La de crítico de cine es una profesión mucho más complicada de lo que parece. Se exige imparcialidad, pero también un juicio de opinión. Y la opinión es algo que sólo puede surgir desde el interior, desde lo más personal, desde los gustos y el bagaje que uno tiene. Cuando llega un título como el Episodio VII de Star Wars, ambas facetas se enfrentan como no lo hacen con otro tipo de cine, y más cuando, hablando en primera persona, soy un entusiasta seguidor del portentoso universo creado por George Lucas en 1977. ¿Cómo habla de El despertar de la Fuerza desde esa difícil posición? ¿Cómo explicar que he disfrutado como lo haría un niño pequeño, que en lo que realidad siempre se han propuesto estas películas aparte de sus aciertos y errores, que me ha hecho sentir una diversión y una nostalgia únicas, pero que, al final, siento una ligera punzada en el corazón porque no he visto como esperaba la mejor película de la saga? ¿Cómo decir que esto es una maravilla desde su concepción pero que podría ser aún mejor? Intentémoslo.
J. J. Abrams es un tipo inteligente. Ha apostado a caballo ganador. Eso le ha llevado a buscar referentes temáticos y visuales muy cercanos a los de la trilogía original. Hay un planeta desértico y uno helado, se recupera a personajes como Han Solo, Leia, Chewbacca, Luke Skywalker o C-3PO y R2-D2, se sigue un camino muy parecido al del original Episodio IV, con una lucha entre una rebelión y el poder, en este caso la Primera Orden sustituyendo al Imperio, y muchas cosas más que recuerdan a elementos de la trilogía clásica. Muchas. Quizá, demasiadas. Puede que a J. J. y a Lawrence Kasdan se les haya ido la mano en esas simetrías. Algunas se agradecen, y desembocan en una acción extraordinaria, impagable cada vez que se ve al Halcón Milenario o los Ala-X, otras recuerdan que el camino escogido es el fácil. Y eso se siente sobremanera en la batalla final, que en este círculo concreto sólo aporta la maestría del rodaje de escenas de acción que luce el director y al uso sensacional de los efectos visuales, más integrados en la realidad que en la trilogía de precuelas.
Los añadidos, espléndidos, porque revitalizan la serie de una manera muy inteligente. Hay tres aciertos rotundos en la película, y no era fácil. El primero, Daisy Ridley interpretando a Rey, un sensacional personaje femenino que está llamado a ser leyenda en Star Wars, y en menor medida John Boyega como Finn, porque ambos sostienen la película en su lenta (y adecuada) introducción hasta que Han Solo, Harrison Ford, se come literalmente la pantalla y nos devuelve a todos el niño que éramos hace tres décadas y que sigue vivo en nuestro interior. Ese es el segundo acierto, que Abrams, fan él mismo de la saga, contenta de una forma bestial a quienes querían recuperar los iconos de la trilogía original. Y el tercer acierto lo ejemplifica BB-8, ese pequeño droide llamado a sustituir a R2-D2, demostración en sí mismo de que es posible innovar respetando el espíritu inmortal de la saga. Entre esos tres aciertos, Star Wars vuelve a ser algo intenso y emocionante en la gran pantalla, aunque el 3D sea tan absurdo como innecesario.
¿Pero qué hace que El despertar de la Fuerza no sea la cúspide de la saga que muchos esperábamos? Lo esencial apenas se puede decir sin recurrir a spoilers, pero el personaje de Kylo Ren, sensacional en lo visual y en buena parte de su perfil, acaba desinflado por errores de guión notables, quizá debidos a que se ha querido correr demasiado y juntar sensaciones que en la trilogía original se conseguían en dos películas. Quizá es por el excesivo mimetismo en la gran batalla de fondo que hay con algo que ya hemos visto. Quizá porque John Williams no encuentra dentro de su buena pero menos presente banda sonora temas tan emblemáticos como los de antaño. O quizá porque se nota demasiado que se han guardado muchas cosas para el siguiente episodio, tal y como evidencia el precioso final del filme. Es un deleite para los fans, una gran película para cualquiera. Pero tanto al crítico como al fan que esto suscribe le falta algo que le provocara un cosquilleo en la espalda durante toda la película y no sólo puntualmente. Pero la Fuerza ha despertado y eso es fantástico.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo, deja un resabor a la primera trilogía, la mejor para mí, y creo que es ahí donde radica su mayor encanto. Me lo pasé muy bien viéndola, como dices :)
Van
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