Harry Potter se acabó pero J. K. Rowling no estaba dispuesta a soltar a la gallina de los huevos de oro. Casi al mismo tiempo han visto la luz un nuevo libro del personaje, en realidad una obra de teatro, y una película que expande su universo que parte, nada menos, que de un bestiario. No había historia, pero se ha creado. Y la ha firmado la propia Rowling. Aún con algunos defectos, lo curioso es que Animales fantásticos y dónde encontrarlos es lo que nunca pudieron ser las películas de Harry Potter, presas de su referente literario y de una legión de fans dispuesta a adorar o destruir lo que se haga con las redes sociales como base. Es la madurez del universo de J. K. Rowling, es un avance barroco, urbano y hasta humano como da la sensación de que nunca pudo ser Harry Potter, por muy sacrílega que pueda ser esa sentencia para los fans del joven mago a los que en absoluto se pretende ofender con estas líneas, que eso también parece necesario advertirlo en esta era digital.
Pero el caso es que, olvidándonos del referente de Harry Potter, al que Rowling hace referencia en varias ocasiones en la película de una manera algo artificial para que no olvidemos que estamos ante una precuela en realidad, lo que recibimos es una historia prácticamente modélica y ejecutada con bastante nivel. Misteriosa cuando ha de serlo, con un sentido de la aventura formidable que, de no mediar semejante festín de efectos visuales podría emparentar el filme con otros títulos inolvidables del género en los años 80, y con una imaginación visual que David Yates, responsable de los últimos cuatro filmes de Harry Potter, sólo deshonra con alguna indescifrable escena como el paso por los titulares de prensa, innecesariamente veloz para que la lectura sea casi un imposible, o con las habituales concesiones al 3D, apenas un puñado de instantes que incluso en 2D se vislumbran claramente y que no tienen mucho sentido.
No lo tienen porque la película no los necesita, ya es bastante apabullante en lo visual como para que el espectador quedara atrapada. El cambio de escenario, del mágico Hogwarts al Nueva York de los años 20, es claramente el mejor acierto de la película. Es, probablemente, el salto que le hacía falta para que la fantasía llegara a un punto mucho más notable, para que los personajes no estén supeditados a un entorno mágico y para que este fluya mucho más fácilmente. Y como Yates ensambla un reparto formidable, encabezado por el casi siempre espléndido Eddie Redmayne y secundado por dos sorpresas tremendamente agradables, las de Katherine Waterston y Dan Fogler, además de un buen Colin Farrell que en realidad es mucho mejor actor de lo que se ha permitido ser o un intrigante Ezra Miller o una intensísima Samantha Morton, todo parece ir sobre ruedas,
Animales fantásticos y dónde encontrarlos supera con creces las barreras de haber nacido, al menos a priori, como un producto para alargar una franquicia, combinando con acierto acción, comedia, misterio y un drama mucho más adulto de lo que la larga espera por Voldemort (antes de que apareciera en El cáliz de fuego y después hasta que llegara el clímax definitivo) permitió que fuera Harry Potter. Y aunque estamos ante una película fácilmente conectable con su universo de referencia, es también un producto autónomo y con la suficiente personalidad como para enganchar incluso a quienes no se dejaron convencer por el mago juvenil. Brilla por su historia, con matices interesantes incluso desde puntos de vista alejados de la fantasía (la persecución de las brujas, la integración de los magos en la sociedad contemporánea), por su exquisitez visual (el mundo dentro del maletín es una maravilla) y, ahí está su secreto, por sus personajes. Todo un acierto.
1 comentario:
Después de leerte tengo aún más ganas de verla de las que tenía! Por cierto, no habrá crítica para "Animales nocturnos"? Me gustaría leerla ;)
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