Va una de esas afirmaciones que necesitan de una explicación posterior. Quizá la mala fama que en algunos círculos tiene el cine de animación procede de películas como El Gato con Botas. Que nadie se asuste, que no estamos ante una mala película ni un desastre insalvable, ni mucho menos. Cumple, entretiene, a veces divierte. Pero es que su fórmula es la misma que llevamos viendo muchos años en el cine de animación. Exactamente la misma. Y, siendo esto un spin-off de la saga de Shreck, el agotamiento es mucho mayor, porque acarrera con el lastre de las dos últimas entregas de la saga del ogro verde, emblema de la animación de Dreamworks, y que comenzaron a hacerse ya pesadas. El Gato con Botas es mejor que aquellas dos, pero no tiene la capacidad de sorpresa del primer Shrek. Antonio Banderas disfruta dando vida al gato protagonista, y parece haberse tomado la película como una reunión de viejos amigos que se lo pasan bomba haciendo una película. Se reúne, de hecho, con Salma Hayek. Y con el Gato. Y con el mismo público de siempre. Porque El Gato con Botas tendrá público, ese que simplemente disfruta de hora y media entretenida sin pedirle nada más a lo que ve.
Las sospechas sobre lo que podía deparar esta película son legítimas desde el principio. El Gato con Botas, como personaje, era de lo mejor que había en las tres secuelas de Shrek (puede que lo mejor de la cuarta a pesar de su reducidísimo papel en ésta), por lo que las noticias sobre este spin-off eran la evidencia de que, agotadísima la vía del ogro, había que seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro (ironías de la vida, algo de eso hay en la historia de este filme). Su responsable es Chris Miller, quien debuta en la dirección en solitario después de haber sido codirector de Shrek Tercero, precisamente el título en el que se empezó a notar un bajón tremendo en la saga. Otro viejo amigo con el que reunise, en todo caso. Y a la tarea se suma Guillermo del Toro como productor (¡incluso reservándose dos personajes a los que poner voz en la versión original de la película!). Si a eso unimos que la pareja protagonista es la que hizo Desperado haya por el lejano 1995 bajo las órdenes de Robert Rodríguez (y El mexicano en 2003), se acentúa la sensación previa de que vamos a ver un producto más divertido para quienes lo han realizado que para quienes lo ven desde ua sala de cine. Eso se cumple en buena medida, aunque, insisto, El Gato con Botas es un entretenimiento decente.
La historia bebe de lo previsible en una película de dibujos animados. Un viejo amigo traicionado, una mujer (o gata, que para el caso es lo mismo en una película de animación infantil, la que coge prestada la voz de Salma Hayek) que no es lo que parece, luchas y persecuciones trepidantes, final feliz... En fin, lo esperado. Después de un prólogo más o menos esperable, entramos en la historia: lo que el Gato con Botas y sus compañeros de viaje van a buscar son las judías mágicas que permiten llegar hasta el castillo en las nubes para así robar al ganso de los huevos de oro. Es decir, el mismo entorno mágico de cuento que planteaba Shrek, pero visto desde una óptica ligeramente diferente. Y aquí es donde Antonio Banderas se reencuentra con otro viejo amigo, porque casi da la sensación de que lo que se pretende hacer es una película más del Zorro: el ambiente del oeste más mexicano, la música de Henry Jackman influenciadísima por la banda sonora de James Horner para La máscara del Zorro... Lo malo es que, siendo como parece una derivación del Zorro, falta lo que más ganas hay de ver: un buen combate de espadas. Combates hay de todo tipo (¡incluso de baile!), pero falta éste.
Pero, como decía, la historia entretiene. Y sabemos que funciona, porque es el esquema mil veces visto, pero está bien ejecutado, con un buen acabado de animación (no hay que esperar menos de uno de los estudios punteros en este mundo... por muy lejos que esté de Pixar) y con algún momento muy divertido (hay un gato en segundo plano, que cierra además la película, y que es lo más divertido que tiene el filme en sus contadas apariciones sin necesidad de pronunciar una sola palabra) y alguna idea muy salvaje (jabalíes demoníacos tirando de un carruaje o un claro homenaje final a las películas de monstruos de los años 50 y 60). En definitiva, El Gato con Botas es una entretenida película de animación, que seguro hará las delicias de los más pequeños (aunque el 3D, una vez más, me vuelve a parecer superfluo), en la que merece la pena escuchar la voz de un Antonio Banderas divertido y juguetón (mejor en la versión original, que hay juegos de palabras en castellano francamente divertidos) y en el que, sin demasiadas exigencias, se pueden echar unas pocas risas. No es en absoluto un paso adelante de la animación, ni una película que se gane al pase al olimpo de los dibujos animados. Pero, sí, entretiene, si se ve con los ojos adecuados.
4 comentarios:
Me apetece verla, ya veremos... como siempre me ha encantado tu entrada! ;)
Van, es simpática, ya me contarás qué te ha parecido... Y muchas gracias, como siempre, je, je, je...
Pues a mí no me ha gustado. Aburrir no aburre porque no dura mucho y no se hace pesada, pero vamos, no me hizo reir ni una sola vez (quizá sonreí levemente cuando al narrar la historia de su infancia el gato llama "huevecillo sospechoso" o algo así a Humpty Dumpty).
El guión es lo más previsible del mundo, parece que lo han escrito en tres días, y los escenarios no me molaron nada. Tenía la idea de que la ambientarían en un entorno similar a la Francia o la España del siglo XV, pero como de costumbre todo lo que suene hispano en EEUU tiene que venir de México y parece más bien una peli del llanero solitario...
Doctora, por ser tú, escarbo en la hemeroteca del blog y te contesto, ¡no quiero que lectoras tan majas que estén descontentas, je, je...! Sí, para mí simpática y poco más, pero a mí me pasó también eso de que no me sacara risas, más allá de lo agradable que me resultó la interpretación de Antonio Banlos tres mosqueteros o algo así...deras. Y como a ti me chirrió el tono mexicano. Pegaba más una aventura a los tres mosqueteros o algo así..
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