miércoles, mayo 14, 2014

'Amor en su punto', cumpliendo los cánones del género

La comedia romántica es uno de esos géneros pensados para hacer disfrutar a un público ya convencido de antemano sin necesidad de ofrecerle algo novedoso u original. Amor en su punto (título que pierde quizá algo del sentido que quería mostrar en la pantalla The Food Guide to Love) cumple a la perfección esa norma no escrita. Simpática a ratos, con un punto de vista que quiere marcar distancias con otros títulos o personalizar este filme (en este caso, el ingrediente gastronómico), con alguna escena que ayude en ese objetivo de ser diferente (mejor descubrir la que presenta el filme de Teresa Pelegri y Dominic Harari cuando corresponde, ante la pantalla) y las mismas inquietudes de tantas otras historias similares. Una comedia romántica. No hay mejor definición posible. Lo que se agradece, aunque su resolución pueda ser discutible dentro de ese concepto del romanticismo, es que casi siempre sea una película simpática de ver. Justo lo que se pretende con este género.

Como sucede siempre en el género, hay dos pilares fundamentales en los que ha de sustentarse la comedia romántica. Por un lado, un guión simpático. No hace falta que sea brillante o espectacular. Con que sea simpático, la película suele sostenerse sin demasiado esfuerzo. Y hay que reconocer que la estructura que montan Pelegri y Harari, junto con Eugene O'Brien, es lo suficientemente correcta como para aguantar muy bien el relato durante los 90 minutos que dura. Sin alardes, sin genialidades excesivas, pero con bastante solvencia. Con los saltos de seis meses que ofrece el guión y esa estructura que quiere ser la guía culinaria del amor que sugiere el título original, no es difícil mantener la atención en los avatares sentimentales de Oliver (Richard Coyle), un conocido crítico gastronómico irlandés, y Bibiana (Leonor Watling), una española que se ha marchado a Dublín siguiendo a un hombre mayor que ella que se conocen, no podía ser de otra forma, por una casualidad vinculada a los amores de los que salen.

Coyle y Watling son una pareja tan curiosa como, efectivamente, simpática. El trayecto temporal que hace la película se nota en sus actuaciones y tienen la suficiente química como para que casi todo lo que va sucediendo entre ellos resulte creíble. Sobre todo aportan realismo, que hace innecesario un abuso de otros elementos, como el sexo (apenas presente en los chistes, enorme punto a favor de la película por evitar ese camino tan facilón del género) o la comedia desenfrenada. Para que la película hubiera dejado un poso aún más satisfactorio en este sentido quizá hubiera sido necesario un mayor apoyo en los personajes secundarios, que por momentos da la impresión de que no son más que una obligatoria necesidad para los responsables de la película. No es por eso extraño que las mejores secuencias de comedia romántica sean las que protagonizan Coylew y Watling estando solos en pantalla (el momento en el que cocinan los caracoles) y que los mejores momentos de la película al margen del género cuenten con otros personajes (el regreso de Oliver a casa tras la llamada de su madre o la cena con amigos antes del final).

Quizá lo más dudoso de la película esté en su final. Por supuesto que envuelve los conceptos clásicos de la ruptura y la reconciliación, pero las motivaciones y las razones para el desenlace son las que, aún siendo correctas (y lo que es aún más difícil en este género, creíbles), quizá no terminen de encajar con los propósitos de la historia o con el guiño gastronómico que sirve para construir el relato. En todo caso, predomina la simpatía y hay que conformarse con eso porque la película, como el género, tampoco aspira a más. Hay que reír, enternecerse, llorar y alegrarse cuando toca, cuando lo propone el guión y cuando los actores consiguen transmitir esas emociones (casi siempre), y no hay más ni quiere haberlo. Suficiente para pasar un buen rato con Amor en su punto, más fácilmente en pareja que sin compañía. Y es que la comedia romántica está pensada así.

2 comentarios:

Saramaga dijo...

La veré porque este tipo de pelis me relajan, pero tampoco es que me llame mucho la atención.
Besos!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Saramaga, es justo eso, tienen su público. Y también es justo reconocer que tiene algún momento simpático, como tantas otras. Ya me contarás... Besos.