martes, noviembre 27, 2012

'Fin', el exceso del mcguffin

El mcguffin es uno de los recursos cinematográficos más difíciles porque se corre el riesgo de que el espectador entienda la película como carente de explicaciones. El mcguffin es una excusa que pone en marcha una historia y que, al final, no tiene ninguna importancia. Fin no llega a basarse exactamente en un mcguffin pero viene a seguir esa idea. Plantea un escenario y, con mucho misterio de por medio, no lo explica. Lo que sucede es que, una vez se ha terminado la película, se puede considerar un exceso. Faltan efectivamente explicaciones, un final más tangible para una historia que ronda la hora y media y que apuesta por una tensión creciente y por dejar pistas sobre ese misterio que, en realidad, no solo no llega a resolverse sino que tampoco importa tanto como debiera. Jorge Torregrossa debuta en el mundo del largometraje con eficacia, con una buena puesta en escena, con escenas logradas, pero Fin no termina de colmar las expectativas a pesar de que reúne unas cuantas virtudes.

Cuando una película se presenta como un misterio cuesta hablar de ella. Se encuentran pistas, de hecho, en la sinopsis, en el trailer, incluso en las fotografías promocionales, y eso siempre juega en contra del resultado final. Por eso, apenas se puede hablar del contenido sin destripar más de lo que conviene. Pero sí se puede decir que Fin es una película que se divide en dos partes... y que en realidad echa en falta una tercera. En la primera se presenta a los ocho protagonistas del filme, todos ellos salvo Eva, mucho más joven que el resto del grupo y que llega junto a Félix a una reunión de viejos amigos que llevan años sin verse. Es esa primera parte cuando se afianza lo mejor de Fin, el desarrollo de los personajes. Es fácil, muy fácil, adentrarse en ese grupo de amigos, ir comprendiendo resquemores pasados, relaciones pasadas y problemas no resueltos. Los personajes funcionan juntos, relacionados entre sí y por separado. Eso, sin duda, es lo mejor del filme, que tiene un guión de Sergio G. Sánchez y Jorge Guerricaechevarría basado en la novela de David Monteagudo.

En esa noche en la que se reúnen estos viejos amigos en una casa rural perdida en el campo ocurre algo inesperado e impactante.. pero que tampoco se llega a ofrecer con la nitidez necesaria como para ser considerado un mcguffin. Y lo que sucede se mueve entre lo que no merece la pena desvelar y lo que la película no termina de conjuntar de forma adecuada. La premisa en la que estos nueve amigos se enfrentan a lo desconocido cuando en realidad apenas se pueden soportar entre sí por algo que tampoco se conoce desde un primer momento es un escenario interesante. Bien desarrollado en escenas sueltas, pero que transportado a la película de género que pretende ser Fin se queda corto. Es a partir de la llegada del misterio, al final del primer acto, cuando la película decae. Lo cierto es que sucede con mucha frecuencia que lo que durante el visionado parecer ser algo importante, queda al final como un detalle inexplicado o no demasiado trascendente. La tensión que sí consigue generar Torregrossa con su forma de rodar (salvo en la persecución en bicicleta, algunos de cuyos planos parecen demasiado falsos) se pierde con la resolución de la película.

Como Fin destaca por la caracterización, entre lo mejor hay que destacar el trabajo del reparto. La película comienza poniendo el foco en los personajes de Daniel Grao y Clara Lago, que llevan bien el peso de las presentaciones. Pronto destacan con mucho oficio Maribel Verdú (la tristeza y la melancolía que desprende son maravillosas) y Antonio Garrido (el más acertado en la primera parte de la película, eje emocional de muchos de los conflictos que se cuecen). Y al final convence muchísimo el trabajo que hace Carmen Ruiz, porque el suyo se convierte, de largo, en el personaje más accesible y el que mayor empatía genera. Blanca Romero, Miquel Fernàndez y el debutante Andrés Velencoso, muy conocido por su trabajo como modelo, tampoco desentonan. No conozco la novela de la que procede el filme (el prólogo, tan brillante es su añadido como tramposa su resolución, quizá sea una buena muestra de las novedades), pero si de allí procede lo esencial de la caracterización también hay que felicitar a los guionistas por quedarse con lo esencial y necesario.

Fin funciona en la construcción y en el aspecto visual, en los personajes y en muchos aspectos de su atmósfera, pero no termina de llegar a lo que pretende en el efecto final, que es convencer como película de género tanto como en el desarrollo del pasado y el presente de estos ocho personajes. Y es una pena porque la película daba para más en su planteamiento. El problema no está en que no dé explicaciones y pida colaboración al espectador. No es una cuestión de comodidad. Lo que falla es que plantea los misterios con escenas y argumentos que al final no parecen encajar en el mismo desarrollo. Aún así, se agradece el intento de Jorge Torregrossa, que se presenta como un director interesante y a tener en cuenta, que ha sacado buenas interpretaciones de actores noveles, consolidados y televisivos, cambiando incluso sus registros, y ha encontrado claves para construir un buen largometraje. Eso sí, Fin no las tiene todas, no. Es una película perfecta para comprender aquello del vaso medio lleno o medio vacío.

2 comentarios:

Juan Roures dijo...

Has despertado mi curiosidad sobre el film. No espero que me encante, ya que auguro una idea original de base mal desarrollada, como suele suceder a menudo en el cine reciente. Aun así, habrá que echarle un vistazo. Saludos!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Juan Roures, la idea es original, para ya digo que lo que tiene de personajes fascina mucho más que lo que tiene de género. Se merece ese vistazo, ya me contarás.