viernes, abril 10, 2015

'Mortdecai', divertirse rodando no implica divertir al espectador

Hay películas en las que el espectador tiene la sensación de que los actores se lo han debido pasar en grande rodándolas. De hecho, cada vez son más. Mortdecai es, seguramente, una de esas películas. Pero lo que no parecen entender los actores y directores detrás de este tipo de cine es que divertirse rodando no implica necesariamente una diversión entre los espectadores. Mortdecai es, también, una de esas películas. Por desgracia, porque el planteamiento suena interesante: una película de espías, ladrones de arte, un cuadro perdido y unos cuantos enredos, con un reparto en el que se cuelan Johnny Depp Gwyneth Paltrow, Ewan McGregor, Paul Bettany y, en papeles más pequeños, Jeff Goldblum u Olivia Munn, con un director capaz de sacar entretenimiento hasta de lo más absurdo y delirante como era Sin frenos. Pero el resultado es aburrido, sin gracia, como un mal dibujo animado, con chistes sin gracia, escatológicos y sexuales en su amplia mayoría, y sin diálogos que aporten carisma a los personajes.

No hay que olvidar que la película lleva por título el nombre del protagonista, y eso obliga a exigir un mínimo de carisma en esa figura. Pero Johnny Depp hace tiempo que no está en ese juego. Él, efectivamente, se lo habrá pasado en grande dando vida al personaje, pero ni el guión le da los medios para entusiasmar ni él parece dispuesto a salir de los esquemas en los que ya le hemos visto en tantas ocasiones en los últimos años, una caricatura en sí misma, provista de incontables tics y muecas pretendidamente divertidos y con un aspecto físico que le haga parecer diferente (en este caso por el bigote del que tanto se abusa en los chistes de la película). De hecho, Depp acaba siendo el mejor termómetro para la película. Si a los cinco minutos no se le ha considerado soportable, es mejor abandonar el filme, porque su protagonismo es total y no hay cambio alguno en el personaje. Porque cargar, carga, y además no sorprende en nada de lo que hace.

Con esa figura como protagonista y con un elenco de secundarios a ratos inverosímiles, da la impresión de que Koepp ha querido llevar a la pantalla un ambiente casi parecido al de los viejos dibujos animados de la Warner, en la que físicamente todo parece posible y divertido, pero apenas consigue arrancar dos o tres risas. Si acaso, el personaje que sí parce divertido es el de Paul Bettany, el ayudante de Mortdecai. Porque el triángulo que forma Depp con Paltrow y McGregor ni está resuelto con estilo ni consigue despertar el interés necesario. En realidad, nada lo hace. La acción se aleja de cualquier complicación, y Koepp desperdicia varias escenas de persecución con puestas en escenas muy limitadas, frías, casi rodadas a cámara lenta y por ello carentes de espectacularidad, como dejándose llevar por el espíritu de unos chistes soeces, el slapstick más simple y un desarrollo terriblemente previsible y que permite abstraerse por completo de la trama, que acaba siendo bastante superflua.

En el fondo Mortdecai se deja ver, no es un desastre absoluto aunque en las líneas anteriores no se haya destacado nada en el resultado final. Pero la falta de elementos imaginativos en una película que precisamente quiere ser original, de un guión bien elaborado en el que se esconden tantos clichés que asusta o de actores que puedan sorprender, insistiendo eso sí en la excepción del por momentos divertido Bettany, hacen que la película sea completamente inofensiva, casi dos horas de experiencia en la que nada va a resultar satisfactorio de verdad. No es que provoque el enfado de un espectador que se sienta estafado, no es eso en absoluto, pero es que no genera la más mínima conexión con él a ningún nivel, salvo que guste el humor que abandera, por lo general bastante poco elegante o refinado. Pasan cosas, de vez en cuando hay un chiste simpático y poco más. Y sí, seguro que Depp y compañía se lo han pasado bomba rodando. Pero a este lado de la pantalla la frialdad es total.

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