La clave para entender todo lo que hay alrededor de Calle Cloverfield, 10 es el ingenio. Hay mucho en la forma en la que la película nos ha llegado, prácticamente sin que nadie se haya enterado de su rodaje, su producción o su historia. Vamos, que es la prueba de lo perfectamente posible que es llamar la atención sin necesidad de incorporar spoilers a las estrategias de márketing. Hay ingenio, aunque ya más moderado, en la estructura de la película, que construye la historia por un lado y por un género para acabar en otro lado y en otro género completamente diferente. Pero hay menos a la hora de hacer que todo el entramado funcione. Entretiene, por momentos incluso parece elevarse más de la media, pero al final el ingenio no es infinito y Calle Cloverfield, 10 no es un producto tan original como parece a priori. Ya lo hemos visto, y es una fórmula que tiene un rápido desgaste.
Aunque contar la historia de Calle Cloverfield, 10 es un problema (la película está pensada para ir descubriéndola poco a poco, así que contar algo de su sinopsis ya parece una traición a la misma esencia del filme), sí se puede hablar sin problemas de las sensaciones que deja una cinta que, en realidad, tanto da que esté vinculada o no a Monstruoso (Cloverfield era su título original) aún partiendo de un secretismo similar. Y la principal es que a Dan Trachtenberg, que es el director del filme y no J. J. Abrams a pesar de que todo el mundo se empeñe en atribuirle todo el mérito (o el demérito), en una jugada que recuerda a la paternidad atribuida a Joss Whedon de La cabaña en el bosque, no consigue transmitir toda la fuerza que necesita la historia a lo largo de sus algo demasiado extensos 103 minutos.
Las sorpresas, en realidad, no son tan sorprendentes como tendrían que ser, con lo que el peso de Calle Cloverfield, 10 se sustenta en su trío de actores, Mary Elizabeth Winstead, John Goodman y John Gallagher Jr. Y entre ellos, sobra decir que es Goodman quien se lleva todas las atenciones, no sólo por el imponente físico y su respiración casi enfermiza que se convierten en parte esencial de su trabajo actoral, sino también porque es, con diferencia, el personaje más interesante de los tres. Los intentos de hacer que los otros dos se sitúen a su altura son, probablemente, los que llevan a la película a alargarse de forma innecesaria, cuando el foco tendría que estar puesto en el misterio, en la tensión y el choque entre unos personajes que viven una situación límite y que no termina de verse como tal en algunas escenas. Las que funcionan son las que hacen que el filme sí tenga interés, pero el conjunto es irregular.
Y dicho esto, ¿cómo explicar de qué va Calle Cloverfield, 10 sin reventarla? Basta decir que es una historia de supervivencia de tres personajes en un entorno cerrado. Las causas del encierro y los porqués de cada uno de los tres para estar allí es algo que merece la pena ir descubriendo poco a poco en el filme, es, de hecho, uno de los principales puntos de interés. Pero en el fondo todo está prácticamente claro desde el inicio. Pasada la primera sorpresa, lo mejor es dejarse atrapar por la intensidad de Goodman como guía. A través suyo sí que hay momentos de tensión. Pero la película se pierde en la autosatisfacción. Da la impresión de que todos sus responsables, sea Trachtenbegr, Abramso los dos, se sienten demasiado inteligentes con lo que están haciendo. Y esta vez no, el ingenio no es tan desbordante como en la ya mencionada, limitada y muy mareante Monstruoso o con esa joya que es Super 8, por citar títulos relacionados con Abrams de pretensiones similares.
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