miércoles, diciembre 25, 2013

'La vida secreta de Walter Mitty', asombroso viaje

Por Lucía Alegrete.

En los años 40, el director Norman Z. McLeod, basándose en una novela de James Thurber, estrenó La vida secreta de Walter Mitty. Era la historia de un hombre fracasado que se evade de su infeliz vida creando una realidad paralela donde sus aspiraciones se cumplen hasta que un día su suerte cambiará y comienza a conseguir sus anhelantes sueños. 65 años después, el conocido actor cómico Ben Stiller traslada la historia a nuestros días, dirigiendo y protagonizando una película que nos hará creer en el poder de la imaginación. Walter Mitty es un desdichado empleado que lleva toda la vida revelando los negativos de la prestigiosa revista Life. Todo ello parece tocar a su fin cuando se anuncia su cierre inminente, traspasando sus páginas a la edición digital. Sólo un último número más verá la luz y el encargado de la portada es el prestigioso fotógrafo Sean O´Connell (Sean Penn), quien concede la fotografía que recoge la esencia de la empresa, el negativo 25. Las cosas se tuercen cuando al llegar el envío hay un hueco en blanco, el 25. El caos y el desconcierto se apoderan del protagonista, quien decidirá perseguir por tierra, mar y aire al escurridizo fotógrafo, adentrándose en un sinfín de aventuras tan inverosímiles como espectaculares.

Hace unas semanas, la National Board of Review la nombró como una de las diez mejores películas del año. Y aunque es una afirmación demasiado categórica, es cierto que es un filme interesante, entretenido y reflexivo. La fotografía y los escenarios son excepcionales, nos sentimos como si fuéramos el propio Walter Mitty viajando alrededor del desconocido y salvaje mundo, escalando el Himalaya o luchando a muerte con tiburones en medio del océano. Es sencillo dejarse llevar por esta avalancha de paisajes sorprendentes y magníficos y embaucarse con las sorprendentes sucesos que se van aconteciendo. El problema de ello es que por momentos se ahoga en su propia artificiosidad y esplendor olvidando la verdadera esencia del filme. El despliegue de efectos, colores y medios es sorprendente, pero no es bueno abusar de ello. Lo más destacable es la originalidad y las imágenes vistosas y llamativas que se nos ofrecen, mostrando un talento artístico del director desconocido para el público. También es divertida y ligera y la acción se desarrolla velozmente.

Walter Mitty es la mejor película de Ben Stiller. Nos demuestra que no es un simple actor de comedias tontas y vacías, sino que debajo se esconde una persona con talento que puede llegar a hacer grandes cosas. Pero aún le queda un largo camino por recorrer, ya que la película sigue siendo muy imperfecta. No resulta creíble o convincente nada lo que ocurre, sobre todo porque sigue demasiado el patrón de una típica comedia americana. Los personajes son estereotipados y están trazados muy superficialmente, al igual que las relaciones entre ellos, por lo que no llegamos a empatizar con ninguno. Es más sencillo buscar la risa fácil del espectador que preocuparse por trazar una historia más real. La relación del protagonista con su compañera de trabajo (Kristen Wiig) está introducida forzosamente, por esa imperiosa necesidad de que exista siempre una pareja. El antagonista (Adam Scott) es el prepotente y calculador empresario que encarga de realizar los despidos de la empresa y también está altamente caricaturizado, mostrándose como un ser insensible al que no importa lo que suceda a la plantilla o a la propia empresa.

Este asombroso viaje del protagonista le llevará por los lugares más recónditos del planeta donde descubrirá lecciones vitales y se conocerá a sí mismo. Se nos muestra cómo con esfuerzo hasta nuestros sueños más inverosímiles se pueden tornar realidad. Con respecto a la fotografía que se corresponde con la última portada de la revista creo que es uno de los puntos más acertados y sorprendentes de la película, que le confiere un cariz nostálgico. El gran mensaje que se nos quiere transmitir ya no es sólo el poder de la imaginación sino también el drástico e imperioso progreso hacia la digitalización. La evolución tiene puntos negativos y en este caso es como la tecnología sustituye al esfuerzo humano. Personas que llevan toda una vida luchando por sacar adelante un proyecto descubren como tan rápido como se logra se desvanece, convirtiéndose en un simple recuerdo. Todos ellos son sustituidos por grandes empresarios, gente con conocimientos de economía y gestión pero que no comprenden el verdadero significado de lo que hacen. Es un homenaje a esos luchadores desconocidos a los que todo el mundo olvida, pero que sin su empeño no se habría conseguido llegar a nada.

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