Steven Spielberg no podía fallar cuando hay aventura de por medio. Y no falla, desde luego que no falla. Las aventuras de Tintín. El secreto del unicornio es, sencillamente, la película más trepidante del año, el regreso del Spielberg más aventurero (muy superior al, mejor de lo que se dijo, de la ya estupenda Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal), construyendo una película de acción y aventuras para toda la familia con una animación deslumbrante (infinitamente superior a la motion capture que muestran las películas que ha hecho Robert Zemeckis con esa técnica) y una capacidad cinematográfica inagotable, que es lo que tiene Spielberg, uno de los grandes entre los grandes aunque muchos se lo nieguen (algún día, ojalá muy lejano, se morirá y entonces todo serán buenas palabras...). Quizá por haber tocado antes el techo de espectacularidad o quizá porque hay vocación de que esta película inaugure una saga, lo cierto es que el final de la película sí deja una sensación un tanto extraña. Pero lo anterior ha sido tan divertido, tan entretenido y tan genial que eso se queda en un fallo menor.
El cine de aventuras es algo de otra época. Hoy manda más la acción imposible. Se ha perdido la ingenuidad, la inocencia, la sana diversión. Hoy no parecen posibles películas como Robin de los bosques, Scaramouche, El temible burlón o El hombre que pudo reinar. Y, sin embargo, de vez en cuando se producen hechos sobresalientes como esta adaptación a la gran pantalla de las aventuras de Tintín. Porque es sobresaliente. Spielberg es el mejor cineasta vivo para plasmar en una película la aventura más pura y genuina, y he aquí una nueva prueba. No sé si hay otro autor capaz de hacer lo que él hace en la prodigiosa persecución que se asoma al filme en su tramo final (auténtico climáx aunque en realidad no lo sea, de ahí que el auténtico final deje un sabor de boca un tanto más discreto) o de rodar el deslumbrante combate naval que acontece poco antes. Como queda claro incluso en el prólogo (autohomenaje a Atrápame si puedes), hay auténtico cine en El secreto del unicornio, primera de las tres entregas previstas de Las aventuras de Tintín. Y cine familiar, que también es noticia, aunque un poco menos en el año en que la nostalgia ochentera de Super 8 (producida igualmente por Spielberg) triunfó en el verano.
La adaptación de los cómics de Tintín es fiel en muchos sentidos. No sigue literalmente el relato de uno de los libros de Hergé, sino de tres. Sin ser un gran experto en el personaje, dicen de la película que hay bastantes libertades a la hora de adoptar esos relatos, pero lo cierto es que las bases de los personajes, conocidísimos para todo el mundo incluso sin haber leído muchos de sus álbumes, están ahí. Tintín (Jamie Bell) es el curioso periodista lleno de recursos e ideas, el capitán Haddock (Andy Serkis) es ese entrañble y gruñón borrachín, Hernández y Fernández (los cómicos Simon Pegg y Nick Frost) son los dos mejores policías despistados del mundo, y todos ellos se enfrentan, con la inestimable ayuda de un divertido y logradísimo Milú, al malévolo Sakharine (Daniel Craig) en la búsqueda de un tesoro. Spielberg lo capta todo a la perfección, acompañado como siempre por una espléndida arquitectura cinematográfica en la que todo funciona como un reloj, desde la juguetona y maravillosa banda sonora de John Williams (¡que no se muera nunca!) a la fotografía de Janusz Kaminski (brillante incluso en un formato de dibujos animados).
A esa fidelidad contribuye el formato en que se ha realizado la película, con la técnica de animación de motion capture. Es tentador pensar qué película podría haber quedado si Spielberg hubiera rodado con imagen real, pero es sólo eso, un ejercicio tentador que no obedece a fallos de la película. Al contrario, esta técnica encuentra en Spielberg a su, por el momento, realizador definitivo, después de que Robert Zemeckis no ofreciera nada tan deslumbrante en sus intentos (si acaso, en Beowulf, pero ni mucho menos en Cuento de Navidad o Polar Express). Aquí la animación funciona porque Spielberg rueda, porque hace cine por encima de todo. No busca la espectacularidad porque sí, sino porque encaja en la película. No hace falta forzar continuos giros de cámara si ya tiene el mejor plano posible. Eso Spielberg lo domina como nadie, su forma de rodar es ejemplar y todo tiene sentido bajo su mando. Absolutamente todo. Por eso él sí es capaz de sacar interpretaciones convincentes de lo que para otros sería sólo un dibujo animado. Por eso Daniel Craig asombra como villano y tanto Bell como Serkis hacen realidad los sueños de millones de aficionados de Tintín con sus caracterizaciones, voces y movimientos.
Las aventuras de Tintín. El secreto del unicornio es una delicia, una película de aventuras como las de antes y la mejor prueba de que Spielberg no ha perdido su toque más juguetón y para todos los públicos. No son pocas las similitudes de esta película con En busca del Arca perdida, como tampoco con otros grandes títulos del cine de aventuras. Pero, al mismo tiempo, es una película muy contemporánea, muy de hoy en día, y que encaja perfectamente en la cada vez más ejemplar filmografía de su realizador. De este filme se puede decir que es divertido (es imposible no reírse con Milú, Haddock o Hernández y Fernández), que está repleto de guiños al cómic de Hergé (haría falta un auténtico experto para desgranarlos todos, pero ya el primero que se ve en pantalla deja bien claro el respeto que se quiere tener por la obra original), que es trepidante (magníficas escenas de acción que, como en el caso del primer Indiana Jones, encuentran su apogeo en la de persecución) y que está pensado para que lo disfruten públicos de todas las edades (incluso por su duración, 107 minutos). Yo sólo puedo añadir que me lo he pasado como un niño pequeño y que me parece, sin duda alguna, uno de los títulos del año. Spielberg demuestra una vez más su grandeza.
El cine de aventuras es algo de otra época. Hoy manda más la acción imposible. Se ha perdido la ingenuidad, la inocencia, la sana diversión. Hoy no parecen posibles películas como Robin de los bosques, Scaramouche, El temible burlón o El hombre que pudo reinar. Y, sin embargo, de vez en cuando se producen hechos sobresalientes como esta adaptación a la gran pantalla de las aventuras de Tintín. Porque es sobresaliente. Spielberg es el mejor cineasta vivo para plasmar en una película la aventura más pura y genuina, y he aquí una nueva prueba. No sé si hay otro autor capaz de hacer lo que él hace en la prodigiosa persecución que se asoma al filme en su tramo final (auténtico climáx aunque en realidad no lo sea, de ahí que el auténtico final deje un sabor de boca un tanto más discreto) o de rodar el deslumbrante combate naval que acontece poco antes. Como queda claro incluso en el prólogo (autohomenaje a Atrápame si puedes), hay auténtico cine en El secreto del unicornio, primera de las tres entregas previstas de Las aventuras de Tintín. Y cine familiar, que también es noticia, aunque un poco menos en el año en que la nostalgia ochentera de Super 8 (producida igualmente por Spielberg) triunfó en el verano.
La adaptación de los cómics de Tintín es fiel en muchos sentidos. No sigue literalmente el relato de uno de los libros de Hergé, sino de tres. Sin ser un gran experto en el personaje, dicen de la película que hay bastantes libertades a la hora de adoptar esos relatos, pero lo cierto es que las bases de los personajes, conocidísimos para todo el mundo incluso sin haber leído muchos de sus álbumes, están ahí. Tintín (Jamie Bell) es el curioso periodista lleno de recursos e ideas, el capitán Haddock (Andy Serkis) es ese entrañble y gruñón borrachín, Hernández y Fernández (los cómicos Simon Pegg y Nick Frost) son los dos mejores policías despistados del mundo, y todos ellos se enfrentan, con la inestimable ayuda de un divertido y logradísimo Milú, al malévolo Sakharine (Daniel Craig) en la búsqueda de un tesoro. Spielberg lo capta todo a la perfección, acompañado como siempre por una espléndida arquitectura cinematográfica en la que todo funciona como un reloj, desde la juguetona y maravillosa banda sonora de John Williams (¡que no se muera nunca!) a la fotografía de Janusz Kaminski (brillante incluso en un formato de dibujos animados).
A esa fidelidad contribuye el formato en que se ha realizado la película, con la técnica de animación de motion capture. Es tentador pensar qué película podría haber quedado si Spielberg hubiera rodado con imagen real, pero es sólo eso, un ejercicio tentador que no obedece a fallos de la película. Al contrario, esta técnica encuentra en Spielberg a su, por el momento, realizador definitivo, después de que Robert Zemeckis no ofreciera nada tan deslumbrante en sus intentos (si acaso, en Beowulf, pero ni mucho menos en Cuento de Navidad o Polar Express). Aquí la animación funciona porque Spielberg rueda, porque hace cine por encima de todo. No busca la espectacularidad porque sí, sino porque encaja en la película. No hace falta forzar continuos giros de cámara si ya tiene el mejor plano posible. Eso Spielberg lo domina como nadie, su forma de rodar es ejemplar y todo tiene sentido bajo su mando. Absolutamente todo. Por eso él sí es capaz de sacar interpretaciones convincentes de lo que para otros sería sólo un dibujo animado. Por eso Daniel Craig asombra como villano y tanto Bell como Serkis hacen realidad los sueños de millones de aficionados de Tintín con sus caracterizaciones, voces y movimientos.
Las aventuras de Tintín. El secreto del unicornio es una delicia, una película de aventuras como las de antes y la mejor prueba de que Spielberg no ha perdido su toque más juguetón y para todos los públicos. No son pocas las similitudes de esta película con En busca del Arca perdida, como tampoco con otros grandes títulos del cine de aventuras. Pero, al mismo tiempo, es una película muy contemporánea, muy de hoy en día, y que encaja perfectamente en la cada vez más ejemplar filmografía de su realizador. De este filme se puede decir que es divertido (es imposible no reírse con Milú, Haddock o Hernández y Fernández), que está repleto de guiños al cómic de Hergé (haría falta un auténtico experto para desgranarlos todos, pero ya el primero que se ve en pantalla deja bien claro el respeto que se quiere tener por la obra original), que es trepidante (magníficas escenas de acción que, como en el caso del primer Indiana Jones, encuentran su apogeo en la de persecución) y que está pensado para que lo disfruten públicos de todas las edades (incluso por su duración, 107 minutos). Yo sólo puedo añadir que me lo he pasado como un niño pequeño y que me parece, sin duda alguna, uno de los títulos del año. Spielberg demuestra una vez más su grandeza.
4 comentarios:
Para empezar decir que no me gusta nada esta técnica de animación y que Tintín es un personaje que no me ha interesado nunca, pero aún así confieso que el trailer me ha llamado la atención y si tú dices que la peli mola me fiaré y le daré una oportunidad.
Me apetecía mucho verla y ahora más!! :))
Esta no iré a verla, le tengo tirria a Tintín desde que era pequeña, no me preguntes el motivo :-S
Doctora, a mí tampocome convence esta animación, pero en Tintín es mucho mejor que en las anteriores películas. Ya me dirás si le has dado esa oportunidad y si se la ha merecido...
Van, es que para mí era uno de los títulos más esperados del año, así que... Ya me contarás...
La pequeña Meg, bueno, ante las fobias cinematográficas no se puede luchar... Pero merece la pena, ¿eh?
Cris, lo bueno que tiene la peli entonces es que no hace falta haber seguido a Tintín para disfrutarla. Espero impaciente tu opinión...
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