lunes, febrero 27, 2012

En defensa de los Oscars

Año tras año, los Oscars son objeto de una crítica feroz y despiadada. Que si son rancios, que si la Academia tiene que evolucionar, que si las películas no son las mejores, que si la ceremonia es aburrida, que si no hay nada transgresor, que si están amañados... Pensad en cualquier argumento, incluso en los más despreciativos, se ha utilizado ya contra los Oscars, contra sus presentadores, contra su esencia. Pero el caso es que, año tras año, sigue siendo un evento muy seguido, analizado y disfrutado por personas que no sé muy bien por qué tienen que ser sistemáticamente descalificadas por compartir su interés por estos premios. Guste o no, es de lo que la gran mayoría de los que disfrutamos del cine hablamos al día siguiente. Es una fiesta, un espectáculo, algo que tiene sus propias normas, como las tiene el Festival de Cannes, el de Sundance o los Goya. Es evidente que no puede gustar a todos, pero tiene magia, porque si no sería imposible acaparar tanta atención entre los profesionales de todo el mundo y entre espectadores de más o menos los mismos sitios. El Oscar, pese a quien pese, tiene una importancia capital cuando hablamos de cine, sobre todo de cine norteamericano pero no sólo de allí.

Decir que en el fondo sólo es cine americano (como si eso fuera malo per se), me parece injusto cuando sólo en la última ceremonia tuvieron momentos especiales Francia, Italia o Irán. Hablar de inmovilismo cuando la gran ganadora ¡en 2012! ha sido una película muda y francesa (primer filme no anglosajón en alzarse con la estatuilla principal, nada menos), me parece una acusación fuera de lugar. Decir que el cine minoritario no tiene cabida cuando Woody Allen ha ganado un Oscar y Terrence Mallick ha sido nominado como mejor director creo que denota una falta de comprensión de lo que suponen estos premios y quiénes los votan. Y hablar de justicia o injusticia me parece, sencillamente, un debate imposible. El cine es un arte y como tal es imposible que suscite unanimidad. Por eso los ganadores se eligen en votación de los académicos. A mí me podrán gustar más o menos, como a cualquier otra persona, pero son los Oscars. Y eso, insisto, tiene un peso importante. Habría que respetar más lo que supone y a las personas que lo disfrutan.

Dicho esto, soy de los que no salieron contentos del resultado de la gala. Ya había escrito que The Artist no me había parecido tan maravillosa como a la mayoría del mundo del cine en todos sus espectros, desde los espectadores hasta los profesionales, pasando por los críticos. A mí el título que me maravilló sin remedio de entre las nueve nominadas a mejor película es La invención de Hugo. Adoro también Criadas y señoras. Y me encantó Moneyball. The Artist no. Y, al margen de los dos principales (temo que dentro de algunos años miraremos con asombro como el nombre de Michel Hazanavicius se impuso al de Martin Scorsese), hay dos premios de la película francesa que me han chirriado sobremanera, el de mejor actor y el de mejor banda sonora. Entiendo el papel casi de mimo de Jean Dujardin, pero no lo veo tan meritorio. En cuanto a la música, no comprendo cómo se puede premiar una música que cede la escena principal de la película a unas notas compuestas por otro artistas (en este caso, hay un uso que veo como fraudulento semántica y temáticamente de la banda sonora del maestro Bernard Herrmann para Vértigo). Y con dos partituras de John Williams como rivales, que gane Ludovic Bource me parece sencillamente un clamoroso error.

A La invención de Hugo le han reconocido su excelencia visual, que roza lo incuestionable, pero poco más. Y eso es sólo la mitad de la película de Scorsese. Es una maravilla a contemplar, pero es también una historia que emociona. Sinceramente, creo que merecía más y contaba con alguna pequeña esperanza de que a última hora no se cumplieran los pronósticos. Además de la ganadora de la noche, me frustró el enésimo ninguneo de la Academia a Spielberg, ya previo con Las aventuras de Tintín y definitivo anoche con Caballo de batalla. Previsible, sin duda, pero doloroso igualmente. Tampoco encontré demasiado consuelo con el Oscar al mejor montaje para Millennium. Los hombres que no amaban a las mujeres, porque sigo pensando que la Academia tiene una deuda importante con David Fincher, al que le ha dejado acercarse a la gloria ya en dos ocasiones (El curioso caso de Benjamin Button y La red social) para arrebatársela al final. También fue una decepción que Criadas y señoras se quedara a las puertas de la gloria con dos actrices negras como ganadoras. Meryl Streep es inmensa, pero su Margareth Thatcher en La dama de hierro me llega menos que otros rabajos suyos recientes (sigo sin enteder que no ganara por La duda) y la actuación de Viola Davis es sencillamente descomunal.

El Oscar a Octavia Spencer, maravillosa también como la anterior en Criadas y señoras, fue de los pocos momentos de la gala en que compartí la alegría del vencedor de forma completa y sincera. El de Christopher Plummer tampoco me disgustó, pero tengo que reconocer cierta debilidad por Max von Sydow y su papel en la vapuleadísima Tan fuerte, tan cerca, que por lo visto yo he disfrutado más que la mayoría de la gente. Los premios a los guiones tampoco me encandilaron. Hace tiempo que no encuentro genialidad en Woody Allen, aunque asumo que sus seguidores estarán entusiasmados con el Oscar al mejor libreto original para Midnight in Paris. Y Los descendientes no me parece una absoluto una película perfecta sobre el papel. Ni mucho menos. Es más, seguramente sin la presencia de George Clooney habría sido una película que no habría llegado tan lejos ni habría acaparado tantos elogios. Pero así es el cine, las películas y la industria. Tienen sus reglas y, para disfrutar de este mundo, hay que aceptarlas. Aunque, claro, no todos los años pueden ganar nuestros favoritos. Yo ya espero el siguiente para desquitarme del mal sabor de boca que me dejan los de 2012.

Aquí, una crónica más formal de la ceremonia. Y aquí, cómo España se quedó sin premios en esta gala, me apenó especialmente que el gran compositor Alberto Iglesias no encontrara todavía el reconocimiento de la Academia.

3 comentarios:

Gallo dijo...

No vi a Max Von Sydow pero la transmision del clip de su pelicula me hizo pensar que lo nominar por apretar un boton!___

EStoy sorpendidisimo por el triunfo de Streep, por vez primera sí, no era para ella, sino para Viola Davis. Gary Oldman fantástico en una aburridísima película. Jean Dujardin es un tipo con suerte. Sus peliculas en Francia son solo chascarrillos y satiras al 007 como un Leslie Nielsen, francés. Este Monsieur estuvo en el lugar y la hora correcta para ganar por El Artista. Porque su calidad histrionica dista mucho de un Cristopher Plummer, un Oldman, un Pitt incluso me atrevería a decir.

Doctora dijo...

Recuerdo que antes, cuando era pequeña y no tenía internet estaba muy pendiente de los Oscars, al día siguiente veía el telediario para enterarme de los ganadores (eso para una niña es un esfuerzo) y luego por la noche veía el resumen de la ceremonia que echaban en Canal+ (de hecho creo que algún año llegue a grabarlo).
Ahora gracias a las nuevas tecnologías puedo estar informada al momento con todo detalle, sin embargo se me había pasado por completo que la ceremonia era ayer (me enteré hoy mirando la web de Marca) y no he buscado los ganadores hasta unas horas después, mientras hacia tiempo en lo que tardaba mi madre en salir de la ducha.
Con esto quiero decir que para mí estos premios han perdido todo el valor, pero no sólo los Oscars, me pasa un poco con el cine en general.
Cuando era una niña (como andábamos mal de pasta) no podíamos ir mucho al cine y cada vez que íbamos era como si fuésemos de viaje a Disneylandia, todo un acontecimiento, algo muy importante y que planeábamos con muchos días de antelación.
Ahora en cambio me meto en una sala y es como el que entra en una cafetería, se ha perdido toda la magia.
Bueno, me he ido totalmente de la historia con movidas personales, pero vamos, que cada vez le presto menos atención a estos premios.

Juan Rodríguez Millán dijo...

C., no, muy sorprendentes no fueron, toda la capacidad de sorpresa la agotaron con las nominaciones. Mi actriz era Viola Davis y actor hubiera preferido claramente a Brad Pitt o a Gary Oldman.

Gallo, a mí Von Sydow me encanta en la película. Bueno, y en general. Coincidimos en la valoración de Dujardin. No sé si Hollywood llegará a ver alguna película más de este hombre, veremos...

Doctora, ya, hay mucha gente que ha vivido algo parecido a lo que cuentas... Para mí ir al cine sigue siendo igual de especial, aunque es evidente que es un sablazo importante el que se le da al espectador... Así pierden público, aunque se crean que salvan el cine...