Cuando todos los síntomas son malos, el producto final suele ser un enfermo terminal. O lo que es lo mismo en cine, un fiasco. Manolete es una de esas películas perdidas, anunciadas a bombo y platillo y de la que nunca más se supo. Se rodó en 2005, se iba a estrenar en 2008. Después en 2009. Problemas económicos. O cinematográficos. Aquí conocemos el filme como Manolete. En Estados Unidos como A Matador's Mistress. En el Reino Unido The Passion Within. Y en Canadá Blood and Passion. Demasiados títulos para tan poca película, equivocada en todo lo que plantea y ejecuta, desde el pobre guión hasta los cariacontecidos actores, pasando por la muy endeble puesta en escena o el montaje carente de sentido. En su momento, Manolete fue un título ilusionante, cuya estrella fue poco a poco decayendo hasta desaparecer por completo. Ahora, sin estrenar en cines y después de años enlatado, sólo queda como una rareza difícil de entender.
Manolete cuenta el último día de vida del torero (un soso Adrien Brody), en Linares, donde sufrió la grave cogida que propició su muerte, con flashbacks intercalados que intentan ilustrar su relación con la actriz Lupe Sino (una poco carismática Penélope Cruz). Tras los créditos iniciales, la película arranca con una larguísima escena que nos lleva casi hasta los diez minutos de película (que sólo dura 92) que pretende hablar de eso, hablar de lo tormentoso del amor entre el matador y la intérprete, pero que falla ya desde su misma concepción. No emociona el guión ni tampoco hay empatía con los personajes. No hay casi nada aprovechable en esa escena, que casi parece sacada de otra película, pues en realidad apenas encuentra relación con el resto de la historia. Nos dicen que es problemático ese amor. Y nos lo tenemos que creer porque es lo que toca, nada más. No es hasta bien entrada la película, casi ya en su tramo final y antes de la escena climática en la plaza de Linares, cuando se introducen los problemas de Lupe por haber sido comunista, pero ya es tarde para que sea algo relevante.
Ni Brody ni Cruz terminan por hacerse con sus personajes, porque no hay mucho personaje al que agarrarse. Ambos cuentan con explicaciones muy flojas y tópicas en el guión, incluso repetitivas en ocasiones, lo que hace que, a pesar de su corta duración se tenga la sensación de que algunas escenas sobran. Tampoco encuentran el soporte adecuado en el resto del reparto (en su mayoría español, lo que viendo la película en inglés se nota hasta niveles insospechados... y no sólo por el prescindible pero esperado spanglish con el que introducir términos taurinos o folclóricos) o en la producción, con un alargado hasta el cansancio montaje paralelo en la escena cumbre. Mis nulos conocimientos taurinos me impiden dar un juicio más definitivo, pero las escenas de toreo se antojan falsas. Bien porque se nota a la legua cuándo no hay un toro delante o bien porque queda en evidencia que hay un doble toreando (el lenguaje corporal es bien distinto al de Brody). En algún momento de esa escena final sí se atisba a lo lejos el ansiado objetivo de la película de mostrar a Manolete en toda su grandeza, pero sabe a tan poco y llega tan tarde que no impide la sensación de asistir a un fiasco en toda regla.
La verdadera sorpresa que esconde Manolete es descubrir que su escritor y director, Menno Meyjes, es autor del guión de El color púrpura y de la historia de Indiana Jones y la última cruzada. Fijando la fecha de este filme en 2008, no se ha vuelto a poner detrás de la cámara, por cierto. Y desde luego, es asombroso que tenga un pasado remarcable como guionista, porque Meyjes falla en tantos aspectos que poco se podría apostar por él. Nunca consigue convencer de que es Manolete quien está en la pantalla, nunca es posible entender qué le ha convertido en un torero tan especial (sólo una escena poco clarificadora con una vaquilla), no consigue explotar la rivalidad con Dominguín (cutre retrato del torero) y en ningún momento es capaz de hacer sentir que la relación de amor vale tanto. Manolete es una película fallida en todos sus aspectos, que no consigue ser un retrato interesante de una figura social de esta envergadura ni tampoco el retrato de un amor desgarrado, que es lo que parece buscarse con los carteles y con los títulos. Indudablemente, un fiasco.
5 comentarios:
Bueno, algunos guionistas también pierden el oremus, como decía mi abuela, después de haber escrito cosas brillantes, lo que está claro es que si el guión no se aguanta no hay actor que lo levante. Cómo has visto el bodrio en cuestión ? En internet quizás? besos
Huy Juan pero si el elenco mismo debio darte una pista de lo que se avecinaba.
En Canada ni siquiera se le vio por ningun lado esta película. Solo recuerdo que la moda era que Brody se la pasaba en España con una novia española...
Jo, pues está claro que es lo que le tiene que haber pasado a este tipo, porque si no es incomprensible... Internet, Internet...
Gallo, yo es que siempre que veo a Adrien Brody pienso en su descomunal actuación en El pianista. Luego, claro, me acuerdo de los bodrios que ha hecho y... En cines no se ha estrenado en ningún sitio, DVD o Internet...
Pues mira, ni sabía que esta película existía como tal, pensé que aún estaba dando vueltas pendiente de su estreno... pero vamos, que por lo visto tampoco se puede hablar de un estreno como tal ¿no?
Mira, he leído tu reseña con atención, pero la película en sí no me interesa lo más mínimo. Y los actores me quitan aún más las ganas de verla, vamos, que les tengo manía...
Saludos!
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