jueves, abril 14, 2011

Correcta 'Invasión a la Tierra'

Después del fiasco que supuso Skyline, todas las miradas estaban puestas en Invasión a la Tierra (nefasto título español de Battle: Los Angeles; lo que se ve en la película es lo que dice el original y no el traducido). Y aunque es un divertimento correcto, tampoco se convierte en la película que quería ser. Decían que debía convertirse en una mezcla entre Independence Day (se supone que cogiendo lo mejor de aquella, claro) y Black Hawk derribado. Es decir, la guerra en estado puro pero con alienígenas como enemigos. Y lo es sólo en parte, porque entretener sí entretiene, si uno es capaz de olvidarse de sus muchos tópicos, pero no alcanza la crudeza o el realismo que uno espera. De esta forma, se queda en una película más sobre invasiones extraterrestres, muy lejos del nivel de los grandes clásicos del género de los ños 50 y 60 (y, por qué no decirlo, de la infravalorada La guerra de los mundos de Steven Spielberg), pero como una buena muestra de lo que sería una invasión vista sólo desde el punto de vista del ejército... norteamericano, por supuesto.

Esa es quizá la mayor aportación de Invasión a la Tierra, el punto de vista militar. Sí es cierto que aparece en algunas películas del género (por ejemplo, la misma Independence Day), pero hasta ahora no como visión exclusiva del conflicto narrado. Aquí todo lo ven, lo sienten y lo viven los marines norteamericanos, hasta el punto de que ninguna información se aporta sobre unos extraterrestres visualmente interesantes pero, debido a este enfoque, poco desarrollados. Los marines sí han sido protagonistas de mil y una películas, por lo que estamos abocados a ver los tópicos de siempre. El marine a punto de retirarse, el marine que ha perdido a un hermano en el campo de batalla y culpa a su jefe, el marine que lo arriesga todo por salvar a los civiles, el marine patriota que hace lo imposible por su país, la dura marine que interpreta siempre Michelle Rodríguez (¿continuando su papel en Avatar?)... Todo está aquí. De hecho, hay muchas críticas que se han cebado en la película por esto, por ser un folleto de reclutamiento de los marines (lo es), y eso contamina una crítica exacerbada que suele hacerse a todo producto de exaltación patriótica norteamericana.

La hay, es absurdo negarlo, porque en este episodio de guerra con extraterrestres hay muchas ciudades invadidas pero sólo vemos Los Angeles. Pero no tiene por qué molestar tanto. Es decir, si España fuera una potencia mundial en esto del cine de entretenimiento (no lo es, por si acaso hay que aclararlo), seguro que habría muchas películas de género ambientadas en España. La potencia es Estados Unidos, luego las protagoniza sin que ello tenga que suponer un elemento en contra. No hay problemas narrativos o visuales que deriven de este hecho. Pero molesta. Curioso. Quien no se sienta ofendido por el protagonismo absoluto de los marines, puede llegar a sentirse entretenido por esta película, que al fin y al cabo es el único objetivo. El gran problema que tiene, decía, está en los tópicos, en que las situaciones ya las hemos visto, en que no hay mucho riesgo en ningún terreno, ni en la historia ni en la forma de rodarla. El guión apenas ofrece elementos nuevos e incluso desaprovecha a algunos personajes (los de Bridget Monyahan y Michael Peña, indudablemente).

Lo mejor de Invasión a la Tierra, además de las habituales escenas de destrucción a gran escala (que, a pesar de todo y seguramente por razones presupuestarias, se antojan escasas; hay demasiado escombro y poca visión de cómo los edificios se derrumban, demasiada consecuencia y poco espectáculo grandioso), es Aaron Eckhart. Pocas veces se encuentra uno a un actor tan dedicado a una película de ciencia ficción como es su caso aquí. Muchos argumentan que la pantalla verde les distrae, muchos no se toman en serio las historias que protagonizan. Eckhart, que habría sido la auténtica revelación de El Caballero Oscuro si la grandiosa interpretación y la muerte de Heath Ledger no le hubiera eclipsado en parte, es un magnífico actor que se echa la película a sus espaldas con una facilidad y una profesionalidad encomiables. Con él, los tópicos no cuentan y se olvidan, porque él hace creíble todo lo que hace en pantalla.

Por supuesto, la película deja el habitual final abierto, lo que en parte limita aún más su alcance como producto. Es la batalla de Los Angeles, sí, pero si tiene éxito y podemos estirarla una o dos películas más tampoco pasa nada por dejar la historia a medias. Hasta ese final, algo abrupto, lo cierto es que Invasión a la Tierra cumple con su cometido, el de ocupar con acierto casi dos horas del tiempo del espectador. No es la película definitiva sobre invasiones alienígenas, pero sí un más que digno y sincero intento de crear un filme de entretenimiento y efectos visuales. Así visto funciona, y, por si alguien quiere comparar, es infinitamente mejor que aquel subproducto llamado Skyline (no hay que olvidar que en el estreno de aquel se intentó meter en un saco parecido a ambas cintas porque los directores de Skyline, los nefastos hermanos Strause, fueron acusados de plagio por trabajar en el diseño de los efectos visuales de Invasión a la Tierra). Si alguien espera algo más, y eso lo provoca quien la intenta vender como algo más de lo que es, seguramente será una decepción.

3 comentarios:

Doctora dijo...

Eh,falta el marine que quiere volver a casa para encontrarse con su mujer y su hijo pequeño/bebé.
Es normal que los alienígenas vayan primero a EEUU,si empezasen la invasión por El Pozo del tío Raimundo sería raro :P

Jo Grass dijo...

he estado a punto de verla en un par de ocasiones y en ambas me he tirado atrás. Quizás porque me olía un dèja vu, cargado de tópicos y poco más. No sé, ahora tengo mis dudas. ¿Debería darle una oportunidad?

Juan Rodríguez Millán dijo...

Doctora..., vaya pues sí nos falta ese marine, je, je, je... Seguro que esa película nos la tomaríamos a risa...

Jo, yo creo que sí, que merece la pena para pasar el rato. No es nada del otro jueves, pero tampoco es algo decepcionante. Ya me dirás...