viernes, noviembre 23, 2012

'Golpe de efecto', los tópicos no pueden con Clint Eastwood

Que Clint Eastwood aparezca en pantalla es razón más que suficiente para ver una película. Golpe de efecto (horrendo título español para Trouble with the curve) es una película simpática, amable, tópica por encima de todo, aunque con algún que otro elemento de interés que excede lo previsible de su guión y, sobre todo, de su resolución. Pero con Clint Eastwood el filme es mucho más que eso. Porque supone una nueva oportunidad de verle actuar después de haber anunciado que no lo haría más. Porque da igual que su personaje recuerde a otros, siempre tendrá un arrollador carisma que borrará todos los defectos. Porque encuentra en Amy Adams la mejor contrapartida femenina en muchos años (¿la mejor sin más?). Se recordará Golpe de efecto por la presencia de Clint Eastwood, aunque el hecho de que aparezca en la película sea un favor personal que le hace a su habitual director de segunda unidad, Robert Lorenz, en su debut como realizador. El resultado, en cualquier caso, es un título digno, bien hecho y bastante entretenido.

Cada vez que se estrena una película con el beisbol como telón de fondo parece que son necesarias más explicaciones de las necesarias. Una vez más, no, no es una película para fans de este deporte tan americano que los demás mortales no serán capaces de entender o disfrutar. Es una película decente, correcta y que se deja ver con sumo agrado. Quizá sí le saquen algo más de jugo a algunas escenas quienes entienden algo de deporte (en general, no necesariamente sobre este), porque comprenderán muchas de las motivaciones de los personajes con mayor facilidad. Pero no es una película de beisbol. Aún así, insisto que solo para quienes quieran entender esas conexiones, es divertido colocar esta película como la antítesis de Moneyball. Aquella genialidad quizá no lo suficientemente bien valorada era el retrato de la nueva forma de entender el deporte que daba la tecnología. Golpe de efecto es lo contrario. Es la glorificación de los métodos más tradicionales. Y por eso la presencia de Clint Eastwood es sencillamente sublime.

El director de Sin Perdón, Mystic River, Million Dollar Baby, Cartas desde Iwo Jima y tantas otras maravillas no actuaba desde Gran Torino, de 2008. Y no lo hacía en una película que no dirigiera él mismo desde En la línea de fuego, de 1993. Solo por ese detalle, Golpe de efecto es ya una película apreciable. Clint ya sabe llorar, y emociona al hacerlo, pero domina mucho más los registros que le convirtieron en un icono. Es imposible no ver en este Gus Lobel, un viejo ojeador de béisbol que empieza a sufrir problemas de vista y al que algunos en su equipo quieren jubilar para dar paso a nuevos métodos (recordemos, de nuevo, la escena de Moneyball en la que Brad Pitt se enfrenta a su equipo de ojeadores), trazas del Walt Kowalsky de Gran Torino y, por qué no decirlo, por extensión también del mítico Harry Calahan (en el flashback de la película casi se ve al viejo Harry el Sucio). Clint, nunca suficientemente valorado como actor aunque sí como director, domina como nadie personajes como este. Y solo por escucharle gruñir (sí, gruñir) en pantalla ya merece la pena la película (y más en versión original).

La película es tan correcta como tópica. El padre gruñón, la hija responsable con la que apenas es capaz de comunicarse, el joven que aparece para recordar su admiración por el padre y se va enamorando de la hija... y de fondo un tema más o menos pintoresco que aquí es el béisbol. Nada nuevo, nada que chirríe, y todo encaminado a un final más que previsible. Pero por el camino, como decía, Clint Eastwood se topa con la mejor réplica femenina que ha encontrado en años. Amy Adams es una actriz deslumbrante que arriesga en cada papel que hace. Golpe de efecto no es una excepción, sino una confirmación. Una más. Como La duda o The fighter, por citar dos de sus grandes trabajos. Hay tantos matices en su mirada, en su rostro, en su sonrisa contenida y en sus lágrimas que merece la pena detenerse en cada plano en el que aparece. Justin Timberlake asume el papel de secundario en esa relación. No es más que el empujón dramático de algunas secuencias, pero funciona con corrección. Y, una vez más, es un placer ver al mejor John Goodman. Que haya juntado este trabajo con Argo es una espléndida noticia.

Pero hay que asumir que la razón principal para ver Golpe de efecto es Clint Eastwood. Se le vende como protagonista de la película, y da la sensación de que su papel se ha alargado, cuando en realidad el motor del filme siempre parece asumirlo con más claridad el personaje de Amy Adams. Y eso no es malo, porque Clint siempre será Clint. Nunca es tarde para recordar que podemos estar ante una de sus últimas interpretaciones y que verle en una película de estreno será un placer que no tendremos para siempre. Por eso vale la pena disfrutar de Golpe de efecto. Por eso y por su envidiable química con la espléndida Amy Adams. O por esos diálogos de viejos cascarrabias sobre cine (delirante el diálogo comparando a Ice Cube... con Robert De Niro). O, también, por ensalzar los valores del deporte que tan bien quedan en el cine norteamericano. Aunque sea blanda, con algún toque siniestro a lo Mystic River o Gran Torino, no hace daño ver una película amable de vez en cuando. Y más con Clint, tan grande como siempre.

2 comentarios:

Doctora dijo...

Laura Linney no compartía muchas escenas con él en "Poder absoluto", pero me choca que pongas a Amay Adams por delante de Hilary Swank.

La peli tiene pinta de melodrama baratillo y si a eso se le suma el transfondo del béisbol pues... poquitas ganas de verla, por mucho que me mole Clint Eastwood. Además, en todos sitios estoy leyendo que es muy previsible y que el final es flojo, así que...

Me mola que haya vuelto Eastwood, pero creo que era mucho mejor final para su carrera "Gran Torino" que esto.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora, tienes razón en que cometo una injusticia obviando a la Hillary Swank de 'Million Dollar Baby', ese es un papel deslumbrante. Pero de algún modo son diferentes. Es verdad que Swank se beneficia de que la suya es una película soberbia y quizá por eso me ha impactado tanto lo de Adams, que en una película menor (que lo es, no te lo voy a negar) consiga algo tan bonito de ver. Sin duda 'Gran Torino' habría sido mejor final. Pero es Clint, que haga lo que quiera...