Penúltimo paso hacia el fin de Harry Potter. Tendría que ser el último, pero la decisión de partir en dos películas Las Reliquias de la Muerte retrasará ese final hasta julio de 2011. Como los anteriores pasos, esta primera mitad del último relato del joven mago es más que nada una transición. Hay nuevos elementos, sí, pero que forman parte del mismo relato. Es más de lo mismo en casi todos los sentidos, y eso supone que encandilará a los aficionados a la saga cinematográfica (que no coinciden necesariamente con los aficionados a la saga literaria) y no dirá mucho más de lo dicho hasta ahora a quien no cuenta los minutos de espera hasta la siguiente película. Tiene algunos puntos que mejoran entregas previas, pero eso queda lastrado por la aparecente necesidad de meter en la película, por eso se parte en dos, prácticamente todo lo que J. K. Rowling introdujo en su último libro. Eso compensa a la baja las apreciadas novedades y por eso la sensación final es prácticamente la misma de siempre, la de haber visto una larga transición de dos horas y media esperando todavía el (se supone) espectacular enfrentamiento final entre Harry y Voldemort.
Comencemos por lo bueno. Hemos tenido que esperar seis películas, pero al fin las relaciones entre los diferentes personajes, al menos entre los tres protagonistas (el Harry de Daniel Radcliffe, el Ron de Rupert Grint y la Hermoine de Emma Watson) alcancen un notable grado de madurez, necesario para entroncar el relato mágico en el mundo real, algo que la saga venía pidiendo a gritos desde hace unas cuantas entregas. Fruto de esa madurez, el comienzo de la película es emocionalmente intenso e impresionante (acompañado de forma impecable por la música de Alexandre Desplat, por fin un relevo digno de John Williams aunque, con el objeto de dar a la película el tono lúgubre que requiere, se olvide casi por completo del jovial tema principal que el maestro creó para el primer filme). Igualmente notable es el intento de David Yates de salirse del canon narrativo fijado por las seis películas anteriores con un breve pasaje de animación, brillante, oscuro y perturbador a partes iguales. Sin duda, ésta es la mejor y más original escena de la película.
Pero, y aquí empiezan los peros, ese fragmento hubiera sido una magnífica introducción para la película, del mismo modo que Shyamalan nos introdujo en La joven del agua. Pero aquí llega a la hora y media de película (todavía quedaban más de tres cuartos de hora por delante), síntoma evidente de dos cosas. En primer lugar, que era innecesario alargar Las Reliquias de la Muerte durante dos películas de la misma duración que las seis anteriores. Sin ese ejercicio de síntesis, asistimos a un interminable encadenado de secuencias de las cuales muchas podrían haberse quedado en la sala de montaje o, mejor aún, en las páginas de la novela. Porque ese y no otro es el segundo síntoma detectable: la imperiosa necesidad de contentar a todos los fans haciendo un repaso por todas las secuencias del libro. Esto es una suposición, pues no he leído la obra, pero parece el origen del problema. Y es que se está perdiendo el valor del trabajo de adaptación. Ahora se buscan fotocopias, traslaciones casi literales, y el conjunto final de una película, un medio muy distinto de la literatura, al final acaba lastrado por ese afán. La adaptación pedía claramente suprimir personajes y simplificar caminos. Pero aquí parece estar todo lo que hay en el libro.
Gracias a la escasa adaptación realizada, David Yates, director de las dos anteriores películas de la serie (La Órden del Fénix y El príncipe mestizo), obvia escenas que podrían haber dado mucho juego en la gran pantalla, incluso la muerte de algún personaje de la que simplemente se informa, destruyendo las posibilidades trágicas de esos momentos (eso, en realidad, ya se había echado en falta en anteriores entregas de Harry Potter). La batalla del Abismo de Helm le sirvió a Peter Jackson para llenar casi una hora de película de Las dos torres cuando Tolkien la ventiló en unas pocas páginas. Aquí había una gran espectacularidad latente en el ataque inicial de los mortífagos para evitar que sus amigos oculten a Harry de las garras de Voldemort o en la escena de la boda, pero una y otra secuencia se convierten en elipsis temporales, incluso directamente en vacíos, para seguir las peripecias del trío protagonista, interés principal de la película (y eso, insisto, genera un punto de mejora cinematográfica y narrativa por momentos, como en las discusiones entre los tres jóvenes cuando las cosas les van realmente mal o en la escena del baile en la tienda).
Desde el espléndido final de El cáliz de fuego, todavía la mejor secuencia de la saga, se espera un climax parecido, pero no se acaba de conseguir. Por eso la sensación de transición que vienen dejando desde entonces las nuevas entregas. Allí, el Voldemort de Ralph Fiennes impresionó, con su imagen y sobre todo con su inquietante voz. Aquí no consigue todavía el mismo efecto, a pesar de que aparece más tiempo en pantalla que en las dos últimas películas juntas. Será que lo mejor queda para el final de la saga, pero de alguna manera Fiennes no logra generar la misma sensación de terror que en El cáliz de fuego, ni siquiera en el epílogo de esta primera parte de Las Reliquias de la Muerte, una escena que podría haber desbordado grandeza y épica, pero que se queda en eso, en un simple epílogo, en el final de una primera mitad. Poco para lo que podría haber sido. Como el clímax de esta entrega, que, no obstante, es la única escena en la que la espectacularidad se ve acompañada de la necesaria emotividad para conectar con el espectador, al menos con el profano en este mundo.
Y dicho todo esto, ¿qué es lo que realmente queda de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Parte 1? Como en las dos películas anteriores, la esperanza de que el gran final de la historia esté a la altura, porque el cine ha perdido la oportunidad de ofrecer una saga diferente y única. La apuesta ha sido por clonar los libros lo máximo posible, y eso ha convertido la secuencia de películas en una larguísima espera para lo que llega el año que viene, en una sucesión de entradas y salidas de personajes, de escenas que a veces es difícil ubicar en una película o en otra (ésta es la que mejor triunfa en el terreno de la individualidad... aunque lo echa por tierra por no acabar la historia y dejar la mitad para dentro de siete meses). Lo mejor es el grado de oscuridad que ha alcanzado la saga, difícilmente clasificable ya como una historia para niños. Entretendrá a casi todo el mundo, y los muchísimos fans de Harry Potter seguro que la disfrutan. Pero a quien no forme parte de ese grupo, puede que le sepa a poco. Otra vez.
6 comentarios:
Estupenda crítica, yo, supongo que la veré, como he visto toda la saga, tengo que decir que "recomendado" y "acompañado" por mis adolescentes hijas, primero porque había que levarlas al cine, luego porque querían que fuéramos con ellas, ya como una tradición.
A mi particularmente ni me gusta ni me disgusta la saga, son entretenidas en general, pero he de reconocer que se me olvidan al poco tiempo de haberlas visto, y de no ser que en casa son fans, dudo que por mi mismo hubiese pasado de la segunda entrega.
Esperemos que tengan un buen final.
Un abrazo
¡Qué buena y completísima reseña, Juan!
Supongo que, este fin de semana, mi hija me obligará a que la lleve al cine porque es fan y, con mucho gusto lo haré, jajaja
Yo opino lo mismo en el tema de las adaptaciones; no veo por qué hay que hacer una traducción literal de los libros al cine... es verdad que cuando me ha gustado un libro, cualquier detalle que se saltan en la película me pone de los nervios, pero viéndolo objetivamente, no creo que haya que colocarlo todo tal cuál se vio en el libro. En cualquier caso, sólo he leído las dos primeras entregas de Harry Potter, así que no tendré quejas cuando vea la película.
p.d. ¡Vente por mi blog, que te he comprado flores!
Yo tengo ganas de verlas,y digo las dos porque se que me voy a quedar con las ganas de más cuando vea esta primera parte..No se como será,hace bastante que leí el libro y se que siempre me gana más la forma literaria pero bueno,llega el final y se que alguna lagrima se me escapará..
Yo "tendré" que verla para completar la saga... creo que debí leerme los libros, aunque aún estoy a tiempo... Gracias por la reseña! como siempre voy bien preparada!
Jose Vte., muchas gracias por tus palabras. Bueno, siempre es bonito tener esas tradiciones. A mí me pasa lo mismo, se me olvidan con facilidad. Pero si tus hijas son fans, no digo nada, que no quiero que se enfaden conmigo, je, je, je... Espero que la hayan disfrutado, seguro que sí.
Jo, pues nada, otra fan anotada... Ya me dirás qué te ha parecido a ti... y qué le ha parecido a tu niña, claro, que seguramente es una voz autorizada como las hijas de Jose Vte.
Key, es que si uno ve una película clásica basada en un libro se da cuenta de que cambian muchas cosas porque el cine es un lenguaje totalmente distinto a la literatura. Hoy no, hoy se traslada, no se adapta. Y es chocante...
M@r@, se te nota tan aficionada que seguro que la disfrutas mucho. La verdad es que, independientemente de la valoración que le demos cada uno, deja con ganás de más, por culpa de ese abrupto final en mitad de la historia.
Van, creo que a mí me pasa lo mismo, voy a verlas para completar la historia. Total, ya sólo queda otra...
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