martes, marzo 22, 2011

'Sucker Punch', cocktail marciano, inclasificable... y entretenido

Métase en una coctelera a cinco jóvenes, guapas y sensuales actrices. Añádase una historia raro, de esas que tienen una historia dentro de la historia, que juegan con la realidad y la ficción. Conjúguese con un festival de efectos especiales y la desaparición de la cámara y del escenario real como lugar de rodaje. Mézclese con la forma de realizar más colorista, pintoriesca y acumulativa de planos que se pueda imaginar. Y agítese bien como lo haría Zack Snyder, el director 300, Watchmen y Ga'Hoole. La leyenda de los guardianes. ¿Qué sale? Un cocktail marciano, extraño e inclasificable llamado Sucker Punch. Y, ojo, porque eso no quiere decir que sea malo, en absoluto. Pero es una película tan atípica, tan diferente dentro de su cotidianidad, tan extrema dentro de los lugares comunes, que es difícil hasta definir si se ha asistido a un espectáculo de alguna forma revolucionario, a una película entretenida que hará las delicias de los frikis o a un desmadre que no hay por donde cogerlo. Al menos descarto la última posibilidad, con lo que malo no puede ser el balance final.

Tras una breve introducción con voz en off, Sucker Punch comienza con una espectacular y apabullante secuencia muda. Apabullante en lo visual y en lo sonoro (toda la película está plagada de versiones muy movidas de canciones, algunas de ellas muy conocidas). Se reconoce sin lugar a dudas el estilo de Snyder, el que hizo de 300 una pieza innovadora dentro del cine de acción norteamericano y el que hizo aprobar la titánica e imposible tarea de adaptar Watchmen al cine. No es descabellado decir que esa secuencia, por inusual y por un espléndido ritmo de montaje, es de lo mejor de la película, aunque algunos hallazgos visuales parezcan sacados de sus anteriores trabajos. Y es que ese es el riesgo que se plantea Snyder desde el principio: repetirse. Es un director que carga muchísimo las tintas en el efectismo visual, en las cámaras lentas, en los giros imposibles de la cámara. Con Sucker Punch, no es que se repita, es que lleva esa obsesión a un extremo todavía más alejado de los cánones más clásicos del cine. Pero, y ahí está la sorpresa, no produce el habitual mareo del cine de acción. Sus coreografías (y por eso funcionan sus cámaras lentas) se pueden seguir.

En ese prólogo, Snyder nos introduce a la protagonista de la función (¿seguro?), una joven de 20 años sin nombre (una sosa Emily Browning) que acaba encerrada en un sanatorio mental a manos de su padrastro, después de la muerte de su madre y del asesinato de su hermana pequeña, asesinato que le cargarán a ella. En el sanatorio es donde comienza la mezcla entre realidad y ficción, porque allí ella recrea con el poder de su imaginación un mundo distinto, un escape, una evasión. Y ese mundo, a su vez, tiene otro recoveco imaginario dentro de la mente de la muchacha, ahora ya bautizada como Baby Doll (Muñequita en castellano). En el sanatorio trabará amistad con otras cuatro chicas, de nombres tan sugerentes como su vestuario en la ficción por ella creada: Sweet Pea (Abbie Cornish, quizá la más completa de las cinco como actriz), Rocket (Jena Malone), Blondie (Vanessa Hudgens, quizá la más popular por High School Musical) y Amber (Jaime Chung). Son cinco rostros reconocibles por pequeños papeles anteriores, pero ninguno lo suficientemente popular como para que se dispare el presupuesto con sus sueldos.

Si en 300 el fetichismo era masculino al cien por cien, aquí lo es femenino, y se explota de todas las formas posibles, desde el vestuario hasta la planificación de las escenas. El caso es que ellas son el principal reclamo de la película si se acerca uno a ella desde la óptica más adolescente. Chicas sexys, armas de todo tipo, efectos especiales, criaturas imposibles y una historia de fantasía. El sueño de todo friki quinceañero. ¿Cómo convencer a otro tipo de público de que esta película es algo más que eso? Quizá teniendo en cuenta que esta película puede tener un papel clave para entender, en el futuro, cómo se hizo la transición entre los escenarios reales y los virtuales. Cierto que hay películas que han usado más pantalla verde y efectos especiales que Sucker Punch. Pero esta película da una sensación de cambio, de avance. Lo que ofrece es la desaparición no ya de los escenarios y de los platós, sino también de la cámara entendida como la limitación final de lo que quiere captar el director. Es constante el desafío a la forma más tradicional de rodar, es abrumador el giro continuo e imperturbable de la cámara, apoyado en la ralentización de las imágenes y la comodidad del grupo de actrices protagonistas con sus papel en este festival visual.

Para dar empaque a la historia, Snyder recurre a Scott Glenn (a quien tras años desaparecido ya se ha podido ver en Secretariat y W.; es una gran noticia su regreso) para el papel de guía en esta especie de aventura gráfica cinematográfica, Carla Gugino (Sin City y Watchmen), Oscar Isaac (un secundario cada vez más interesante visto en Red de mentiras, Robin Hood o Ágora) y en un breve papel Jon Hamm (protagonista de Mad Men, que tras The Town sigue buscando secundarios que le permitan dar el salto al cine). Ellos soportan la doble (o triple) estructura narrativa de la película ideada por Snyder, que escribe aquí su primer guión original (hay quien dice que está basado muy libremente en Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol, pero aportando un desmesurado toque de acción salvaje y desenfrenada). El guión, en todo caso, sorprende más de lo que cabía esperar. Cae mucho su ritmo tras el prólogo, pero remonta rápido para ofrecer una segunda hora frenética. Y en su último tramo ofrece más de una sorpresa que impide catologarlo como preivisible. De hecho, si hay algo que no es Sucker Punch es previsible, a pesar de que su desarrollo es repetititvo en algún momento. ¿Contradición? Sin duda. Pero funciona.

Sucker Punch es una marcianada. Que nadie espere una película seria, formal o con los pies en el suelo. Está justo en las antípodas de ese planteamiento. Lo que busca es llegar al espectador a través de un delirio visual inclasificable, en el que caben chicas con grandes escotes y minifaldas atravesando las trincheras de cualquier batalla de la Primera Guerra Mundial, espadas samurai para hacer frente a un dragón y androides de aspecto imposible que quieren volar por los aires una ciudad futurista, todo ello anclado en una historia dramática de tinte realista que es la que da comienzo al filme. Con apenas un puñado de películas y a punto de encargarse del regfreso al cine de Superman de la mano de un guión y la producción de Christopher Nolan (¿puede haber dos enfoques más opuestos a priori que los suyos? Tengo curiosidad por ver qué resulta de su unión...), Zack Snyder se está haciendo un hueco como renovador de la fantasía de acción y como innovador en el uso de la cámara para crear envoltorios virtuales. Y, además, Sucker Punch entretiene. Por si no había quedado claro.

5 comentarios:

Jo Grass dijo...

Lo del delirio visual y la marcianada me llama bastante pero, ¿De dónde ha salido esta peli que ni siquiera había oido hablar de ella antes?
Juan, me estoy caducandooooo!!! ¿Dónde has visto esto? ¿Se ha estrenado?. Me ha parecido muy divertida esta reseña, con ese tono de friquez que le has puesto, tanto que, hasta me apetece ver la marcianada y todo, jajaja

Besitos

Juan Rodríguez Millán dijo...

Jo, si es que tengo que acostumbrarme a poner la fecha de estreno, pero siempre se me pasa, je, je, je... Llega a los cines este viernes, así que tú de caducada nada, ¿eh?. Tiene su aquel, pero es una marcianada, insisto, je, je...

Sonix dijo...

Yo estoy deseando verla porque es de Zack Snyder, pero por otro lado, tengo miedo de que sea demasiado marcianada y me parezca absurda, a ver a ver...

Juan Rodríguez Millán dijo...

Sonix, yo iba con mucho, mucho, mucho miedo... Y salí razonablemente satisfecho, vaya...

Key Hunters dijo...

He venido a ver si tenía suerte y la habías visto, porque ya he quedado para verla la semana que viene, y la gente no para de decirme que es un truño infumable :S Si a ti no te ha disgustado, igual hay esperanza.