miércoles, octubre 05, 2011

'Crazy, Stupid, Love' y la confusión entre los tres términos

No termino de decidirme sobre Crazy, Stupid, Love. No sé si es una locura de película, no sé si va sobre el amor o si en realidad es sobre la estupidez. Igual es una mezcla entre las tres cosas y el título es muy adecuado. Pero es que no sé si los actores me terminan de convencer, porque todos ellos (los conocidos y los menos conocidos) tienen grandes momentos, pero en realidad me saben a poco casi todos (en especial algunos de los conocidos). Y el caso es que me he reído, en algunas secuencias verdaderamente divertidas que tiene la película, pero también es verdad que, al margen de los intentos de salirse del cliché que a ratos parece que van a progresar, desprende cierto tono previsible (al fin y al cabo, es una comedia romántica, y todos sabemos cómo evolucionan las comedias románticas). Estoy confundido, sí. Pero entre tanto he pasado dos horas un tanto largas para esta propuesta pero entretenidas al fin y al cabo. En realidad, funciona mejor que la media de películas similares, con lo que tiene un aprobado bastante holgado, pero, como sucede en este género, no pasa de ahí y apela a un público bastante claro, el que esté dispuesto a recibir sus enredos y casualidades de buen grado.

El dúo de directores que forman Glenn Ficarra y John Facqua firman su segunda película tras la cámara (la primera fue Philip Morris, ¡te quiero!) y lo hacen con una película como poco curiosa. Interesante, desde luego, porque, sin revelar absolutamente nada de su desarrollo, plantea algunas cosas que no son muy habituales en una comedia romántica. Y entretenida por contar con un guión hábil, aunque previsible (insisto, seguro que es más una cuestión de género y de expectativas generadas por estudios de mercado que por pretensión cinematográficas), y un reparto experto que arrastra al espectador con facilidad. Lo que no termina de estar claro, en una película tan llena de mensajes inspiradores sobre el amor, es qué pretende decirnos exactamente. El final lo distorsiona todo bastante, y es ahí, en la resolución de todas las tramas, donde Crazy, Stupid, Love pierde buena parte de la fuerza que sí consigue acumular a lo largo de su metraje. No es ninguna novedad, más bien parte de la idiosincrasia de una comedia romántica, pero uno no pierde la esperanza de que llegue el día en que una película así sorprenda. Incluso en su final.

Crazy, Stupid, Love parte de premisas bastante inverosímiles, que dificultan la verosimilitud de la película, y la primera es la falta de química que hay entre la pareja protagonista, la que forman Steve Carell y Julianne Moore. El caso es que los dos, por separado, ofrecen buenos momentos (más ella que él, porque a él le sigo viendo muy cercano a su papel de siempre salvo en alguna escena contada), pero juntos no tanto. En la segunda escena, que transcurre en el interior de un coche, ni siquiera parece que formen parte de la misma película. Este matrimonio protagonista pasa por malos momentos y se separa, lo que desencadena toda la historia. Por un lado, él conoce a un tipo que le enseña a ser todo lo que no es, atractivo para las mujeres, descarado, ligón... Ella, por su parte, duda entre volver a la vida que conocía o dar un paso adelante con la vida que ha imaginado, que es el motivo por el que ha decidido romper su matrimonio. Por alguna extraña razón, me costaría mucho imaginar que de Hollywood hubiera salido una película con esos papeles cambiados, pero me resulta un planteamiento más interesante que el que ofrece la película.

Al final la mejor historia de todas (¿es ese el mensaje que realmente quiere contar esta película?) es la que en la primera mitad de la película (que llega a unas excesivas dos horas) aparece más desdibujada, la que afecta al personaje que interpreta Emma Stone (y que incluye la mejor broma cinéfila de la película; hacer referencia a otras películas o actores es algo que se está poniendo de moda y, la verdad, se agradece por su realismo). La actriz está más que correcta, pero su trabajo sabe a poco después de haberla visto en Rumores y Mentiras y Criadas y señoras, todavía por estrenar. De hecho, es esa es la característica esencial de casi todos los actores de la película, que sus trabajos saben a poco. Le sucede lo mismo a los breves papeles de Marisa Tomei o Kevin Bacon, personajes a los que se le intuyen muchas cosas, pero que al final se quedan en algo normal, episódico y, en el fondo, casi intrascendente. También funciona bastante bien la parte de amor adolescente, personificada en el chico de trece años al que da vida Jonah Bobo y la joven de 17 con el rostro de Analeigh Tipton. Pero si como motor de una película que apuesta por rostros conocidos encaja más la historia de dos intérpretes desconocidos, es que algo no ha terminado de funcionar en la película. Y eso que falla es la química.

La química es esencial en una comedia romántica. Muchas, con peores guiones sobreviven gracias a ese detalle. Y aquí falla en algunas de las parejas que se forman. Sí hay química, curiosamente donde no manda el amor, en la relación entre los dos personajes masculinos principales, los del propio Carell y Ryan Gosling. No es que ninguno de los dos ofrezca la interpretación de sus vidas, pero una vez asimilada la premisa que les une (con cierto esfuerzo por lo inverosímil que es), ofrecen los mejores momentos de la película, junto con el inevitable enredo final. Enredo, por cierto, que tiene un halo de originalidad (y de buena comedia, todo hay que decirlo) porque no es realmente tan final como suele suceder en este tipo de películas. Crazy, Stupid, Love entretiene de forma sincera, aunque después de una primera película más que extraña se nota que sus directores se han plegado en cierta medida a las exigencias comerciales de Hollywood. Lo hacen con oficio, dejando una serie de buenos momentos de comedia y con buenas actuaciones individuales (que cuando se mezcla, por desgracia, no funcionan igual de bien; si entre Carell y Moore no hay química, mucho menos la hay entre ella y Kevin Bacon). Con todo, una agradable comedia que, sin demasiadas pretensiones, se deja ver con mucha facilidad.

3 comentarios:

Key Hunters dijo...

Me pirran las comedias románticas, ya se sabe, pero las parejas sin química me ponen mala. La dejo para un día que no tenga nada mejor que hacer, por si acaso.

Jo Grass dijo...

Me ha encantado la reseña; volveré cuando la vea. Lo que dices sobre la química en la pareja protagonista de una comedia romántica es un factor fundamental, por no decir tan importante como el propio guión. Si no hay química no funciona!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Key, entretiene, entretiene, y si te gusta el género, seguro que la disfrutas...

Cris, pues muchas gracias. De verdad que se agradece que alguien disfrute con lo que uno escribe, de verdad...

Jo, muchas gracias también a ti. Por eso me costaba tanto decidirme, porque química no veo, pero cuando no están juntos la cosa sí parece funcionar... Ya me dirás...