Bennett Miller regresa con Foxcatcher al drama deportivo después de la excepcional y probablemente infravalorada Moneyball, pero las sensaciones son aquí mucho menos positivas que entonces. No es que Miller no consiga capturar al espectador con la historia real de un medallista olímpico norteamericano de lucha libre que encuentra un extravagante mecenas que quiere patrocinar su nuevo asalto a la medalla de oro, que sí lo hace aunque sea por simple inercia, pero es una historia que nunca termina de romper, al menos hasta el sorprendente final, que tiene muchos agujeros y que no termina de provocar emociones, ni siquiera en los momentos deportivos de los que tan buen resultado suele sacar el cine de Hollywood. El ritmo lento y pausado no contribuye a paliar esa sensación de que a la película le falta arrancar, ni siquiera admitiendo el gran trabajo que hace el reparto (y aunque lo fácil sea alabar a Steve Carell, lo más sorprendente es Chaning Tatum y lo más brillante es Mark Ruffalo), y son demasiados los elementos que faltan o que no se explican bien como para enamorarse de la película.
Está ya fuera de toda duda que Miller tiene la capacidad de sacar lo mejor de sus actores. Si Moneyball dejó el deslumbrante descubrimiento de Jonah Hill y una de las mejores interpretaciones de la carrera de Brad Pitt, Foxcatcher muestra a un Steve Carrell muy diferente, aunque excesivamente ayudado por el maquillaje y algo artificial por ese mismo motivo aunque impacte y mucho, a un Chaning Tatum sencillamente espectacular, valiente en todo momento y muy alejado del insulso héroe de acción que tan a menudo ha sido, y a un Mark Ruffalo que, una vez más, impresiona a todos los niveles, dándole igual el papel que le toque para seguir demostrando que es uno de los grandes de la actualidad aunque tenga menos cartel que otros. El reparto es, indiscutiblemente el punto fuerte de la película y ellos tres son los responsables de que la película no pierda a ningún espectador, independientemente del grado de pasión que despierte el filme en él.
Porque esa esa la clave, la pasión. Y Foxcatcher no termina de producirla. Es verdad que la lucha libre no es precisamente un deporte que enganche con facilidad a una masa amplia de espectadores, pero eso nunca ha sido problema para el cine. Miller, en realidad, no hace una película deportiva e incluso deja pasar las oportunidades de que los combates refuercen las tramas, actuando únicamente como previsible catalizador de lo que sí parece interesarle al director, las relaciones cruzadas entre el luchador, su hermano y su mecenas. Todo lo que hay alrededor de ellos tres está difuminadísimo (hasta cuesta reconocer a Sienna Miller) y puesto al servicio casi siempre del retrato psicológico del personaje de Carrell, aunque ni siquiera así se consigue construir una historia sólida que justifique todo lo que sucede en la película. Hay muchos agujeros en el andamiaje que se construye en torno a estos hechos reales, e incluso hay abiertas contradicciones que el filme no se digna ni a explicar (la decisión del personaje de Ruffalo sobre el trabajo en Foxcatcher).
Quizá el gran problema es que Miller ha tenido más ganas de hacer una gran película que de hacer simplemente una película que acabar siendo grande. Se nota que es ambiciosa e incluso pretenciosa, con un ritmo lento y escenas pausadas hasta el límite de lo verosímil, buscando una elevación artística que sólo consigue de forma puntual. Y es justo lo contrario lo que acerca Foxcatcher a puntos más elevados, cuando coge ritmo y velocidad (la escena de Tatum en el hotel, todo lo que sucede en su, eso sí, extraordinario final) es cuando se aprecia mucho más el resultado. Pero todo parece llegar algo tarde y deja la película en un quizá algo elitista quiero y no puedo al que le falta emoción y sobre todo mucho texto que explique las razones de lo que sucede, no porque lo deje en manos del espectador sino porque no parece saber cómo incluirlas. Lo intenta, se atisban muchas cosas, pero una vez llegado el final es difícil formar un puzle razonable. Distrae pero no llena.
3 comentarios:
Uuuufff pues si a ti no te ha convencido, que te gustó Moneyball, a mí me va a dar algo... y mira que estoy intentando ver todo lo posible antes de los Oscars, pero ésta me da una pereza infinita. A ver si un día me pilla inspirada.
Key, je, je, je, je... Es lenta, por encima de todo, y esa advertencia la veo imprescindible. Tienes cosas muy buenas, entre ellas sus actores, pero es verdad que es una película complicada... Entiendo la pereza. Ya me contarás si te llega la inspiración...
Elíptica y extraña, distante y melancólica, Foxcatcher da miedo y da pena. Pena por lo que vivieron los personajes, por la soledad en la que se encontraban y como terminaron. Sin duda una excelente película
Publicar un comentario