Las referencias son un claro enemigo del cine moderno, mucho más cuanto más alto se apunta. Encontrarse en el cartel de Dark Places que se trata de una película basada en otro libro de la autora "del Best-Seller Perdida" es una mala referencia, por enigmático que les parezca a los encargados de márketing. Porque, desde luego, el resultado de este filme de Gilles Paquet-Brenner, es bastante inferior al del sugerente trabajo de David Fincher aunque quiera partir de misterios y técnicas fácilmente emparentables. Pero la comparación es insostenible. Lo que en Perdida era un argumento diabólicamente orquestado, aquí es liar por liar, introducir elementos de una forma continua para alimentar un misterio que al final no es tan satisfactorio como debiera. Es casi una moda en el thriller moderno el optar por una complicación exagerada que, en realidad, no parece tan necesaria y que además provoca errores en el guión y que se acumulen situaciones clave que acaban siendo inverosímiles y afectan a todo el filme.
Y en el fondo es una pena, porque a Paquet-Brenner se le escapa entre los dedos un reparto espléndido, que acaba demasiado centrado en tratar de hacer creíble lo inverosímil mucho más que en construir personajes que puedan realmente vivir las situaciones que se describen. Charlize Theron es una actriz de intensidad enorme, y sobre todo su forma de entrar en la película es notable. Pero poco a poco, y eso es ilógico precisamente por tratarse de la protagonista, su personaje se diluye. Está, participa, habla, pero según pasan los minutos pierde toda profundidad emocional, algo que el guión intenta recuperar en la última escena, una que debe servir de explicación definitiva de todo lo que ha sucedido en la resolución de la trama y que en realidad ya no importa demasiado. Ese es el auténtico problema de Dark Places, que el interés por el fondo se pierde pronto y sólo queda contemplar el trabajo de los actores.
Aunque Theron es una intérprete fascinante, si hay alguien que merece ese calificativo en Dark Places es Christina Hendricks. La película, que está narrada en un doble espacio temporal (por un lado, el momento que desemboca en el asesinato que cambia por completo la vida de una niña, por otro la vida de esa niña ya convertida en una mujer sin sueños, sin ilusiones, sin vida en realidad), desaprovecha las mejores posibilidades de la película porque se limita a acumular secuencias, personajes y pistas, pero la misma realización (sobre todo un desconcertante plano con cámara subjetiva que el efecto que produce es el de estar ante un telefilme más que otra cosa) corta las alas de la película. Es verdad que siga quedando el disfrute con los actores, con las mencionadas Theron y Hendricks, pero también Nicholas Hoult (aunque su personaje encabeza la parte más inverosímil y desperdiciada de la película), Chlöe Grace Moretz o Corey Stoll.
Dark Places es una oportunidad malograda de crear un buen thriller, pero que se pierde en casi todos los niveles. Se pierde ya desde el guión (el libro en el que se basa lo escribió Gillian Flynn tres años antes que Perdida), también en la dirección y da la impresión que en el montaje, porque hay espacios de la cinta que apenas están desarrollados y que seguramente habrían resultado mucho más satisfactorios con alguna escena más, sin esfuerzos demasiado grandes y sin estirar demasiados los 104 minutos finales (la duración que figura en las webs de cine es de 114, ¿está ahí lo que falta?). Pero Paquet-Brenner no consigue avanzar más y la película deja una sensación bastante vacía, inferior al potencial de su reparto e incluso del misterio que quiere plantear. La película se verá en VOD y no llegará a los cines. Quizá ahí tenga un terreno más indicado para que encuentre su público.
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