viernes, mayo 29, 2009

Crece mi asombro con Michael Bay

Si hay un director moderno que me asombra ese es Michael Bay. Que me asombra, por descontado, en la acepción más negativa del término. Cuando en los años 80 y 90 había directores competentes y profesionales dominando el campo de la acción, realizadores como John McTiernan (Jungla de Cristal, Depredador), Richard Donner (Arma letal, Superman, Lady Halcón) o Tony Scott (Top Gun, Marea roja), solían encontrar cierto desprecio, aunque casi todos disfrutaran con sus películas. Hoy Michael Bay y sus aprendices e imitadores encuentran el aplauso enfervorizado de mucha gente. Y me asombra. Me asombra cada día más. Ocho películas ha dirigido Michael Bay y ya he visto cinco. Dos no creo que las vea, porque lo de Dos polícias rebeldes no me atrae en absoluto. Y la última, Transformers 2, todavía no ha llegado a los cines. Como se aproxima ese estreno y acabo de ver La isla, y mi asombro ha crecido un poquito más, toca hablar de su responsable, Michael Bay.

Cuando vi La roca, me pareció una película entretenida, sobre todo, creo, por el inmenso cariño que le tengo a dos de los tres actores protagonistas, Sean Connery y Ed Harris (el tercero es Nicolas Cage, que aquí pone la misma cara de asombro continuo que pone en todas sus demás interpretaciones...). Sin embargo, para entender lo que es el cine de Michael Bay en lo que hay que fijarse es en la escena de la persecución por San Francisco, tan infantil como inverosímil y la mejor muestra de que el ideario cinematográfico de Michael Bay tenía dos premisas fundamentales: cuantos más planos mejor (algunos ni siquiera llegan a tener los 24 fotogramas que componen un segundo en la proyección) y cuantas más cosas exploten mejor. Un puñado de películas después, ese sigue siendo el ideario de Michael Bay. Ni una evolución, ni un cambio, ni un acierto.

Armageddon creo que puede ser la película de Michael Bay que más asombro me ha producido. La vi en el cine, pagué una entrada por verla y me colocaron justo debajo de un altavoz. No creo haber salido más sordo de una película en toda mi vida. Y es que aquí, por encima de la premisa de cuantos más planos mejor, dominaba el concepto de hacer explotar todo lo que se pudiera. Nunca he desdeñado un buen espectáculo de acción y casi siempre le he pillado la gracia a las películas que nos vaticinan e incluso enseñan el fin del mundo. Pero que me quieran timar con unos cuantos actores que parecen haberse juntado para una fiesta (no les culpo, fue una fiesta con un cheque con varios ceros), alguna gracieta más o menos ocurrente (generalmente menos) y uno de los guiones más inverosímiles que recuerdo, no me atrae. Aunque me ha costado más de una carcajada en alguna conversación cinematográfica, soy un firme convencido de que Deep Impact le da cien mil vueltas a la película de Michael Bay.

Llegamos a Pearl Harbor, y a estas alturas ya hay que reconocer que Michael Bay escoge proyectos interesantes a priori. Cualquiera que disfrute con el cine histórico o con el bélico, se relame de pensar la batalla de Pearl Harbor que se nos puede mostrar con los efectos especiales de hoy en día. Aquí sí tenían que explotar cosas, pero aquí Michael Bay destroza cualquier interés con la otra premisa de su cine. Plano, plano, plano, plano, plano, plano. Todo ellos en menos de dos segundos. Y con ello, la batalla de Pearl Harbor se convierte en un galimatías en el que es casi imposible seguir la acción (seguir el guión es todavía más heróico, dada su insensatez, elevada a la enesima potencia en un final que provocó carcajadas en más de una sesión...). Eso sí, a veces acierta y mete el plano correcto. Cuando utilizas centenares de planos seguidos, la casualidad se puede convertir en tu aliado. ¿Las otras dos horas de película? Poca cosa. Y si a ese cóctel se le añaden dos actores tan inexpresivos como Ben Affleck y Josh Harnett, sólo puede resultar un aburrimiento de casi tres horas.

Tras otra visita a los policías rebeldes, Muchael Bay hace La isla. Esta la pasé por alto conscientemente en su momento. Y ahora me alegro de haberlo hecho. Desde fuera, con el trailer y lo poco que sabía de la película, me pareció un triste refrito de muchas otras historias de ciencia ficción (desde THX 1138 hasta Matrix pasando por Dark City, precursora de muchas películas y por desgracia desconocida para muchos). Con ésta, Michael Bay se graduó en convertir actores de prestigio del cine independiente y del comercial en simples maniquíes que desfilan por la pantalla. La ¿actuación? de Scarlett Johansson o Steve Buscemi lo dicen todo. Y lo que no dicen se puede sacar de uno de los guiones más predecibles e insulsos del cine fantástico moderno. El resto son anuncios poco encubiertos (¡hasta Scarlet Johansson cuela su publicidad del mundo real!), planos fotocopiados de otras pelíuclas de Michael Bay y, sobre todo, explosiones y cosas que romper, da igual lo que sea, fachadas de edificios, maquinas inexistentes, coches, coches y más coches (¿cuántos se cargan en la película...?).

Con Transformers, Michael Bay me toca una de las fibras sensibles de mi infancia. Adoro la franquicia, me encantaba la serie de dibujos animados. Y la película tendrá unos efectos especiales impresionantes, sí, pero se lleva por delante la comprensión de todas las escenas de la película. Los movimientos de Autobots y Decepticons son absolutamente imperceptibles. Y los diálogos dan tanta pena como ver a actores como John Turturro o Jon Voight pasearse por aquí. Ahora nos espera Transformers 2. Y la veré, claro. Es lo que tiene el cariño a los personajes y a este universo (porque, francamente, a mí no me motiva ver una película sólo por ver a Megan Fox...). Pero la veré asumiendo que el 2 del título sólo significa que explotarán el doble de cosas que en la primera entrega. Y eso, dirigiendo Michael Bay, es sinónimo de asombro. Asombro del malo, claro...

1 comentario:

Reverendo Pohr dijo...

dios! Ahora que has citado a Bay en todas estas películas, he visto el defecto de fábrica de todas ellas. Aunque las he visto todas y, en cierta manera, me han resultado entretenidas, puedo decir sin excepción que en todas he llegado a pensar en algún momento "¡vaya fantasmada!". Supongo que resulta más fácil entregarle el Razzie "Memorial Ed Wood" a una sola persona (a este director) que a todos los guionistas que ha trabajado con él.
Cada año se lo merece un poco más.

No solo porque muestre en sus películas situaciones tan inverosímiles como estúpidamente irreales. Ha conseguido que diferentes actores como Cage (que no me desagrada del todo), Clarke Duncan, Buscemi, Affleck o Turturro parezcan aunténticos payasos (sin gracia).Y es capaz de resoluciones tan simplonas como estúpidas (creo que algún departamento policial estadounidense debería denunciarle
por malograr su imagen).

Un consejo: no veas "2 Policias Rebeldes 2". Si lo haces, pon tu inteligencia en Standby.