viernes, abril 17, 2015

'Lost River', el calco de estilo de Ryan Gosling

Al destacarse que Lost River es el debut en la dirección de Ryan Gosling, y viendo el tipo de cine por el que ha apostado frecuentemente como actor, el temor a que carezca de un estilo propio en este su primer filme está más que fundado. Y el resultado lo acaba confirmando. Gosling casi acaba confesando sus inspiraciones en los créditos del filme, colocando entre los agradecimientos a Nicholas Winding Refn o Terrence Mallick. Sólo le falta añadir el nombre de David Lynch y el cóctel que supone esta cinta está más que resuelto. Gosling rueda razonablemente bien, pero elude un estilo propio, prefiere quedarse con el de sus referentes, y se nota demasiado. Por eso la película, a pesar de que sólo llega a los 85 minutos y no llegar a aburrir, es un ejercicio de estilo más vacío de lo que seguramente le hubiera gustado, que deja de lado las posibilidades del imaginativo mundo que crea y que se centra en impactar visual y sonoramente. A ratos hasta lo consigue, pero juega tan en el filo de la navaja que al final acaba perdiendo el control.

Como resultado de esta mezcla, Lost River peca de una cierta indefinición en muchos niveles. Es difícil ubicar a la película en terrenos que prevengan de la cierta perplejlidad que pueden provocar sus personajes o su ambientación. Y por eso mismo a veces los protagonistas, una familia disfuncional encabezada por Billy, una madre (Christina Hendricks) dispuesta a hacer casi cualquier cosa para salvar la casa en la que vive con sus dos hijos. Si bien la historia de esta mujer podría haberse adentrado en universos lynchianos satisfactorios, y de hecho algo de su estética está presente ya desde el mismo cartel del filme, esta trama comparte demasiado espacio con la de su hijo adolescente, Huesos (Iain De Caestrecker), que es la que evidencia la irregularidad del filme y los peligros de caer en un surrealismo excesivo (el mejor ejemplo, lo que acaba rescatando de debajo del agua).

No da la impresión de que Gosling, también guionista del filme, haya sabido desarrollar los personajes ni tampoco el mundo en el que los ubica, del que apenas se dan explicaciones, perdiendo una ocasión de generar más interés por ese aspecto. Tampoco que haya sabido medir la importancia de cada una de las tramas, escenarios y motivaciones. Y el caso es que hay elementos de interés que quedan diluidos en favor de una estética nada personal. Gosling se recrea demasiado en artificios visuales y sonoros que si ni siquiera le pertenecen en primer lugar, pero de esta manera no consigue enmascarar los muchos problemas que tiene su historia. En demasiadas ocasiones da la impresión de que la historia de Billy y la de Huesos (todos los personajes tienen motes de este tipo; el de Saorise Ronan, Rata, es el único que tiene una explicación) forman parte de películas diferentes. El error de Gosling, que sí parece entender ambos caminos, es que no ha sabido hacerlos confluir, lo que ahonda en las pobres sensaciones que deja la película.

La irregularidad es la marca que deja Gosling en su debut en casi todos los aspectos, incluyendo las interpretaciones. Por un lado, saca buenos trabajos de Hendricks o De Caestrecker, incluso de Eva Mendes, cuyo personaje no deja de ser una cáscara vacía que aparece más por puro placer voyeur que por necesidades narrativas, pero desperdicia el personaje y la mirada inquietante de Saoirse Ronan precisamente porque su personaje y sus circunstancias no terminan de encontrar un encaje adecuado en la historia. Lost River no termina de ser una mala película, aunque los defectos superan con mucho a sus virtudes, pero sí es una muestra de lo que puede suceder cuando un actor con inquietudes se sitúa detrás de la cámara sin tener muy clara cuál es su voz y se deja llevar por lo que han hecho otros con él. Una lástima, pero en todo caso habrá que esperar a la segunda película de Gosling para saber de verdad qué podemos esperar de él como director.

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