viernes, enero 09, 2015

'Birdman', el Iñárritu más bizarro

Siempre que alguien utiliza el término "bizarro" en español surge la duda de si se está utilizando con acierto. Su significado según la RAE es "valiente", pero es fácil caer en la trampa de este false friend extraído del inglés para pensar que quiere decir "extraño". Birdman es una de esas películas en las que el término bizarro se puede y se debe entender de las dos maneras. Porque desde luego que se trata de una película bizarra, un valiente y arrojado ejercicio de estilo en el que Alejandro González Iñárritu no deja títere con cabeza en el show bussiness. Pero es también rara, una ensoñación a ratos casi poética y terriblemente arriesgada que funciona bastante bien casi siempre, aunque sobre todo en el tramo final cuesta encontrar un objetivo claro a esta locura. ¿Es un alegato? ¿Es un ataque? ¿Es una defensa? ¿O es simplemente una digresión? Es una película extraña, de eso no hay duda. Como tampoco la hay en cuanto al entretenimiento que ofrece durante sus dos horas. ¿Pero de qué iba todo esto? Ahí es cuando surgen las dudas.

El mismo concepto de la película está marcado por la genialidad. Michael Keaton interpreta a Riggan Thompson, un actor conocido en Hollywood por haber interpretado a un superhéroe, el Birdman que da título a la película, y que años después busca encontrar el prestigio profesional adaptando, dirigiendo e interpretando en Broadway una obra de Raymond Carver. El punto de partido le permite a Iñárritu adentrarse sin miedos, sin reservas y sin límites en una salvaje descripción de la profesión en la que la ironía salpica a todos sus estamentos. Se siente la genialidad del guión en esos diálogos cortantes, en esos retratos preciosos y en esa deliciosa combinación entre la más alucinógena ensoñación y el relato más realista. Ojo a las dobles lecturas, porque siendo Keaton, el primer Batman moderno, el protagonista de la película, hay muchos momentos en los que da la impresión de que la crítica del filme es muy certera y nada gratuita, toda una burla hacia el sistema desde dentro del mismo.

Y todo ello además creando una colección de personajes excepcionales y diversos que completan el relato a todos los niveles, que adquieren identidad propia por separado y viven unas relaciones portentosas. A eso contribuye de una manera muy especial el brutal reparto de la película, aunque no hay que quitar ningún mérito al trabajo literario de Iñárritu y sus otros tres coguionistas. Ahí no hay engranaje débil en la película. Es verdad que resulta fácil apostar por los rostros más conocidos. El propio Keaton está soberbio, como Emma Stone dando vida a la rebelde hija de Riggan, Naomi Watts como la emocionalmente frágil actriz protagonista de su obra de teatro o Edward Norton como el díscolo y polémico actor que comparte escenario con ellos. Pero ojo a un segundo nivel, con Zach Galifianakis (abogado y amigo de Riggan), Andrea Riseborough (la amante del protagonista) o Amy Ryan (su ex mujer). El guión es brillante en muchos momentos y los diálogos siempre inteligentes, pero también porque los actores le dan una vida asombrosa.

¿Pero cuál es entonces el problema de Birdman? Puede que no haya un problema como tal en la película y que este surja en todo caso en el patio de butacas. Siendo una película completamente diferente, y con una estructura absolutamente genial de aparente plano secuencia falseado convenientemente, a veces resulta complejo saber hacia dónde va, qué pretende, cuál es su mensaje. Durante los tres primeros cuartos la fascinación es total y hace que la película avance con brillantez. Es divertida, ingeniosa e inteligente, una amalgama de elementos casi antagónicos (Broadway como escenario y aspiración frente al blockbuster hoillywoodiense como medida del éxito y de la satisfacción personal y psicológica). ¿Pero en realidad de qué va Birdman? En la persecución de la respuesta a esa pregunta, a Iñárritu se le escapa ligeramente el filme en su tramo final, y quizá la única forma de replicar a esa cuestión sea ver el último plano de la película y asimilar que todo esto no ha sido más que una fábula. Una bizarra y casi siempre genial, pero una fábula.

2 comentarios:

Doctora dijo...

Leyéndote me doy cuenta de que hemos entendido la peli de la misma forma, sólo que opinamos totalmente lo contrario.

Donde tú ves diversión yo veo aburrimiento, donde tú ves secundarios brillantes yo veo personajes que sobran... pero aún así coincidimos en el significado. Lo que pasa es que a ti te ha gustado y a mí no.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora, ¡siempre me encanta leer tus opiniones! Son de lo más sincero que hay por ahí. Y me encanta ver que vimos lo mismo pero que no nos gustó igual, porque justo eso es para mí el cine, algo que nos llega de forma diferente a cada uno. Un placer leerte, de verdad.