Disney se ha lanzado a adaptar en imagen real sus películas animadas más populares. El libro de la selva, la última de ellas, es un producto correcto, un salto adecuado, que sabe respetar los puntos más admirados de la cinta de animación y que, al mismo tiempo, se convierte en una versión actual para que el público actual descubra la disneyzación de los libros de Rudyard Kipling. Pero, al mismo tiempo, es poco más que eso, y se abre así una vía de decepción también bastante peligrosa. Es verdad que la tecnología le ha permitido a Jon Favreau rodar una de las películas más verosímiles con animales digitales, pero si eso es todo a lo que podía esperar es normal que la visión más optimista del filme se quede en esa corrección, la que permite pasar un rato entretenido aún a sabiendas de que no hay más expectativas que esas.
En ese aspecto, Favreau demuestra un enorme dominio en el terreno de los efectos visuales, algo que no es nada nuevo para quien disfrutara de sus dos primeras entregas de Iron Man. Si bien es más asequible crear cosas que son imposibles o propias del terreno de la fantasía mediante el trabajo por ordenador, no es fácil evitar el riesgo de que los animales sean artificiales, y el primer gran mérito que hay que admitirle a El libro de la selva es precisamente ese, que Baloo, Bagheera, Shere Khan, Kaa o incluso el sobredimensionado Rey Louie parecen reales en comparación con el único actor humano de la película, el joven debutante Neel Sheti, quien tampoco es que componga un Mowgli excesivamente memorable. Cumple, como casi todo en la película, pero hasta el clímax de la película no hay demasiado en su trabajo que invite a pensar en una carrera extraordinaria.
Revisado y admirado el trabajo digital, El libro de la selva se convierte en una de esas películas que invita a debatir largo y tendido sobre el doblaje. Con Bill Murray, Ben Kingsley, Scarlett Johansson, Idris Elba o Christopher Walken dando vida a los principales animales de la cinta, ¿tiene mucho sentido verla en versión original? ¿Se entiende así la personalidad que han dado estos actores a todos estos personajes animados? Desde luego, la versión original aporta un plus que la doblada se reconoce incapaz de alcanzar, y es una pena perderse el trabajo de semejante reparto. Pero en España el doblaje sigue mandando, y por eso la versión que muchos verán de El libro de la selva tendrá una tara esencial, independientemente de que el trabajo de los dobladores sea bueno y malo. El debate es más importante de lo que parece porque, hablando de una película con un único actor humano, se está suprimiendo el 100 por 100 de lo que hace buena parte del reparto original.
Puede ser injusto, pero quizá ese sea uno de los motivos por los que El libro de la selva no tenga la capacidad de enamorar que siempre se le puede atribuir a esta versión, la de Disney, del relato de Kipling. A pesar de algunos momentos interesantes, en los que un Shere Khan que quizá aparece demasiado poco se convierte en lo mejor del filme (junto con Baloo, aunque este desde una perspectiva mucho más humorística), la película de Favreau sufre de una falta de consistencia real en su mensaje (¿debe Mowgli actuar como un lobo o como un humano?). Como aventura para todos los públicos sí se entiende esa corrección en el resultado final, también como adaptación más del propio filme del estudio del ratón que de la novela original, terrenos en los que Favreau sí se mueve con bastante comodidad, pero sin riesgo, incluso replicando casi por sorpresa los números musicales de la cinta animada.
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