William Eubank tiene buenas ideas y quiere hacer una buena película con ellas, pero La señal no llega tan lejos como pretendía. Es un perfecto ejemplo de que querer no es poder. Eubank quiere pero al final da la sensación de que no puede. No por falta de medios, el hecho de que sea un filme modesto e independiente no afecta en absoluto al resultado final, porque la técnica es precisamente lo que hace que La señal se sostenga con bastante dignidad durante buena parte del metraje. Pero siendo una película tan supeditada a la sorpresa final, tiene un referente demasiado evidente como para que sorprenda tanto como debería. El referente, por supuesto, no se mencionará aquí para no arruinar la experiencia del visionado, pero sí se puede decir que este filme se queda muy por debajo de aquel en todo. Y además hay un cierto descuido en los detalles, que se supeditan tanto al funcionamiento de las ideas que da la sensación de que hay algunas incoherencias, por no hablar de lo discutible que son incluso algunos de los temas y situaciones de base.
La señal, no obstante, no es en general una película mal llevada. La tensión, el misterio y los giros son lo que mantiene el interés, incluso aunque las respuestas no acaben siendo todo lo satisfactorias que podrían haber sido. Es verdad que hay algunos detalles que, madurándolos tras ver la película, encuentran explicación en las imágenes de Eubank y en el guión que coescribe, pero otros muchos no, y es ahí donde se le escapa la cinta. Lógicamente, entrar en detalle en estos aspectos exige haber visto la película o asumir spoilers de forma innecesaria (¿existe realmente una situación en la que eso sea necesario?), así que lo mejor es dejarlo ahí y que cada espectador decida, pero sí se puede decir que queda una leve sensación de decepción por ver que la película no explota todas sus posibilidades, no sólo por su final, que de alguna manera era la única opción lógica que le quedaba a la historia desde muchos minutos antes, sino porque en realidad hay demasiadas cosas que parecen aleatorias.
Lo que sí se puede contar es que la película arranca con tres estudiantes de informática que están en un viaje, Nic (Vrento Thwaites) y Haley (Olivia Cooke) son pareja, y Jonah (Beau Knapp) es el mejor amigo de ambos. Además de los problemas emocionales que surgen y que motivan ese viaje, por el camino se van enfrentando a un hacker que les reta continuamente. Y ese es el punto de partida de un problema todavía mayor al que tendrán que hacer frente, y en el que juega un papel fundamental el personaje interpretado con un curioso sosiego por Laurence Fishburne. Aunque por momentos parece que la película quiere explorar la diferente forma en que responden según su personalidad y circunstancias, lo cierto es que esa idea tampoco es consistente. Lo que queda es el misterio, la tensión de no saber lo que está sucediendo y la diversión de ir enlazando pistas. ¿Pero y si no hay misterio? ¿Y si se resuelve la gran pregunta antes de que la película ofrezca la respuesta? Entonces queda claro que el andamiaje no es tan sólido como debiera.
En realidad lo que hace que La señal se mueva a uno y otro lado de la línea de la satisfacción está en los detalles. Estos dejan algunas dudas, demasiadas lagunas, incluso más de una incoherencia, y por eso no es fácil dar el aplauso a Eubank, incluso reconociendo los méritos que tiene su modesta película. Entre estos no está el salto estilístico que da en cierto momento de la película para abrazar de forma innecesaria el found footage al estilo de El misterio de la Bruja de Blair, en una escena que aporta más bien poco a la película. Sí destaca el buen uso de los escasos medios para crear una buena atmósfera de género, un reparto adecuado y un interesante uso de los efectos visuales, que incluso abren más posibilidades no utilizadas dentro de una historia que gusta, intriga, pero no termina de dar el paso que podría haber dado para completar sus elevadas y no demasiado bien asentadas aspiraciones intelectuales.
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