Por Sonia Rodríguez Fernández
Regresan los mutantes
de X-Men de la mano de Bryan Singer tras Días del futuro pasado con un nuevo
y poderoso villano: Apocalipsis (Oscar Isaac). Este nuevo personaje, nos cuenta
la historia, parece ser el primer mutante que existió. Más conocido en su
tiempo original, en Egipto, como En Sabah Nur, al ser único mutante en esa época, se ve a
sí mismo como un dios entre los débiles, los simples humanos. Por una traición,
como ocurre en estos casos, es enterrado durante siglos, despertando de su
letargo en 1983 y descubriendo que el mundo que él tenía en mente no es ni de
lejos parecido al que tiene delante: los humanos comunes dirigen la Tierra,
sin ningún tipo de poder y obligando a los mutantes (a los que él ve cómo sus
hijos) a controlarse, a ser precavidos y muchas veces a esconderse, por lo que
Apocalipsis decide juntar a sus Cuatro Jinetes y poner orden en lo que ve
como un caos sin sentido.
Para llevar a cabo su
purga, Apocalipsis necesita nuevos adeptos, esos Cuatro Jinetes que le ayuden en
sus propósitos, por lo que, muy listo él, elige a mutantes que en ese momento
estén desencantados del mundo como son Mariposa Mental (Olivia Munn), la que será
Tormenta (Alexandra Shipp) y Ángel (Ben Hardy), junto con un viejo conocido,
Magneto (Michael Fassbender), al que comprendemos mejor que nunca. Enfrente,
los buenos, claro, a la cabeza con Charles Xavier (James McAvoy), Bestia ( Nicholas
Hoult) y Mística (Jennifer Lawrence), al igual que la agente especial de la CIA Moira MacTaggert (Rose Byme), que repiten en
sus papeles de las anteriores entregas, además de las caras nuevas
que hemos visto crecer a lo largo de la serie original, Cíclope (Tye
Sheridan), Jean Grey (Sophie Turner) y Rondador Nocturno (Kodi Smit-McPhee).
Todas las nuevas incorporaciones llegan pisando fuerte, y no dejan nada
indiferente.
¿Dónde empiezan los
problemas? Pues por varios frentes. Lo primero, el argumento. Sí, Apocalipsis en
el cómic es un gran villano, pero aquí se mueve en una historia que parece ser la
tónica general de las últimas películas de X-Men: hay un problema, nos juntamos
aunque estemos enfadados y volvemos a empezar... Un bucle del que parece que Bryan
Singer no sabe salir. Lo segundo, la pérdida de identidad de varios personajes,
cómo son Bestia, Magneto y Mística, que parecen totalmente desganados, un
tenemos que estar porque es lo que toca, muy lejos de la convicción por la
causa que mostraban en las primeras películas de la saga. Y no podemos olvidar
al malo malísimo más que trillado al que parece hay que meter con calzador en las
últimas entregas: Striker, interpretado por Josh Helman, que aparece más para
rellenar que para otra cosa, y desaparece de la misma manera absurda con la que
aparece.
Por supuesto, la película tiene
cosas buenas, todas las nuevas incorporaciones refrescan y están muy bien,
destacando Tormenta y Jean Grey, y sobre todo esta última, por ver a Sophie Turner en un papel distinto al de Sansa Stark en Juego de tronos y que deja ver lo que puede llegar
a hacer. Oscar Isaac, aunque con un maquillaje que parece lo que es,
maquillaje, también está muy bien, llegando a imponer y a dar algo de miedo en
varias escenas. Pero X-Men no es X-Men sin su icono, Charles Xavier, con un
James McAvoy que vuelve a estar soberbio en el papel del mejor telépata del
mundo, con permiso de Jean Grey, claro. En conjunto, X-Men. Apocalipsis
entretiene, pero dista de ser una de las mejores de la saga. Esperemos que en
próximas entregas la historia evolucione y salgamos de esta horquilla temporal,
tanto de historias como de personajes (hay aparición sorpresa y ya trillada incluida)
para ver una evolución real de los personajes.
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