se haga de forma entretenida.
La sensación que queda es la de que los Oscars 2011 han pasado sin pena ni gloria. Y eso que había muy buen cine entre los nominados, al igual que actores carismáticos que ganaron y que no recibieron la estatuilla. El evento apenas pasó de las tres horas, no fue tan largo como en otras ediciones que, siendo más largas, fueron abiertamente criticadas. Pero parece claro que algo falla cuando hay mimbres y sale un espectáculo aburrido. Porque si algo está claro es que de esta gala vamos a recordar a Kirk Douglas. Ni a los ganadores, ni a los perdedores, ni a los presentadores. Sólo a Kirk Douglas. Un tipo que, por cierto, nunca ganó el Oscar, aunque como él mismo recordó le nominaron en tres ocasiones (El ídolo de barro, Cautivos del mal y El loco del pelo rojo) y le dieron un premio honorífico en 1996. Qué cosas tiene la vida.
Para leer un relato más formal y con más datos a cargo de este humilde cronista, podéis pinchar aquí. Para leer sobre el hecho de que Javier Bardem no logró su segundo Oscar en su tercera nominación, pinchad aquí.