Hay historias que casi se construyen solas. El coro es claramente una de ellas. Un chico conflictivo que tiene un don y tiene que aprender a desarrollarlo con la ayuda de un mentor que al principio tiene sus dudas. Es una historia que se ha visto una y mil veces, que descansa habitualmente en una vinculación temática directa, en este caso la música, y el acierto fundamental en la elección de los dos actores principales, el joven y el veterano. Vista desde ese punto de vista, El coro es una película bastante apreciable. Lo malo es que, precisamente por el mismo hecho de que es una historia que se construye sola, la hemos visto ya una y mil veces. Y es verdad que François Girard consigue lo esencial, conmover desde la música y con las vivencias de los personajes, pero no sería justo omitir que la suya es una película harto predecible desde el primer minuto.
Es curioso que lo más conseguido de la película desde el punto de vista emocional y psicológico esté en sus primeros minutos, precisamente cuando el tema central de la historia, la habilidad vocal y musical de Stet (Garrett Wareing), todavía no se ha planteado. El coro engancha mucho más por el retrato que por la evolución, porque lo primero sí impacta pero lo segundo está en el terreno de lo predecible. Y es bonito, sin duda, porque los relatos de superación y aprendizaje, mucho más cuando tienen un trasfondo cultural o intelectual, tienen un encanto que es muy difícil de malograr. Girard se aprovecha de eso para que los defectos de la cinta queden enterrados, pero es muy evidente que se trata de una película con muy poco riesgo, y que para evitar que el protagonismo de un chaval, por mucho que Wareing esté bastante notable, le rodea de grandes actores y nombres conocidos.
El de Dustin Hoffman es el más notorio, es evidente, y también el de mayor categoría. Y el que más agrada ver en papeles en los que puede explorar todo su talento. Hoffman forma parte de una generación de intérpretes ya veteranos que han coqueteado con un cine que no está a su altura, con comedias alocadas o películas que directamente no valían la pena, y por eso es tan bonito verles en filmes como El coro. Como los otros nombres conocidos del reparto (Kathy Bates, Debra Winger, incluso Josh Lucas), entra en terrenos que para él no suponen un reto excesivo, eso también es verdad, pero Hoffman tiene un carisma inagotable y cada vez que aparece en la pantalla la ilumina. Girard lo sabe, y una vez que ha introducido a su personaje le deja mucho espacio para que la película se beneficie de esa presencia. Eso no habla excesivamente bien de sus virtudes como narrador, pero después no perjudica en absoluto al filme.
Uno de los problemas de El coro es que se deja llevar por lo fácil, efectivamente, y eso incluye también la música. Aunque en el clímax y en otras escenas clave de la película sí la utiliza Girard con bastante acierto, pero en algunos momentos da una sensación exagerada de refuerzo, que no necesita precisamente porque ya tiene en pantalla una serie de personajes muy atractivos. Ninguno se sale del guión y la película siempre camino por territorios cómodos y sencillos, pero tampoco está escrito que todo tenga que ser rompedor y sorprendente. Es verdad que eso se valora con más facilidad, y que en el caso de El coro se puede achacar a la dependencia que genera la presencia de un actor como Hoffman, pero al final la película se disfruta bastante. Al fin y al cabo, la empatía está servida desde el principio y, con el buen trabajo del joven Wareing, es fácil implicarse con él en su camino.
2 comentarios:
A mí me ha gustado bastante, aún cuando la historia pueda ser algo previsible, creo que los personajes están muy bien realizados y que la película "te toca".
Van, creo que es de esas películas que gustan con facilidad, ¿verdad? Y da igual que siga un esquema que nos sabemos o que sea previsible, sí, pero, como dices, la película te toca, es emocionante, está bien hecha y bien interpretada. Suficiente, desde luego.
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