El arranque es atractivo, porque comienza con una doble ruptura, las de los personajes de Mila Kunis y Justin Timberlake con sus respectivas parejas (atención al divertidísimo cameo de Emma Stone). Vaya con la comedia románica, eso sí que es empezar con una declaración de intenciones. Pero no, todo es un espejismo. La profunda renovación que necesita la comedia romántica no está aquí. Con más o menos diversión y casi siempre con bastante estilo (a pesar de abusar de la herramienta fácil, el sexo), Con derecho a roce es una nueva reunión de actores jóvenes de moda que sólo con su carisma ya son capaces de hacer creíble la más estrambótica histórica de amor. Eso sí, cuando a uno le ponen la miel tan cerca de los labios para después arrebatársela, es inevitable que quede cierto poso de decepción. Todo muy bonito, sí, muy recomendable para ver en pareja (si la pareja quiere ver una historia de amor feliz), pero al fin y al cabo lo mismo de siempre. Si ésta destaca por algo en particular es precisamente porque en muchos momentos no quiere ser esa misma comedia romántica de siempre.
Con derecho a roce crece en diversos momentos y por razones muy diferentes, casi siempre cuando está lejos de la comedia romántica. Comienza siendo un hermoso canto de amor a Nueva York (es imposible no caer rendido a los pies de la Gran Manzana en la media hora inicial... ¿o es a los de Jamie, el personaje de Mila Kunis), y más adelante se intenta equilibrar con el mismo spot publicitario de Los Ángeles (que es de donde procede Dylan, el personaje de Justin Timberlake). Hay un claro desequilibrio, en el que sale venciendo Nueva York. Y es que la película, emocionalmente, es de Mila Kunis casi siempre. Es su corazón el que marca el ritmo. Sin embargo, en la puesta en escena gana Justim Timberlake. El motivo esencial es que junto a él están los personajes más atractivos de la película: el periodista deportivo gay que interpreta un desatado y divertidísimo Woody Harrelson, el padre con alzheimer al que da vida el magnífico Richard Jenkins o la protectora hermana que incorpora Jenna Elfman. Kunis, en cambio, sólo aporta a una desaprovechada Patricia Clarckson, que daba más juego a pesar de que su papel, también, es un cliché muy explotado recientemente.
Kunis viene de deslumbrar en Cisne negro, aunque su brillo quedara demasiado eclipsado por Natalie Portman. De hecho, es curioso que las dos actrices hayan escogido dos películas tan parecidas para suceder al drama de ballet de Darren Aronofsky. Portman hizo la insulsa Sin compromiso, Kunis optó por esta Con derecho a roce. Vienen a tratar el mismo tema, con dos amigos que acaban acostándose acordando que no haya entre ellos una relación sentimental, pero si hay combate entre ambas ésta es clara ganadora. ¿Por qué? Pues para empezar porque aquí Kunis sí le gana la partida por goleada a Natalie Portman. La estrella de Cisne Negro está incómoda en películas inofensivas y brilla con los papeles difíciles. Kunis, en cambio, desborda aquí simpatía y naturalidad, como en Cisne Negro supo inquietar. Aquí domina con mucho acierto los altibajos emocionales de su personaje y encaja en todas y cada una de las escenas de la película, en las mejores y en las peores. Por ella merece la pena ver Con derecho a roce. También por Timberlake, por supuesto, que recupera el magnetismo que desprendía en La red social (y hace olvidar su mala interpretación en la también mala Bad teacher).
Es innegable que Con derecho a roce cae en más tópicos de los que seguramente le hubiera gustado. El clásico guión cíclico, que repite en el clímax final todas aquellas cosas que va enunciando en la primera mitad del filme, no ayuda mucho, como tampoco algunas situaciones un tanto absurdas (¿tiene algún sentido la sesión de fotos de deportistas desnudos?) o repetitivas (¿hacían falta tantas escenas de cama entre ellos dos si ya ha quedado claro que se acuestan pero no son pareja? El sexo vende. Y actores cotizados en ropa interior o desnudos, también). Pero es igualmente innegable que la película tiene momentos muy divertidos (como la repetida opinión de Dylan sobre el papel del piloto de un avión, una de ellas con el brillante cameo de Masi Oka, el Hiro Nakamura de Héroes), bromas sobre (¿contra?) Hollywood (fantástica la de George Clooney) y diálogos muy hábiles y rápidos. Por eso, su hora y tres cuartos se pasa, en realidad, volando. Y no es hasta el final cuando uno se da cuenta de que ha visto un cliché. Será que lo han hecho bien, porque hasta ese momento disfruté de lo lindo aun sabiendo que no estaba precisamente viendo Ciudadano Kane.
4 comentarios:
Fnac invitaba al preestreno a sus socios y pasé de ir, no me llana la atención... :-)
La pequeña Meg, bueno, a mí es un género que no me llama mucho tampoco...
Cris, pues mira, yo disfruté más con ésta, je, je, je... Lo de identificarse siempre ayuda a que una película te guste más o menos. Verás que yo muchas veces hablo de la empatía, me parece importantísima... Y eso no te hace fría, yo te veo más bien consecuente. A mí no me gustan los abrazos regalados, me gustan los que se sienten.
Fui a verla ayer con unas amigas al cine y aunque sí, sabía que no sería un peliculón sino una comedia romántica americana para pasar el rato, me reí bastante y me lo pasé bien, por lo tanto cumplió mis expectativas. Película para salir de buen rollo del cine :)
Van, sí, con eso sí que cumple bastante bien, pero con el inicio que tiene yo me había hecho más ilusiones...
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