A veces parecen que llegan películas que lo que buscan es tomar el pelo al espectador. Dicho sin rodeos, Skyline parece una de esas películas. Dirigida por los hermanos Strause, que ya tomaron el pelo con aquella infumable Aliens vs Predator 2, la única vocación de este filme es copiar descaradamente escenas de otras películas y/o series de televisión, juntar un reparto de actores televisivos, baratos y que presenten un atractivo físico que enganche a las audiencias menos exigentes, agitarlo todo con unas cuantas escenas de efectos especiales correctillos y estrenar el refrito a ver qué pasa. Y lo que pasa es que, como es una película muy, muy barata (aunque suene raro calificar de barato a un juguete con diez millones de dólares de presupuesto), por poco que amase en la taquilla antes de que se corra la voz de su ínfima calidad ya estará dando beneficios a sus responsables. Cada vez parece más fácil timar a quien disfruta de las historias de ciencia ficción y de las producciones con efectos especiales.
Imaginad cualquier película que retrate una invasión alienígena. Desde La guerra de los mundos, tanto la clásica de Byron Haskin como la moderna e injustamente despreciada de Steven Spielberg, hasta Independence Day. Skyline copia sin rubor escenas de todas ellas. Incluso de otros títulos emblemáticos de la ciencia ficción (es imposible no ver algo de La niebla o de Matrix en esos seres con tentáculos que invaden la Tierra... ¿con qué propósito?). Pero, claro, escribir un guión suele ser mucho más que juntar escenas (¡e incluso repetirlas!; todo para que el filme llegue a esos aconsejables 90 minutos, porque menos daría la impresión de que no había nada que contar... menos incluso de lo que ya se cuenta). Y es que en todo momento la sensación es que no había historia en realidad. No había un propósito claro para esta película desde el punto de vista narrativo. El producto se sostiene (es un decir) en las caras (y cuerpos) de los actores y en los efectos especiales, que tampoco es que sean excesivamente rompedores.
Rompedor sí había algo en este proyecto, pero es algo de lo que no se dieron cuenta sus responsables. Skyline es otro producto olvidable más, pero que contiene una idea que les podría haber dado juego. También caer en el más absoluto de los ridículos, y se acerca más a esto que a lo primero, pero cuando menos era algo inexplorado en el cine de ciencia ficción. Por desgracia para los hermanos Strause, esa idea es la que desarrollan en los cinco últimos minutos de película. Y con tan deficiente desarrollo, lo que ha hecho es provocar carcajdas y críticas. Una pena. La sensación de que de ahí se podría haber hecho una película diferente es similar a la que otros hermanos, los Spierig, dejaron en Daybreakers, donde la historia anterior o la posterior podría haber dejado una mejor película que la que se hizo. Aquí, al menos, hay que dar las gracias por no haber prolongado más la historia anterior a la idea que sí era original, porque conocer más a los protagonistas del filme sólo habría incrementado el deseo de buena parte de la audiencia de que triunfaran cuanto antes los alienígenas que nos invaden.
Empieza a ser una costumbre aburrida en el cine de ciencia ficción moderno (y en el cine en general) la de presentar como protagonistas de cualquier historia a un grupo de jóvenes no tan jóvenes, de esos que han pasado ya la adolescencia y sus tiempos de estudiante y rozan ya la frontera de la treintena, cuyo único mérito es ese, la juventud. No hacen nada en esta vida, siempre parecen estar de fiesta, son pretendidamente guapos y atractivos y, por supuesto, siempre tienen que presentarse en alguna escena ligeros de ropa. Y junto a ese grupo, que no se nos olvide nunca la presencia de un hombre mayor que se distingue de los anteriores por una prominente barriga. Aburridísimo. Si el guión ya les deja pocas salidas, los actores terminan de rematar la función. Eric Balfour, Scottie Thompson, Brittany Daniel, Crystal Reed, Neil Hopkins, David Zayas, Donald Faison... Todos, al parecer, secundarios de series de televisión. Imagino que por la falta de presupuesto. Todos aburridos, previsibles o, simplemente, posando.
Los diez millones de presupuesto (medio millón en el rodaje, el resto en los muy numerosos planos de efectos especiales que tiene el filme) han salido de los bolsillos de los Strause y la película se rodó en la casa que uno de ellos tiene en Marina del Rey. Igual eso es para muchos un mérito. Pero se olvidan de que lo importante son las ideas. Da igual que tengas mucho o poco dinero para gastar, que seas un mal economista o un gran ahorrador. Lo que importa es la historia, la calidad de la película, el talento a la hora de rodarla, dirigirla y montarla. Y, sí, Skyline tiene unos efectos especiales resultones que darían el pego en muchas grandes supreproducciones. Sí, probablemente nadie diría que ha tenido un coste tan bajo como el que ha tenido. Pero aburre muchísimo. Por lo que cuenta, por cómo lo cuenta y porque no aporta absolutamente nada que haga que esta película permanezca en la memoria.
4 comentarios:
¡Zas, ahí le has dado!
Totalmente de acuerdo contigo, ya lo sabes. ;D
Es una pena que un bodrio como el que nos presentas disponga de semejante presupuesto. No la conocía, aunque me suena haber leido algo al respecto, ni tampoco sabía nada del trabajo anterior, nosequé versus predator 2 o como se llame. En fin, por lo que dices es completamente olvidable, jaja
Buen finde, darling!
Una que no iré a ver ;-)
Sonix, es que la película me da como para desahogarme...
Jo, yo la verdad es que oí hablar de ella por otro título que promete más, Battle Los Angeles. Es muy, muy olvidable, aunque justo este fin de semana he hablado con dos amigos que la disfrutaron... Ya sabes, para gustos los colores...
Van, ya imaginaba yo que ésta a ti no te iba a llamar la atención, je, je...
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